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Escrito por: Actualidad INSIDE BERLIN Psicología Migrante

Psicología Migrante | Duelo migratorio #3: elaborar el duelo

Entre dos tierras, entre dos tiempos, entre el deseo de conocer y la necesidad de arraigo. La migración implica ambivalencia, soltar para poder tomar o para poder seguir. No es poco lo que se deja al marchar, sí mucho lo que se espera.

El duelo es un proceso de adaptación ante un mundo sin aquello que se perdió, en este caso, ante un mundo completamente nuevo. Aunque implique sufrimiento, es un proceso psicológico normal y necesario que debe ser elaborado para que no llegue a complicarse. El duelo migratorio, como la migración misma, es dinámico y complejo.

En los dos artículos anteriores analizamos sus principales características: múltiple, parcial y recurrente. La variedad de las pérdidas, la posibilidad de un rencuentro y el que las emociones relativas a la pérdida se reavivan con facilidad, dificultan el proceso de elaboración; tema sobre el que tratará este último artículo de la trilogía.

El duelo como adaptación y desarrollo

Cuanto más fuerte y significativo sea el vínculo con “lo perdido”, más intenso será el proceso de duelo, ya que perdemos una parte de nuestro propio ser en ello. El duelo no es un estado emocional, ni un trastorno (a menos que se complique y desemboque en uno), sino un proceso dinámico de reorganización y de reinvención. Todo cambio conlleva pérdidas y ganancias; el duelo es parte del desarrollo humano y su adaptación a un entorno nuevo.

Durante la migración se pone en balanza los beneficios y pérdidas de vivir en el extranjero. Por lo general, si los beneficios percibidos son mayores que las pérdidas, la nostalgia será menor.

Es por esto que no debemos olvidar el papel que juegan las condiciones y circunstancias del lugar de acogida. La vivienda, el sistema de salud, las condiciones de trabajo, las oportunidades percibidas… son factores muy importantes a la hora de elaborar el duelo migratorio. Cuando estos son favorables podremos contrarrestar la nostalgia de lo perdido con el logro de nuestras metas, lo cual facilita el proceso de reestructuración.

Si, por el contrario, las circunstancias incrementan el sentimiento de inseguridad y la incertidumbre, la fantasía del regreso se hará más presente; un regreso que desgraciadamente puede ser percibido como fracaso, con todo lo que ello implica.

Las etapas del duelo migratorio

Las etapas clásicas del duelo son la negación, ira, negociación, depresión, aceptación y aprendizaje. Sin embargo, la realidad es bastante más compleja que esta categorización estricta y lineal. La mayoría de las veces las etapas se entremezclan, así como su secuencia; dándose retrocesos, saltos y repeticiones que dependerán de muchos otros factores (lugares, recuerdos, clima, dificultades actuales…). A esto se le llama la montaña rusa en el duelo.

A las etapas clásicas debemos sumarles las del choque cultural y la aculturación (adaptación a otra cultura), que jugarán un papel clave en el duelo migratorio: fase de luna de miel (idealización de la nueva cultura), fase de choque cultural (confrontación con la realidad) y fase de la progresiva adaptación. Estas fases implican un fuerte altibajo emocional en forma de V. Las etapas se repetirán, así como los altibajos, generándose una especie de oleaje anímico durante la migración. Si todo evoluciona de manera favorable, los altibajos irán perdiendo intensidad.

Sin embargo, llegará un momento, alrededor de los cinco años en el extranjero (dependiendo de cada persona y sus circunstancias), en el que la persona deba tomar una decisión trascendental respecto a su futuro (cambiar de trabajo, por ejemplo). Si decide establecer su proyecto de futuro en el extranjero, los procesos de duelo entrarán de nuevo en acción, esta vez con más fuerza, ya que la pérdida se percibe como real y no como una simple separación. Será entonces cuando el duelo pueda elaborarse de manera más profunda.

Utilizaré una situación personal para ejemplificar esta complejidad marcada por la ambivalencia: un amigo que lleva ocho años en Berlín me propuso realizar los trámites para sacarnos la nacionalidad alemana juntos, tras charlar largo y tendido sobre el tema, dijo: “Por primera vez estoy empezando a plantearme el quizás quedarme aquí en el futuro”.

Elaborar el duelo

Según el psiquiatra experto en duelo migratorio Joseba Achotegui, en la elaboración de este tipo de duelo se ponen en marcha una serie de mecanismos de defensa, entre los que cabe destacar:

  1. Negación: “No somos inmigrantes si pertenecemos a la EU”; “Para mí, aquí o allí, todo es lo mismo”.
  2. Proyección: “Aquí la gente está amargada”; “Nos lo ponen difícil porque no nos quieren en su país”.
  3. Idealización: “Como se vive en mi tierra no se vive en ningún lado”; “Aquí sí se hacen las cosas bien”.
  4. Formación reactiva (hacer lo contrario de lo que demanda el impulso): “Solo voy a juntarme con personas alemanas”; “Para adaptarse hay que comportarse como lo hace la gente de aquí”.

El duelo conlleva dos tipos de afrontamiento, uno cognitivo y otro emocional.

El afrontamiento cognitivo es más sencillo y la racionalización juega un rol clave en ello. Tratamos de comprender la nueva realidad para adaptarnos a ella y darle un sentido positivo (ganancias vs. pérdidas). No obstante, la racionalización puede ser contraproducente si toma la función de evitar o invalidar el sufrimiento: “Cómo voy a quejarme de vivir aquí si en mi país uno es pobre aunque trabaje”. El sufrimiento no es solo natural, sino necesario a la hora de confrontar una pérdida significativa.

El afrontamiento emocional del duelo implica miedo, ira, tristeza e incluso culpa. Estas son emociones que no debemos rechazar, ya que con ello solo lograremos postergar y complicar el proceso. Son emociones que tienen su función: la de prepararnos ante las dificultades que están por llegar, la de separarnos del otro y poder despedirnos, la de aceptar el daño y resignarse ante lo acontecido, la de perdonar y perdonar-se, la de aceptar que la vida continúa con sus luces y sombras, y la de aprender de lo vivido para adaptarnos a la nueva realidad.

El duelo es, por lo tanto, un proceso de reestructuración y adaptación que conlleva sufrimiento. La elaboración favorable del mismo tendrá como resultado el desarrollo de la persona en su nuevo entorno. La elaboración del duelo migratorio implica la integración de la nueva cultura, llegando a sentirnos parte de ella, sin rechazar u olvidar nuestra cultura de origen.

Es un proceso dinámico de acomodación, de equilibrio y de reinvención personal. Esto resultará en una identidad, más rica y compleja, que no rechaza el pasado, sino que lo reintegra y se construye desde él.


Para acabar la trilogía quiero compartir un poema titulado Migrantes somos, que fue lo primero que me salió cuando decidí montar la consulta de atención psicológica a migrantes:

Migrantes somos,
somos los que se fueron y los de fuera,
los que salen por la puerta y entran por la ventana,
los de aquí y de allá,
los que vuelan sin alas.

Migrantes somos,
los raros, los especiales,
los diferentes que a lo común representan,
primera línea en la batalla contra los prejuicios,
abanderados de la diversidad.

Migrantes somos,
los otros, aislados pero no solos,
tan lejos pero siempre cerca,
los sueños por los que nos marchamos
y los insomnios de una nueva realidad.

Somos la frustración que no se resigna,
la ira que no se ciega,
los que a base de palos
aprendieron el valor de una impuesta humildad.

Somos la paciencia y el esfuerzo constante
pero también el hastío y el cansancio,
el recuerdo y la añoranza,
la extraña y triste belleza de un sol eclipsado.

Migrantes, quienes ayudan y se dejan ayudar,
quienes crean senderos de la nada,
quienes se levantan de nuevo,
quienes se adaptan, se reinventan y evolucionan.

Somos el cambio a mejor,
la mezcla, la mente abierta
y los ojos que ven más allá.

Somos el rumbo del camino,
la búsqueda de respuestas
y el descubrimiento de nuevas preguntas.

Somos la energía
resultante de entre dos mundos que chocan,
la tensión, la contradicción y por supuesto,
el equilibrio
aunque a veces lo perdamos.

Somos el pegamento
que mantiene unido este mundo
contra aquellos cobardes
que lo desean despedazar.

Migrantes somos y seremos,
nos quedemos o nos volvamos,
los fuertes, los valientes, los supervivientes;
a pesar de todo y aunque lo hayamos olvidado.

Lee nuestros los dos siguientes artículos sobre duelo migratorio: Duelo migratorio #1: un duelo múltiple y Duelo Migratorio #2: un duelo parcial y recurrente

Texto: David Guerra. Colaboración de Berlín Amateurs con Psicología Migrante (consulta de psicología especializada en el apoyo a migrantes y expatriados españoles y latinoamericanos)
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