Mientras en España se inventan palabras del tipo “veroño” y “amigovio” (RAE, se te ha ido la olla) en Berlín disfrutamos más bien del otoñerno, o invieroño, de la negrura eterna y de jugar a las tinieblas tenebrosamente.
Ya hacen falta las luces de la bici para intuir el camino y hasta los perros más modernos llevan un sistema de iluminación propio para que sus dueños no les pierdan de vista en la inmensidad oscura (y oscuridad inmensa) de los parques berlineses.
Los trending topics del momento son “¿has bajado al Keller a por la ropa de invierno?”, “¿has encendido ya la calefacción?” y “en España aún están en manga corta y aquí míranos”. Pero no todo es pesimismo y lobreguez amigos, queda un rato bonito por delante, con colores preciosísimos, atardeceres espectaculares (tempraneros, eso sí, pero espectaculares) y fotos de Instagram a tutiplén. No todo van a ser quejas, temperaturas glaciales, berlineses antipáticos, sillín de la bici mojadito del rocío mañanero y cafés que se enfrían.
Relax, todavía no hay que sacarse el máster en tejidos térmicos y lanas de animales mitológicos, el otoño es ñoño, oscuro pero benévolo, melancólico y bohemio, y nos brinda la oportunidad de disfrutar de un Berlín cuyos colores locos se sobreponen a su gris-idad.
Además, aparte de que refresca, que anochece antes, y que los alemanes ya vuelven a sus uniformes de colores pardos, pues hay menos gente, menos bicis de alquiler de esas que no saben a dónde van (a mí personalmente me molestan un poco), bajan los precios y para entrar a un garito o a un museo no tienes que chuparte colas kilométricas de turistas confundidos y sobreexcitados. Pues eso, perfect timing para el que lo quiera ver todo positivo. Y ya que os he imbuido en un mood optimista aquí mis Tipps para el #superherbst (llámalo invieroño, coño, o llámalo X):
– Date un paseíto, las calles en otoño están preciosas, podría liarme a hablar de la manta multicolor de follaje que cubre las aceras pero eso ya lo sabes. Haz fotos, disfruta del cambio drástico de estación, ve al mercado turco por penúltima vez a comprar verduras de temporada, abre los ojos y échate a andar.
– Vuélvete un poco más “cocinillas”: esa receta que siempre has querido probar, una sopa de calabaza para jalogüin o cualquier cosa calentita y sana. La comida es la gasolina de nuestro cuerpo y hay que cuidar lo que comemos, además que comer sano no quita que lo que cocinemos nos quede ricky martin = lecker lecker, también.
– Culturízate, no hay que esperar a que vengan tus padres de visita para que entres en un par de museos, bitteschön. ¿Hay que coger un barco para ir a la isla de los museos? La respuesta es NO. Tenemos la suerte de vivir en una ciudad que es una joyita cultural, y echar la tarde en el Technikmuseum en la Gemäldegalerie o en el Altes Museum es un lujo y se está calentito, sin olvidar que las tiendas de los museos son geniales y serán siempre mis favos.
– Pelis, series, creo que no hace falta desarrollar mucho este punto. Las series que hicieron pausa durante el verano han vuelto, las pelis online nos esperan y manta, bolsa de agua calentita y té de jengibre a muchos les sonará a decadencia, pero a mí me suena a planazo.
– Prepara un viaje para el invierno, pon en práctica la famosa Vorfreude (la alegría que se experimenta antes de que algo bueno pase y mi palabra favorita en alemán), chequea qué amigos tienes, dónde, búscate unos buenos vuelos lowcost y escápate al buen tiempo.
– Arrúgate: Berlín se considera norte de Europa pero para mí es ya un país nórdico en toda regla, que no os timen. Es el momento perfecto para escabullirse en los vapores cálidos de las saunas y liberar toxinas de tu organismo (yo nunca encuentro el momento para esto), luego te sentirás más sano, más joven y más lozano.
– Bares de los lares: siempre me acordaré de Sabina cantando “solo en Antón Martín hay más bares que en toda Noruega”, pero a mí que no me engañen, entre los Späti que tienen zona bar y baños, los espacios/locales de coworking de colegas que se marcan una barra con cervezas y los garitos verdaderos, Berlín tiene un número incalculable de bares y espacios que te acogerán con su humo y barullo característicos. Buena compañía, buena conversación, buena cerveza y, qué Augustiner se está, ¿no?
Cristina Gusano para Berlín Amateurs © 2014/2105, revisado octubre 2016
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Vamos con optimismo! Empezamos en la cocina! 🙂 xxx
wau wau wau und noch einmal wau! super proud of my super friend who is (still) full of surpries and everything BUT Berlin amateur! Keep going Gusi!
Qué buen artículo! Eso! a empezar el otoño con optimismo 🙂
Que «artículo» más espantoso. Otra entrada más de revista de tendencias de mundo de piruleta. Ocio y consumo como cultura. Por suerte son palabras que con el tiempo se perderán en la imensidad de internet, pero sería curioso revisitar este tipo de escritos en 10 años, cuando la verborrea del momento sea otra (seguramente todavía más terrible) y la magnitud de estupideces sea todavía más chocante. «Colores locos», «favos», ¡no me jodas!
Yo añadiría: Ir comprando "Lasea", que vendría a ser como la hierba de san Juan pero sin el efecto secundario ni de la fotosensibilidad (aunque para qué, ya que tampoco tenemos sol), pero tampoco la del efecto secundario sobre la pastillas antibaby 😉