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Escrito por: Actualidad Aire libre Alemania BERLÍN PRÁCTICO OCIO Primavera Verano

Huertos colectivos y Kleingärten | Cómo conseguir un jardín en Berlín

Llega abril, se acaba la depresión de invierno y Berlín se llena de vida. Hay quien limpia su bicicleta o sale a la calle a cazar cada rayo de sol, por fin sin morir de frío. Y a otras personas les –nos– da la vena jardinera. Un impulso ancestral de plantar, regar, podar y recoger algún fruto. Satisfacerlo aquí no es fácil, pues apenas hay gente que viva en una casa con jardín en Berlín. Pero es posible y os contamos cómo.

Berlín es una ciudad bastante verde en comparación con otras capitales europeas: aproximadamente un cuarto de la superficie de la ciudad son parques, zonas verdes o agua, suficiente espacio para dedicarse también a la jardinería. Pese a ello, si los alquileres de vivienda están por las nubes, ¿cómo ponerse a fantasear con tener un jardín en Berlín?

Kleingärten o Schrebergärten

A quienes conocen Berlín lo primero que se les viene a la mente son las colonias de jardines conocidos como Schrebergärten o Kleingärten. Estos se sitúan en suelo público que se cede a los ciudadanos, una práctica que empezó en el siglo XIX para dotar de tierra de cultivo y esparcimiento a las capas pobres de la población. En Berlín hay varios cientos de estas colonias de Kleingärten. En los últimos años ha crecido la presión para ocupar estos terrenos (que comprenden casi un 4 % de la superficie berlinesa), con edificios de viviendas, necesarios ante la falta de espacio habitacional.

Si nacieron como consuelo de pobres, hoy son refugio de todo tipo de fauna urbanita: gente de Kreuzberg con hijos, jubilados alemanes de los barrios periféricos, personas deseosas de escapar por unas horas de la civilización y, por desgracia, algunos indeseables. Muchas de estas colonias tienen una fama de alojar “Spießer”, o sea, tradicionalistas con anhelos de orden y con poca tolerancia a lo diferente. Y entre ellos abundan sujetos con fuerte identidad nacionalista, que plantan su bandera alemana –algunos la federal, no pocos la imperial–.

📍 Aquí un mapa interactivo con todos los Kleingärten de Berlín

🌱 Aquí están listadas todas las páginas webs de cada distrito en las que encontrar más información sobre la solicitud de admisión

Conseguir arrendar un Kleingarten es ahora mismo bastante complicado, pues existen listas de espera de casi diez años para los más cercanos al centro de la ciudad. Muchas colonias ni siquiera admiten nuevas solicitudes. Además, desde hace años se habla de la dificultad de entrar como miembro de alguna de estas colonias de jardines si se tiene un apellido extranjero. La xenofobia jardinera existe. Asimismo, un Kleingarten tampoco sale gratis: el cambio de arrendatario puede costar varios miles de euros, dependiendo también de si el jardín incluye una caseta. A partir de ahí, los costes anuales alcanzan según datos oficiales unos 700 euros de media.

Quien a pesar de todo lo quiera intentar, puede revisar las páginas webs de las colonias en concreto o directamente visitarlas e informarse en el lugar sobre los respectivos procesos de admisión; algunas cuentan con paneles informativos o realizan con frecuencia eventos para sus socios. Ante las dificultades de acceso, cada vez es más común que un grupo de amigos se reparta un jardín del que solo uno de ellos es arrendatario.

Jardines comunitarios o huertos urbanos en Berlín

Existe una opción más fácil para quienes no puedan contener sus ansias agricultoras: los jardines comunitarios (Gemeinschaftsgarten) o huertos urbanos. Suelen estar organizados en torno a una asociación cuyos miembros se reparten el uso y tareas dentro del jardín, que consta de una única parcela. Algunos –como el Frobengarten en Schöneberg– han surgido en lo que antes era un aparcamiento asfaltado; otros ocupan parte de parques –Tempelhofer Feld– o espacios públicos degradados, como un parquecito cercano a Berghain.

Lo importante es mentalizarse de que se trata de una responsabilidad colectiva, no apta para individualistas convencidos. Toca reunirse de vez en cuando para aclarar responsabilidades, hacer trabajos en común como podar los árboles o repartir tierra o abono. Cabe esperar alguna que otra discusión en torno a si se puede o no celebrar un cumpleaños u organizar una barbacoa en el jardín. Si los grupos de WhatsApp de la Kita dan miedo, espera a ver el del jardín. Centrándonos en lo positivo: en un jardín colectivo casi siempre hay alguien con quien hablar de intereses comunes, aprender sobre plantas y paliar la soledad de la gran ciudad.

Acceder a un jardín comunitario suele ser bastante más sencillo que conseguir una parcela propia en una colonia de jardines. Muchos de ellos solo requieren el envío de una breve solicitud de admisión o se llega por recomendación, otros son más informales y dejan participar prácticamente a cualquiera. Quien suscribe estas líneas tardó menos de un año en ser admitido en uno en el centro de la ciudad.

📍 Aquí un mapa con los Gemeinschaftsgärten de la ciudad de Berlín

¿Y qué espera a quien finalmente consiga participar en un jardín o hacerse con uno? Pues mucho disfrute y también trabajo. Las plantas requieren cuidados constantes y cierta organización, por lo que planear el año es importante. En marzo se empieza con la elección de plantas para la temporada. Durante la primavera se plantan semillas tanto en casa –para especies más veraniegas, que luego se trasladan al jardín– como directamente en el terreno. Siguen meses de cuidado de las plantas, podar, regar, cosechar, volver a plantar.

La recompensa es grande: especies de tomates frescos que jamás encontrarías en un supermercado, especialidades de verduras típicas de Italia o Polonia, ensaladas que de verdad saben a algo. Incluso es posible recolectar algunas especies bien entrado el otoño y en invierno. Una gran satisfacción, fruto del trabajo manual que –sobre todo quienes trabajamos en ambientes cada vez más digitales– apreciamos enormemente.

Texto: Juanfran Álvarez para Berlín Amateurs © abril de 2024; fotos Maie Escorial y Juanfran Álvarez
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