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Berlin Atonal 2021 | Crónica de un Atonal atípico

Conciertos Berlin Atonal 2021 | Crónica de festival Atonal

La edición de 2021 del festival Berlin Atonal ha resultado ser una edición híbrida y bastante novedosa bajo el nombre de The Metabolic Rift. Por un lado, una interesante exposición que recorre las entrañas del descomunal Kraftwerk Berlin y que aún se puede visitar hasta finales de octubre; y por otro, conciertos espaciados entre sí, con aforo limitado y una apuesta arriesgada en la que lo audiovisual, una vez más, tenía tanta importancia como lo musical.

Exposición

Empecemos por la exposición, una de las más interesantes que se ha podido ver en la ciudad en los últimos tiempos y que aún puede visitarse hasta el 30 de octubre.

Múltiples imágenes pueblan Instagram, así que probablemente no os será ajeno el muñeco de aire que baila al ritmo de Hyeroglyphice Being o los múltiples juegos de luces. Pero nada de lo que se pueda ver en internet se puede comparar a la experiencia de pasear por zonas del club Tresor y del edificio Kraftwerk, normalmente cerradas al público mientras se sigue, cual Dorothy tras el huracán, el camino de baldosas amarillas.

Casi todos los artistas se han molestado en crear obras adaptadas al espacio o que reflexionan sobre la carencia de espacios en los que bailar a raíz de la pandemia. El entorno y el paseo (un paseo activo) juegan también un rol fundamental en esta muestra.

Programa musical

La parte musical, como suele ser en Atonal, ha estado cuidada al detalle y por allí han pasado desde caras nuevas, como Space Afrika; o viejos conocidos, como Tim Hecker, Caterina BarbieriActress.

La de Actress fue precisamente una de las actuaciones más interesantes y a la vez incomprendidas del festival. El británico, que trae bajo el brazo el recién publicado Karma and Desire, ofreció una actuación que tuvo momentos muy sosegados y contemplativos. Y, aunque también hizo alguna concesión al baile, fue sobre todo una actuación introspectiva que tuvo también algo de improvisación pero que no convenció a todos. Parte del público, mermado hacia al final de la actuación, no sabía si aplaudir o esperar más. De hecho, dejó el escenario de forma discreta y en silencio ante el estupor de varios de los allí presentes. Una pena, porque ha sido una de las actuaciones más honestas y arriesgadas del festival.

Flora Yong-Win y Laura Sakini también optaron por una apuesta sosegada y muy experimental en la que fue su primera actuación conjunta. Empezaron sampleando pequeños sonidos de platillos, percusión y arcos de violines, hasta construir una melodía  compacta. Tardó en crecer pero, cuando llegó al punto álgido, sorprendió gratamente.

Esa misma noche, Labour optaron por la fanfarria desplegando decenas de baterías por todo Kraftwerk, con varios músicos golpeando panderetas mientras paseaban entre el público. La performance, pensada especialmente para esta edición del Atonal,  se metió en el bolsillo a un público que iba con ganas de menos sutilezas.

Para fiesta y sesión de baile, quienes estuvieron acertadísimos fueron Vladislav Delay y AGF acompañando con las visuales, que convirtieron el Kraftwerk en la ansiada pista de baile que todos esperaban.

Pero, sin duda, uno de los momentos más inolvidables del festival vino de la mano de Space Afrika. Los de Mánchester, que debutaron en 2020 con el demoledor hybtwibt?, presentaron su segundo trabajo: Honest labour. No solo se trajeron a buena parte de los colaboradores del álbum, sino que, además, dieron un concierto grandioso que exploró todos los ánimos posibles y en el que se escuchó soul, grime y hasta dubstep. Uno de los momentos álgidos fue cuando Blackhaine salió del escenario para interpretar entre el público “B£E”. El de Space Afrika fue sin duda el concierto más emocional y aplaudido hasta la fecha.

Otro de los platos fuertes fue la esperada presentación del proyecto Light Years, capitaneado por Caterina Barbieri y en el que también participan MFO, el saxofonista Bendik Giske y Nkisi, entre otros, y cuyos intérpretes van variando en función de la ciudad en la que toquen (un día antes, en Barcelona, el proyecto mutaba).

Como proyecto multidisciplinar con distintos intérpretes y estilos, no termina de cuajar. En algunos momentos, como cuando Barbieri se puso al frente de un piano clásico, el efecto se veía mermado por el entorno. Por el contrario, cuando la italiana se tomó las riendas de su electrónica modular sin acompañamiento alguno, el resultado brilló. La electrónica de Nkisi también ganó con el entorno y la hora, echando el cierre.

Mención especial merece la performance de Caner Teker, que cuestiona la masculinidad y sus estereotipos en la lucha cuerpo a cuerpo.

Carolina Velasco para Berlín Amateurs © octubre 2021; fotos exposición: Maie Escorial; fotos conciertos © Atonal – créditos en las fotos
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