Cientos de convocatorias de espacios artísticos, comerciales o no, se acumulan en esta ciudad cada mes, cada fin de semana, con patrones parecidos como el de la asistencia, bien por ser un célebre, bien porque se conoce y apoya al artista o lugar. Generalmente se pasea entre lo estático –con mucha repetición de modelos conceptuales; un género en el que sorprende que se estanquen gran número de jóvenes creadores– mientras uno toma vino, birras y palitos salados, charlando con quien coincidas de nuevo, a veces prestando poca atención a lo expuesto.
Sin embargo, ¡aleluya!, entre parabólicas conectadas a Estambul, en la icónica terraza que da paso a Kotti, y sintiéndose uno como un ciego, Anita Ackermann y el espacio Vesselroom, ofrecen linternas de Led y logran que una inauguración se transforme en una original coreografía en la que observar las sinergias en movimiento de sus asistentes –entre destellos de luz y una torpeza ensimismada a causa de las esculturas a oscuras– constituye un descubrimiento emocionante.
Adentrarse y rodear cada una de las cuatro lunas de metal, de cuerpo fragmentado por rombos de espejo, es –en el plano individual– motivo de sonrisas y positiva magia a los sentidos. Las piezas cuelgan, caen y se columpian en el suelo, siempre amarradas o con la presencia al borde de una piedra de nuestra era más material. El espectador dinamiza el proyecto, dando nacimiento a brillos si enfoca la pieza y sobre todo la ingrávida y gris roca. Hay una conversación en Ultraviolet entre el misterio espiritual, la energía científica, tu propia presencia y flexibilidad, el espacio en forma de T donde se confina y el amarre a esos trozos de hormigón, totalmente alucinante.
Anita nos contó cómo entró a dos construcciones de estas del Berlín de lujo en Mitte, entre gruñidos de sus “rudotes” operarios, explicando que era una artista con la inocente intención de sacar de allí ruinas de argamasa con algún hierro dentro, vestigios del pasado y testimonios del futuro, incluyendo una pelea y las risas de los obreros de una construcción que le dieron permiso para allanar la vecina. Relato nada baladí puesto que contrapone también aspectos como la extracción de lo filosófico del poder material, la metamorfosis de nuestras motivaciones al chocar con lo artístico y, finalmente, el plantar una atmósfera de gravedad por debajo de las señales de televisión, alrededor de los olores a kebab, y nuestro propio cuerpo –en presencia de las escalas del tiempo y lo social– en la capital más caleidoscópica de Europa.
Ackermann representa el interesante futuro al que suscribirse si uno es un curioso o experto del arte. La joven, mitad alemana, mitad rumana, graduada en la UdK, con pieza este año en Club Transmediale, muestra su primera exhibición individual –en colaboración con Felix Kiessling– en este local, a cuyo equipo, integrado por Barbara Cueto, Cristina Moreno García, Félix Beltrán, Francesca La Vigna y Maycec, ya hay que felicitar por su esfuerzo y propuestas.
ULTRAVIOLET @ VESSELROOM PROJECT
Adalbertstr. 4, 10999 BerlínHASTA EL 10 DE ABRIL – Jueves y viernes de 15 a 19 horas
Conversación con la artista, 1 de abril – 19 horas, en Vesselroom
Texto: Lara Sánchez – Vídeo: Aida Bresolí – Fotos: Anita Ackermann y Steve Bergmann
Marzo 2015 © Berlín Amateurs
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