La novela por entregas de BA
Una historia de ficción. Por Daniel Zimmermann
—Bienvenido a funnyJet, le atiende E…, ¿en qué le puedo ayudar hoy?
—Me gustaría cambiar mi vuelo. En lugar de Madrid a Marrakech, me gustaría que fuera de Madrid a Las Palmas, para mañana o para hoy si hubiera plazas, por favor.
—Me temo que no volamos a Las Palmas, señor.
—Pero bueno, ¿cómo va a ser eso? ¡Eso es imposible! ¡Si en Las Palmas hay aeropuerto!
—Sí, pero no volamos desde Madrid a ese destino, es lo que le quiero decir.
—Y en internet, en su página web, ¿Tampoco va a haber entonces?
(…)
***
EDUCACIÓN. Como en la película y la valoración de la película de Pedro Almodóvar: más bien tirando a mala. En ambos sentidos. A los dos lados del cable. Probablemente, funnyJet fuera la única empresa donde el cliente casi nunca tenía la razón. Si es que cuando pagabas 18,99€ por volar, no podías esperar un trato exquisito. En este caso, solíamos pagar con la misma moneda. No había nada en este mundo más placentero que dar a probar a la gente de su propia medicina. Para lo cual se requería habilidad, astucia y muy mala fe. Y todo el ingenio posible para revestir toda esa maldad maquiavélica de ingenuidad celestial.
Que el cliente nos gritaba, pues allí estábamos nosotros para indicar que o rebajaba algunos grados su histerismo o interrumpíamos la comunicación. Que el cliente nos insultaba, pues apelábamos a nuestra madurez, a la sensatez de la que todos nos creíamos poseedores. Siempre recordando la pérdida de minutos, euros y paciencia que nuevamente tendría que derrochar en una llamada ulterior si eso finalmente sucedía. Generalmente, cuando nos rebajábamos a la altura del cliente, misteriosa y efectivamente, esa acción provocaba el amilanamiento de aquél. Y si la llamada era colgada, ten por seguro que el nivel de histerismo en la próxima se habrá convertido por suerte o milagro en pura bondad verdadera que haría tambalear los cimientos de muchas religiones.
Como solían decir los maestros y profesores, primero en el colegio y más tarde en el instituto: la instrucción en la escuela, la educación en casa. Algo que desde luego dejaba bien claro los antecedentes y los orígenes de cada uno. Y lo cierto es que aunque aparentáramos cierta elegancia, cierto saber estar, nos encantaba actuar con vulgaridad.
EMBRIAGUEZ. Uno de los motivos por los que podía ser denegado el embarque sin reembolso posible de la reserva inutilizada. Sí. También se contiene en aquellas famosas normas y condiciones de la compañía que al parecer nadie se molestaba en leerse hasta que llegaban las complicaciones que cada pasajero por sí solo se buscaba. El punto álgido de este tipo de reclamaciones sin sentido lo alcanzamos aquella vez que recibimos la célebre queja manuscrita interpuesta a través de Aena. Ni una sólo línea escrita en su espacio correspondiente delimitado por rayas continuas. Al principio, las palabras trazaban una diagonal descendente para invertirse al final del texto.
Si a simple vista el contenido apuntaba a una borrachera sin precedentes, una vez leída la reclamación uno no sabía si reír a plena carcajada o si echarse a llorar de lástima. Porque lo que allí ponía era que el afectado en cuestión era abstemio y que simplemente no había dormido: venía directamente de celebrar la boda de su hermano. Él mismo exigía una prueba de alcoholemia. Si el autor de aquel texto, que más tarde se colgaría en el tablón de anuncios del call center como motivo de burla, era abstemio, nosotros podríamos componer el santoral al completo. Yo mismo resolví aquel asunto sin demasiado tacto en el intento, algo que por poco me cuesta el puesto:
Estimado Sr. Pérez Romera:
Gracias por contactar con nosotros.
Acepte nuestras disculpas por las molestias que le haya podido ocasionar la denegación de su embarque. Sin embargo, nuestro personal en el aeropuerto consideró que era evidente que estaba usted en estado de embriaguez, algo que se desprende de su propia reclamación escrita a mano en un orden creciente y decreciente de las líneas escritas que invitan, cuando menos, a la incoherencia y no precisamente a un estado de plena lucidez, a menos que pueda usted justificar fehacientemente lo contrario. Entienda que es una decisión tomada por su propia seguridad y la del resto de los pasajeros. Es por ello que se le denegó el embarque y no podemos considerar en ningún caso la devolución de la tasa de rescate que tuvo que pagar para que le asignaran un asiento en el siguiente vuelo.
Quisiéramos reiterarle una vez más nuestras más sinceras disculpas por el inconveniente ocasionado y esperamos que este acontecimiento no le impida utilizar nuestros servicios en el futuro.
Le agradecemos una vez más que se haya puesto en contacto con nosotros y quedamos a su entera disposición para cualquier consulta adicional. Puede ponerse de nuevo en contacto con nuestro departamento utilizando la sección ‘contáctenos’ en nuestro sitio Web
Atentamente
funnyJet Atención al Cliente
EMIGRANTE. Algo que un inmigrante europeo no miembro de la unión debía tener muy en cuenta era que con la tarjeta de residencia no se podía efectuar viajes internacionales aunque fueran dentro de las fronteras de la UE. Una tarjeta de residencia no otorgaba automáticamente la nacionalidad del país que la expendía. Téngalo en cuenta si goza usted de ese status para que el día menos pensado no se encuentre con que se le ha denegado el embarque en un vuelo con funnyJet por los motivos ahora expuestos y aclarados. Recurrir a una especie de sensatez popular que flotaba en el aire, no cualificada y ni de lejos ilustrada, era a lo que no todo el mundo parecía estar acostumbrado.
EMPATÍA. Identificación mental y afectiva de un sujeto con el estado de ánimo de otro. Cualquier manual idealista, porque siempre lo era, de cualquier empresa en lo relativo a la atención a clientes hacía de esta cualidad la consigna del empleo. ¿Quién coño se iba a identificar con las desgracias ajenas cuando nos inundaban las propias? El egoísmo era la primera ley de la naturaleza. Aquello, bien analizado, no era otra cosa sino que nos pidieran que nos comportásemos cual putas arrabaleras sufridoras capaces de soportarlo todo por cuatro monedas, si no eran menos.
EQUIPAJE. Palabra peliaguda. Concepto, al parecer también ambiguo, que los usuarios de funnyJet eran incapaces de descifrar ni siquiera con ayuda de iconos. Ciertamente, funnyJet subsistía gracias a los escasos recursos de un extenso puñado de gañanes iletrados. Y no lo decimos porque en su momento nos tuviéramos que aprender al dedillo las políticas de la compañía para la que directamente no estábamos contratados. ¿Dónde estaba el intríngulis? ¿En qué residía la complejidad? ¿Qué era tan extremadamente complicado de asimilar? ¿Tan poco viaja usted? Imagino que lo primero sería que cobraran un cargo externo por el equipaje facturado. Muchos argumentaban la ilegalidad de la práctica. Algo que nos permitimos la licencia de dejar en manos de abogados.
Aclaremos tres puntos básicos. 1.) La franquicia de veinte kilos facturables permitidos se asocian a cada pasajero y no a cada maleta. Esto quiere decir sencillamente y ni más ni menos que dos maletas no le permitirían facturar a un pasajero automáticamente cuarenta kilos, si no quiere pagar exceso de equipaje por ello. 2.) Como ya dijimos, el precio del billete con funnyJet no incluye el equipaje facturado aunque contravenga todas las leyes comunitarias y/o internacionales y/o las que sea que usted se encuentre en capacidad de recopilar. No olvide el contrato que sustrajo usted con la compañía funnyJet sometiéndose a todos los escarnios que nosotros estamos autorizados a perpetrar contra usted. 3.) Cuídese usted mucho de reservar la maleta facturada, esto es, pagarla en el momento de la reserva o días antes de volar, porque si se planta en el aeropuerto desconociendo los detalles que amablemente acabamos de desglosarle, se topará con el desembolso obligatorio de veintidós euros por cada maleta y trayecto, lo cual constituye un poco más de los 18,99€ ya pagados por el precio total de su billete.
El equipaje de mano era harina de otro costal. Sí, puede usted transportar una pata de jamón mientras se ajuste a las medidas estándar propuestas para el equipaje de mano, es decir, si no sobrepasa los 55x40x20cm. Y lea con atención, por favor: si las medidas permitidas para el equipaje de mano son 55x40x20cm como acaba de leer, repetimos 55x40x20cm, por mucho que la suya tenga el mismo volumen, según usted 0,044 (sic), si su maleta, como usted bien explica, mide 56x27x29cm con aquel volumen que sabe Dios de dónde lo ha sacado, díganos, por favor, y limítese a contestar lo que se pregunta: ¿Qué palabra de las que ha leído antes no ha entendido con claridad? ¿Es necesario que le tengamos que responder a sus insistencias que ya suman en total cinco mails a cuál más provisto de una confianza más irreflexiva? ¿Por qué nos mortifica de esta manera? ¿Es usted imbécil, verdad? Ah, claro, eso lo explica todo. A veces parecía que el mundo entero estaba mentalmente desequilibrado.
Todo era aderezado con la picardía de los clientes. Una exageración aquí, una mentirijilla piadosa allá, dos que te quito tres que me llevo y voilà: quedaba confeccionada una reclamación en la que un enemigo público o un misántropo consumado quedaba transformado poco menos que en angelito de postal de navidad de Unicef. Si es que de allí salíamos todos con una experiencia brutal en psicoanálisis capaz de destronar al mismísimo Freud. De todos modos, esto venía a resolverse casi siempre con el efectivo ‘es su palabra contra la nuestra’, pero no transmitido en esos términos y con esas palabras exentas de preámbulo ni protocolo. Aunque lo cierto es que, precisamente, éramos adictos a ese tipos de frases. ‘Entienda usted que al no estar presente en el momento de facturación, no podemos intervenir en la decisión de los miembros de los mostradores de facturación’. Otro de nuestros ases.
El Convenio de Montreal regulaba las incidencias por daño, retraso o pérdida de equipaje. Y decía, tal cual: ‘Incidencias con el equipaje. La mayoría de los billetes de avión, salvo algunas compañías de bajo coste, incluyen tanto en el tráfico nacional como en el internacional el derecho a llevar equipaje’. Señores, este convenio excluye a las compañías low cost. Dejen ustedes a un lado la lectura sesgada y convenida, por favor.
EQUIPO DEPORTIVO. No nos importa que su equipo de wind surf de más de doce kilos siempre haya sido facturado sin problemas viajando con otras líneas regulares. Sinceramente, que su piragua se ajuste a las medidas de una tabla de wind surf y no sobrepase los doce kilos nos trae sin cuidado. Si su tabla de wind surf sobrepasa el peso permitido, si no se encuentra tipificada una piragua como material deportivo, no será nuestra compañía la que transporte su equipo deportivo.
ERROR (ortográfico). Una cosa es un error tipográfico, que generalmente afecta a una letra o como mucho a dos, ya sea porque el orden de dos letras ha sido invertido dada la cercanía en el teclado, ya sea por torpeza. La cuestión es que, mientras considerábamos correcciones sin coste alguno en estos casos, no podíamos transigir con aquellos que pretendían hacer pasar por error tipográfico un primer apellido completo. No ha lugar, señores.
—¿… En qué puedo ayudarle hoy?
—Verá, he cometido un error tipográfico en uno de los pasajeros.
—¿Dónde está el error?
—Es que no me acordaba que en lugar de llamarse Ernesto Garmendia su nombre correcto es Francisco Romero.
—Me temo que eso no es un error tipográfico sino un cambio de nombre en toda regla por el que tendrá que abonar las tasas administrativas que estipula la compañía.
—¿Y cuánto me costaría en este caso?
Y aquí, como tantas veces, nos tocaba trabajar para nada. Todo el mundo debería saber que las compañías aéreas low cost hacen su agosto precisamente en la recaudación por los cambios de reserva, por el cobro de equipaje facturado, por los kilos que sobrepasan el límite permitido en el equipaje facturado, que en la mayoría de las ocasiones viene a ser un coste muy superior a lo que cuesta el billete. Y realizar un cambio de nombre en una reserva original era lo más costoso a lo que podíamos llegar.
—¡Pero, si eso es muchísimo más de lo que pagué por los billetes de los cuatro pasajeros de la reserva en total! No lo entiendo…
—Bienvenida a funnyJet, criaturita…
Cambiar reservas sólo era rentable cuando se había pagado una cantidad considerablemente elevada por un billete. En todos los demás casos, más convenía olvidar la reserva inicial por valor de 18,99€, borrón y cuenta nueva cuyos beneficios también irían a engrosar los bolsillos del propietario de funnyJet y jamás, repito, jamás nuestra escandalosa plusvalía.
ESCRIBIR. Escribir constituye un acto de descubrimiento. Escribir es como completar un puzzle o alinear con éxito los colores de un cubo de Rubik: una vez en posesión de toda la información se trata de colocarla de la manera que mejor encaja, de la forma más atractiva, en eso no hay reglas preestablecidas ni manual de instrucciones. Escribir a veces es como dar una fiesta: es necesario que todo el mundo se divierta. Escribir era lo único que llenaba los vacíos en funnyJet. Todas las carencias eran atenuadas en aquellos momentos muertos en los que no teníamos nada mejor que hacer. Cuando no recibíamos llamadas, cuando todos los correos electrónicos habían sido resueltos. Escribir. Dar forma a este relato como un mero pasatiempo estimulante. Responder las reclamaciones por escrito se convirtió también en un ejercicio de escritura, un taller literario para aficionados a la literatura de humor. Que también nos redimía del efecto destructor del tiempo que pasábamos allí. Vivir era inventar. Escribir también.
ÉTICA. Un conjunto de normas morales debía regir nuestra conducta. ¿Qué era lo bueno? ¿Cómo teníamos que actuar? ¿Acaso no debíamos ser todos buenos y malos al mismo tiempo y obrar de la misma manera que la naturaleza que nos había creado? ¿Qué era lo correcto? ¿Quién establecía la frontera de lo permitido? ¿No habíamos sido ya juzgados demasiadas veces por autoridades sin competencia? En realidad, en el fondo del asunto, la gente se sentía hermanada cuando veía en los otros una bajeza similar a la suya.
EUC. EU Compensation. En inglés en el original. En cristiano, se trataba de compensaciones económicas previstas por el Reglamento CE 261/2004 que establecía los derechos mínimos que asistirían a los pasajeros en caso de denegación de embarque contra su voluntad, de cancelación y de retraso de vuelo. 250€ ó 400€ atendiendo a la distancia entre origen y destino. En ese orden, las cantidades se situaban por debajo y por encima de los 1500km. La compensación aquí descrita sólo se reembolsaba en situaciones de cancelación en las que las circunstancias no fueron de carácter extraordinario.
Los clientes leían compensación, averiguaban la cuantía que les correspondía y paraban en seco. No se interesaban por si su caso se registraba en uno de los supuestos que contemplaban la compensación. Se dedicaban a reclamarla, aferrándose como dientes a las encías, a lo que no les correspondía.
EUGENIE. Otra gorda, no tenemos por qué usar otra palabra. Del equipo francés. No es que tengamos nada en contra de las gordas. Al fin y al cabo se trata sólo de un adjetivo y no de un insulto, ¿no? La particularidad de Eugenie era que se jactaba desde su Facebook de ser virgen a sus veintiocho años, de tener novio de dudosa identidad física y de ser una fundamentalista católica que no se ruborizaba ni agachaba la cabeza de vergüenza cuando se arremetía contra los homosexuales. A pesar de que cualquiera podría asestarle un ‘¡mírate, hija! ¡Si pareces bollera!’.
Aquellas tetas de pelota de playa hinchable marca Nivea semi desinfladas y caídas no le ayudaban demasiado en un físico orondo que ella se preocupaba de enmarcar con camisetas baratas de algodón —casi siempre rojas si es que no era siempre la misma camiseta, práctica muy dada entre la plantilla de funnyJet— que metía por dentro de un pantalón de padre de parroquia ajustado en el último agujero de un cinturón con muchos agujeros. Queremos decir el más alejado de la hebilla, por si hubiera lugar a dudas.
Sus pezones le rozaban las rodillas. El peso físico de Eugenie unido al de otros trabajadores de considerable envergadura, habría bastado para hundir la empresa, la flota de funnyJet y acaso el Titanic, si ésta en lugar de estar ubicada en una planta cero, hubiera estado en una planta por encima de la primera. No es que el que suscribe tenga prejuicios contra el sobrepeso. O quizá sí, a qué negarlo. En este mundo, el aspecto lo es todo. Nada como mantenerse en el peso ideal de cada uno y no en el de un cachalote. Éramos eruditos de la estética y como tales, implacables. De su peso carismático, rara vez tuvimos constancia.
EXAMEN. ¿Nos sometían a examen cada vez que nos drogábamos? ¿Para qué nos drogábamos, en realidad? ¿Para comprobar cuán capaces éramos de mantener la compostura? ¿Para no perder los papeles y así sentirnos justificados a la hora de criticar a aquél que sí lo había hecho? ¿No era precisamente perder el control, alejarnos de la versión que normalmente éramos, lo que perseguíamos cuando recurríamos a las drogas? ¿Acaso no buscábamos sacar al exterior ese ser grotesco que habitaba en nuestras profundidades para airearlo de vez en cuando antes de que terminase devorándonos por dentro? ¿Quién determinaba y por qué cuándo se le había ido a una persona el pedo de las manos? ¿Con qué legitimidad y criterio? ¿Es eso lo que perseguía la gente cuando salía por la noche? ¿En eso consistía la diversión ahora? ¿En mofarnos del que estaba plenamente feliz e integrado en su fabuloso globo (casi) sin incordiar a nadie? ¿En restregárselo dos días después en el puesto de trabajo y durante muchos días más? ¿De cuántas más estupideces estábamos compuestos?
EXCESO DE EQUIPAJE. Vertiginosa cuota, ascendentemente variable con una regularidad que dejaba pasmados a los clientes y trabajadores de funnyJet. Tal era la celeridad en el aumento de tarifa que la mayoría de las veces nos pillaba desprevenidos y donde decíamos diego acabábamos por espetar un digo para indignación de propios y extraños. Veinte eran los kilos permitidos por cada pasajero que previamente hubiera pagado el cargo por transportar una maleta facturada. Cualquier compañía podría perdonar dos o tres kilos de sobrepeso. funnyJet, ni lo sueñes. Cuando abandonamos la compañía, cada kilo excedido era penalizado con quince euros. Una aberrante barbaridad si nos seguimos acogiendo a los 18,99€ que venía a costar una reserva cualquiera.
Si el peso ideal de una maleta por cada pasajero se situaba en veinte kilos y casi siempre se rebasaba, con nosotros pasaba lo mismo. Era complicado mantenerse en el peso ideal después de pasarnos diez horas al día frente a un ordenador y prácticamente sin movernos y cuando lo hacíamos, ya podías estar seguro de que se trataba de movimientos mecánicos. Los kilos se iban acumulando sobre todo en barriga, cadera, muslos y cachetes visiblemente perceptibles sobre todo en las chicas y en Peter Porkins. Peter Porkins podía parecer tanto una oronda cerda inglesa rosada y mofletuda, como un espécimen masculino potable para el mercado de la carne cuando su estancia en Berlín se prolongaba abarcando algunos fines de semana seguidos.
Si es que ya lo sabíamos: no había mejor dieta que la del fin de semana. Hablamos de salir y todas sus peligrosas y tópicas connotaciones. Sin embargo, lo que nunca variaba en su figura era su culo puntiagudo bien marcado con vaquero ceñido, cinturón y camisa —si estaba gordo— o polo —si se veía más delgado— fajados. Era como si se hubiera pasado media vida y dedicado sus esfuerzos a ejercitar la rotundidad actual de aquellas nalgas hasta auparlas donde la gravedad poco tenía que hacer por el momento. A pesar de que presumía de ser sólo activo.
***
Muy Señores míos,
Por medio de la presente me dirijo al Servicio de Atención al Cliente de esta Compañía Aérea en la condición de pasajero del vuelo 4512, concertado con su compañía para realizar el trayecto Madrid–Berlín, en la fecha de 26 de diciembre de 2008.
En relación a este vuelo señalar que según lo ofertado, dos vinos que se consumieran durante este trayecto tendrían un coste de 8 euros, como acredita la revista suministrada por esta compañía y donde aparecen los costes de los servicios que se podrían recibir durante el viaje como cliente.
No obstante, posteriormente y al recibir el ticket, con el importe total de las bebidas solicitadas, compruebo que los dos vinos ascienden a 8,50 euros, que no corresponde con lo indicado por la revista. Y me cobraron esa cantidad y reclamé al azafato que haciendo las comprobaciones de las tarifas nos devolvió 50 céntimos. En la segunda ocasión que vuelvo a consumir dos vinos, se acercó la azafata llamada CRISTINA, y no sólo me cobró los 8,50€, sino que además recuperó los 50 céntimos que ya me habían devuelto de la primera consumición sin informarme previamente de que me iba a ROBAR 50 céntimos por un problema de tarifas. Cuando le cuestioné sobre el tema, contestó argumentando que a ella no le iba a faltar dinero en su caja, y que si yo tenía algún inconveniente, reclamase a la compañía o consumiese otra bebida diferente, que no le causara este problema.
En la tercera ocasión que pedí dos vinos, la azafata, Cristina, me volvió a cobrar 8,50€ (Adjunto copia de los 3 tickets).
Cabe destacar, por el interés hacia la empresa, la mala atención y falta de interés en la resolución de dicho problema por parte de la azafata que me atendió, Srta. Cristina, que en ningún momento nos permitió reclamar, ni siquiera a su sobrecargo.
Por ello, mediante la presente, solicito la devolución de los importes abonados indebidamente, en concreto un euro y medio, puesto que considero el pago de los mismos indebido, a tenor de lo establecido en el artículo 1.895 del Código civil.
A la espera de una solución amistosa del presente conflicto, atentamente,
Fdo. Benigno Villegas
***
Estimado Sr. Villegas:
Gracias por contactar con nosotros.
Para estudiar un posible reembolso es necesario que nos aporte usted, además, copia escaneada de la carta del avión y de la revista donde figura el precio que usted nos sugiere, pues no nos constan las variaciones a las que usted se acoge. Me temo que sin ese comprobante no podemos acceder a su petición.
Le agradecemos una vez más que se haya puesto en contacto con nosotros y quedamos a su entera disposición para cualquier consulta adicional. En caso de necesitar nuestra ayuda de nuevo, utilice la sección ‘Ayuda’ en nuestro sitio Web.
Atentamente
Arnau Bastaix
funnyJet Atención al Cliente
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Estimado Sr. Bastaix,
En relación a su respuesta obtenida, que viene a ser lo mismo que la de la azafata CRISTINA, totalmente inútil e infructuosa. Tengo que comunicarle que yo como cliente y usuario de su compañía, no tengo ninguna obligación de poseer la tarifa de precios en mi poder. En cambio, ustedes sí que tienen la obligación de poseerla, sellada y firmada por la empresa. No puedo creerme que no tengan un registro de sus publicaciones, ya que están obligados a hacer dicho registro.
No obstante, le adjunto la portada del número de la revista correspondiente a Diciembre de 2008, donde vienen las tarifas en cuestión de las que este tema nos atañe. Si ustedes en el departamento de reclamaciones de su empresa no poseen un registro de las mismas, vuelve a ser problema de su compañía y no mío.
A la espera de una solución amistosa y menos tediosa del presente conflicto, atentamente,
Fdo. Benigno Villegas
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Estimado Sr. Villegas:
Gracias por contactar con nosotros.
El problema radica en que nosotros como empresa privada no podemos ejecutar reembolsos sin causa justificada. Usted nos adjunta los tickets de sus sucesivas rondas de vinos, pero necesitamos contrastar los precios con la carta del avión y con el ejemplar de la revista a la que usted se refiere porque, repito, las tarifas concuerdan siempre. Para estudiar su solicitud, debe presentarnos copia escaneada de dicha carta donde figure el precio que usted sugiere como válido así como de la revista.
Asimismo, menciona usted muchas obligaciones para con nuestra empresa y nos gustaría saber en qué se ampara usted para efectuar esas afirmaciones categóricas que a nosotros, como empresa inglesa que somos, no nos constan.
Le agradecemos una vez más que se haya puesto en contacto con nosotros y quedamos a su entera disposición para cualquier consulta adicional. En caso de necesitar nuestra ayuda de nuevo, utilice la sección ‘Ayuda’ en nuestro sitio Web.
Atentamente
Arnau Bastaix
funnyJet Atención al Cliente
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Buenos días, me gustaría formular de nuevo una reclamación que realicé en febrero de 2008 y que tramito el señor Arnau Bastaix de Atención al Cliente (Incidente: 210107-001804). Esta misma reclamación está tramitada por Aena con el número B250/0828. En esa ocasión no quedó solucionada debido a que me faltaba la revista con las tarifas que ofrece funnyJet a sus clientes durante el vuelo. Ahora, ya he conseguido dichas tarifas y solicito abran una nueva reclamación con la siguiente reclamación:
Muy Señores míos,
Por medio de la presente me dirijo al Servicio de Atención al Cliente de esta Compañía Aérea en la condición de pasajero del vuelo 4512, concertado con su compañía para realizar el trayecto Madrid–Berlín, en la fecha de 26 de diciembre de 2008.
En relación a este vuelo, señalar que según lo ofertado, dos vinos que se consumieran durante de este trayecto tendrían un coste de 8 euros, como acredita la revista suministrada por esta compañía y donde aparecen los costes de los servicios que se podrían recibir durante el viaje como cliente.
No obstante, posteriormente y al recibir el ticket, con el importe total de las bebidas solicitadas, compruebo que los dos vinos ascienden a 8,50 euros, que no corresponde con lo indicado por la revista. Y me cobraron esa cantidad y reclamé al azafato que haciendo las comprobaciones de las tarifas nos devolvió 50 céntimos. En la segunda ocasión que vuelvo a consumir dos vinos, se acercó la azafata, llamada CRISTINA, y no sólo me cobró los 8,50€, sino que además recuperó los 50 céntimos que ya me habían devuelto de la primera consumición sin informarme previamente de que me iba a ROBAR 50 céntimos por un problema de tarifas. Cuando le cuestioné sobre el tema, contestó argumentando que a ella no le iba a faltar dinero en su caja, y que si yo tenía algún inconveniente, reclamase a la compañía o consumiese otra bebida diferente, que no le causara este problema.
En la tercera ocasión que pedí dos vinos, la azafata, Cristina, me volvió a cobrar 8,50€ (Adjunto copia de los 3 tickets).
Cabe destacar, por el interés hacia la empresa, la mala atención y falta de interés en la resolución de dicho problema, por parte de la azafata que me atendió, Srta. Cristina, que en ningún momento nos permitió reclamar ni siquiera a su sobrecargo.
Por ello, mediante la presente solicito la devolución de los importes abonados indebidamente, en concreto un euro y medio, puesto que considero el pago de los mismos indebido, a tenor de lo establecido en el artículo 1.895 del Código civil.
A la espera de una solución amistosa del presente conflicto, atentamente,
Fdo. Benigno Villegas
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Miren señores,
Como siempre, piratas y peor que los judíos. Sois incapaces de devolver un céntimo. Da vergüenza cualquier trato con vosotros. ¡MAN-GAN-TES! No esperaba otra respuesta. Qué vergüenza. Como no puedo conseguir recuperar el dinero que su empresa me estafó en contra de sus tarifas de precios vigentes cuando yo consumí los dichosos vinos, procedo de inmediato a pasar el tema a la oficina del consumidor.
Una historia de ficción que podría ser increíblemente real.
CONTINUARÁ…
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