En nuestra segunda y última tanda de conciertos de este Musikfest Berlin 2022 nos ha pasado de todo: dos horas de ceremonia dinástica coreana, una misa de Monteverdi que nos ha puesto los pelos de punta y hasta una ópera ajena al repertorio convencional. Y hemos vuelto a ver a Petrenko en su papel de diva y extraordinario director de la Orquesta Filarmónica de Berlín.
Seúl en Berlín (12 de septiembre)
Cuando el director de la orquesta entra a escena con su sombrero de seda negra, su toga tradicional verde y sus tejoletas de madera en la mano, el público lleva minutos con los ojos inquietos. El parqué de la Filarmónica está lleno de músicos en togas rojas sentados en el suelo con instrumentos de viento y cuerda de madera, detrás de ellos cuelgan campanas de metal y piedras de percusión en lo que parece el perfil de una casa coreana. Al fondo, un tigre de madera cuyas vértebras sirven de instrumento musical al ser frotadas con una vara de madera. Asistimos a un ritual coreano dinástico tradicional –Jongmyo Jeryeak– con enorme curiosidad.
Se nos presentan los hitos y hazañas de siglos de reinado de la dinastía Joseon, en un espectáculo que normalmente se representa en una plaza del centro de Seúl. Dos vocalistas, dos horas sin descanso. La secuencia de sonidos y el ritmo son repetitivos, los cantantes y la orquesta entonan al unísono. A través de la repetición se pretende crear un estado meditativo que nos haga receptivos al texto: batallas contra los japoneses, loas a diversos monarcas, la bondad de los dioses.
Dieciséis bailarines vestidos de azul acompañan las veintidós canciones del rito. Se mueven en perfecta e hipnótica coreografía, ocho de ellos con flauta y borlas, los otro ocho con espadas de madera. Honran a los reyes y a las victorias militares, en un ritual que ha permanecido casi inmutable durante seis siglos y que es desde 2001 Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la Unesco. Es sin duda una música difícil para el oído occidental, que espera en un concierto otras formas de ritual. Un contrapunto interesante dentro del programa orquestal de este Musikfest Berlin 2022, que nos introduce a un aspecto de la cultura coreana desconocido para el público mayoritario.
Miércoles de misa en la Filarmónica (14 de septiembre)
Cada año nos gusta más Philippe Herreweghe. Más de medio siglo lleva el director belga a cargo de la agrupación coral de Gante (Collegium Vocale) y en pasadas ediciones del Musikfest Berlin ya pudimos escuchar las extraordinarias interpretaciones de obras de Bach a cargo del Collegium. Esta noche toca Claudio Monteverdi, creador de la primera ópera (Orfeo) e iniciador del barroco musical con reminiscencias renacentistas.
El reducido grupo que representa hoy al Collegium lo conforman apenas dos decenas de músicos y voces. En los extremos, dos instrumentos de cuerda con mástil de metro y medio parecen enmarcar al conjunto bajo palio. Interpretan las Vísperas de la beata Virgen, una composición sacra de ambición monumental. Entre salmos —Dixit Dominus, Lauda Jerusalem— y motetes como El cantar de los cantares, nos adentramos en un repertorio de misa entre piezas corales, solos femeninos y masculinos y delicadas piezas instrumentales de transición. El texto latino es una oda a la Virgen María y al misterio divino. Conmueve hasta al más ateo.
Pese a la Contrarreforma y quizás por la influencia veneciana sobre Monteverdi, sorprenden versos de carácter erótico en los motetes. En uno de ellos, una de las voces femenina comienza a dirigir con decididas manos a sus compañeros, que responden con vigor. Termina en un larguísimo Magnificant que aúna todos los elementos previos con un texto y un juego de voces exquisito y testigo de la ambigüedad de la Contrarreforma (“a los poderosos despoja de su trono, eleva a los miserables”). Y deja constancia de la validez de la obra in saecula saeculorum, por los siglos de los siglos. Amén.
Petrenko viaja al siglo XX (15 de septiembre)
Entra en el escenario Kirill Petrenko caminando con decisión. En menos de tres segundos sobre el púlpito ya está dando instrucciones de arranque a la Orquesta Filarmónica de Berlín. Un fortísimo de tuba nos mete de lleno en Empreintes de Iannis Xenakis. El compositor griego nos transporta en esta breve pieza a su mundo de sonidos intergalácticos. La orquesta se recrea en la tridimensionalidad sonora del espacio, que el público percibe mejor a media distancia. Deriva la obra una aceleración de agudos cortos y termina en una breve flatulencia de trombón que hace reír y aplaudir al público.
Petrenko lleva a un ritmo extenuante y explosivo la siguiente pieza: la única sinfonía compuesta por Bernd Alois Zimmermann (Sinfonie in einem Satz). Un ejercicio de fuerza (tour de forcé) de quince minutos sin anclaje programático. Una marcha catastrófica compuesta en la posguerra alemana, una tormenta de percusión y refinado misterio sonoro con cuidada paleta de sonidos de cuerda. Un reflejo musical de las turbulencias del espíritu alemán tras la debacle. Y un gozo musical agotador.
Termina nuestro periplo en este Musikfest Berlin 2022 con otra pieza de mediados del siglo XX. Se trata de El prisionero de Luigi Dellapiccolla, una ópera en la que el compositor italiano purga sus traumas bélicos a través de la historia de un rabino perseguido en la España de Felipe II. El rey de dos Mundos aparece como metáfora antagonista, la prisión como lugar de reflexión.
La pieza resiste bien el despojo de su escenografía y conmueve la cercanía física de la extraordinaria mezzosoprano Ekaterina Semenchuk. “Domine, domine”, exclama el apabullante y multitudinario coro y nos convence de que “die Philarmoniker” no le tienen miedo al género operístico. La obra termina con el descubrimiento de un engaño, el preso no consigue escapar de su prisión. “La esperanza era la última tortura”, grita lacónico el barítono. Solo la música era real.
Texto: Juanfran Álvarez para Berlín Amateurs © septiembre 2022
Fotografía: Fabian Schellhorn / Berliner Festspiele
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