Si les preocupan las cámaras que capturan las vistas de las calles en los mapas de Google y que puede que capturen su imagen la próxima vez que vaya al supermercado, es posible que desee conocer la pieza Cabeza pixelada (en adelante Pixelhead) que ha creado el artista residente en Berlín Martin Backes (1977).
Esta pieza que él denomina “de camuflaje para la era de Internet” fue concebida en 2010 y está inspirada en un pasamontañas en el cual se ha estampado la imagen descompuesta en píxeles del rostro de Hans-Peter Friedrich, ministro de interior de Alemania en la época en la que se realizó la misma. Friedrich era el responsable de la seguridad, de la lucha contra el terrorismo y de la expedición de documentos identificativos como pasaportes o carnés de identidad. Pixelhead, sin embargo, no se basa en una persona específica –para los que sean reticentes a llevar la imagen de Friedrich en sus propias carnes–, ya que los píxeles se han ampliado y desordenado. El dibujo de la máscara está pensado para que produzca confusión y mareo cuando se mira, siendo ese precisamente el objetivo, que no se pueda observar “el camuflaje digital”, según afirma su autor.
Mímesis
Pixelhead nació como una prenda para la supervivencia urbana. Si se lleva en el ajetreo y bullicio diario, hace que los rostros no sean identificables por las cámaras, resultando imposible, en la medida de lo posible, este tipo de vigilancia. Intuitivamente y como dice el artista, se podría describir este objeto como de camuflaje, aunque esta definición, sin embargo, tiene en sí misma una inversión de perspectiva o contradicción.
El camuflaje se basa en el antiguo concepto de mímesis y su función es facilitar la inserción en un entorno natural e imitarlo sin ser descubierto (animales que cambian el color de la piel para adaptarse a un árbol o cualquier sitio donde reposan como el camaleón; trajes militares que se estampan con follaje para ser irreconocibles en lugares de extensa vegetación como la jungla).
Por lo tanto, la mímesis en sí, se refiere a la imitación de la naturaleza y del entorno que nos rodea, no obstante Pixelhead opera su mímesis en un entorno que no es natural, sino virtual y artificial. Ser “mimético” en este proyecto significa enfatizar una profunda y urgente necesidad de transformación: defender nuestra privacidad en la realidad (física), para adaptarse lo mejor posible a las tecnologías de control, implementadas en miles de ojos de “máquinas” que nos observan. Esos “ojos” suponen un filtro constante y continuo a través del cual todo se lee, se codifica y se procesa.
Anonimato
La motivación de Backes para realizar esta pieza fue la dificultad de definir la noción de anonimato, en constante cambio en nuestro tiempo. “Ya sea a través de la cesión voluntaria de la privacidad –como es por ejemplo el caso de las redes sociales–, o involuntaria –a través de la vigilancia de la industria digital y de control del Estado–, las consecuencias sociales de renunciar a nuestra privacidad no son previsibles todavía”, dice.
Bien es sabido por todos (o al menos está bastante claro para la mayoría), que Facebook recoge y registra los detalles de nuestra vida cotidiana, usando los perfiles de millones de personas para construir una base de datos al servicio del marketing. En ella se reflejan, gustos, intereses, preocupaciones, ideologías etc. Además, los teléfonos móviles, llamados “inteligentes”, permiten fácilmente rastrear nuestros movimientos mediante geolocalizadores GPS (Global Positioning Systems). Así pues, el anonimato o la frontera entre lo público y lo privado, ciertamente, poco claro está.
“Caminar es publicar”
Principio o término utilizado por muchos artistas digitales en este momento y con el que se quiere expresar que dondequiera que esté y haga lo que haga un individuo, las cámaras pueden estar mirando. El artista trató de ilustrar y transmitir esta idea lo mejor posible y eso le llevó a Pixelhead, nada mal; “Pixelhead no tiene la función de ser una pieza educativa, sino que es una declaración de intenciones a favor de la privacidad”, matiza Backes. Como poco, la paranoia está ahí, y parece que es fuente de inspiración y de conspiración.
Pixelhead, la pieza
La estética de Pixelhead es muy específica, el patrón decorativo elegido por el artista es, como se ha mencionado anteriormente, una imagen digitalizada y muy ampliada, donde la paleta de colores es similar a los que un rostro o cabeza reales tendrían si se fotografiasen.
El material utilizado es tejido elástico brillante (similar a la licra o a los materiales utilizados para los trajes de baño o de deportes) en el que se ha realizado la impresión de la imagen pixelada. La máscara tiene aberturas para los ojos y la boca, permitiendo ver y respirar cómodamente mientras se usa, con la certeza de que la imagen del portador no se muestra cuando no hay deseo expreso de ser mostrada.
La máscara facial Pixelhead –de la que Backes ha producido una serie limitada de 333 piezas firmadas y numeradas–, no es solo un pequeño trozo de tela, sino que es un minúsculo espacio de anonimato en la era de Internet. Aunque pensándolo bien, no solo… porque es tan válido para ocultar el rostro del usuario frente a cámaras de vigilancia como durante una protesta política, visitando a un amante ilícito o asaltando un banco.
Texto: María Muñoz para Revista Solemne, Ciudad de Guatemala, julio 2015. Copyright imágenes de Pixelhead cortesía del artista © Revista Solemne, julio 2015
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