Dancing with my camera es el título de la exposición de Dayanita Singh disponible hasta el 7 de agosto de 2022 en el imperial edificio Gropius Bau.
Fue en 1981, durante un concierto de Zakir Hussain, cuando Dayanita Singh decidió hacer sus primeras fotografías. La expulsaron del concierto y esperó a que el gran músico terminara para hablar con él y disculparse. Hussain la invitó al día siguiente a hacerle una sesión fotográfica. Para Singh, mujer india en los años ochenta, la posibilidad de acceder a fotografiar de cerca a Hussain le sirvió como licencia para poder acercarse a las personas y emprender la oportunidad de disfrutar una libertad excluida a las mujeres en aquel momento. De este modo, se sirvió de su profesión para prescindir de las obligaciones sociales que se esperaba de las mujeres y poder crear así sus propias reglas.
Sin embargo, la voluntad de Singh va mucho más allá de atravesar los límites impuestos a las mujeres por la sociedad india. De la misma manera, ha querido hacer de la fotografía ya revelada una materia prima que sirva como punto de partida y no un fin. Es aquí donde radica lo más interesante de su profesión, la cual ella prefiere definir como “archivista”, y es que para Singh la fotografía no está destinada a ser colgada en una pared o encerrada en un marco. Esta debe ser, en cambio, un museo en sí misma.
Los espacios del Gropius Bau han reproducido grandes estructuras de madera para poder abrirlas, descubrir sus fotografías y reordenarlas de diferentes formas. La construcción hecha de imágenes que ella llama “foto-arquitecturas” conviven con otras desplegables, guardables en libros-objeto, destinadas a viajar de mano en mano entre sus amigos o adquisidores, ganando así vidas, espacios y significados continuos. El concepto de exposición para Singh es que esta sea transportable.
Las fotografías pretenden ser exposiciones que todos puedan poseer, exponer o archivar, pero no se te ocurra intervenir en ellas –como leerás que originalmente estaba previsto– o vendrá una trabajadora del Gropius Bau vestida de negro para acompañar de seriedad su advertencia poco amable de que no se puede tocar. Aunque no se sepa muy bien si la norma se debe a la desgastada excusa COVID, a preservar la calidad de la obra o a ese tercer factor kafkiano de lo prohibido, que resulta tan familiar en este país.
Entre las obras expuestas se encuentra Let’s see (2021), retrospectiva de cuarenta años cuya inocente manera de enfrentarse a la fotografía ahora Singh considera haber perdido, y todos nos sentiremos un poco reflejados en eso cuando afirma que se trata tanto desde su punto de vista como fotógrafa amateur, “yo antes no pensaba en estar haciendo una fotografía”, como desde el punto de vista del objeto fotografiable, “en aquel tiempo las personas se sentían más relajadas frente a una cámara”. Let’s see porque se trata, precisamente, de qué vemos, qué no vemos y qué ve solo la cámara.
Aunque la fotografía sea en blanco y negro, se puede imaginar la riqueza cromática tan unida al imaginario estético hindú, a veces acompañada de textos que envuelven las fotografías, a veces hablando por sí solas. Esta exposición es una experiencia diferente a la tradicional en esta disciplina y un viaje a la India de los últimos cuarenta años, con espacios muy vitales y luminosos, y personajes lejanos que los habitan.
Texto: Belén Lucas; Fotos: Marisa Calzado © Berlín Amateurs, junio 2022
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