Moda, desnudos y retratos son las tres categorías en las que Helmut Newton es considerado un fotógrafo de culto. Helmut Newton no es un fotógrafo convencional. Libros como White Women (1976), Sleepless Nights (1976) o Big Nudes (1982) son muestras evidentes de ello. La elegancia de sus fotos trasciende la moda, pues poseen una calidad eterna inexplicable. Mirada aguda, maestro de la osadía, Helmut Newton escandalizó e intrigó al mundo durante medio siglo con sus provocativas fotografías de mujeres.
Lo que Newton mostraba en los desnudos fue totalmente radical para la época. De origen judío, Newton nació en Berlín el 31 de octubre de 1920 en el seno de una familia acaudalada. “Nací un domingo por la mañana, a las once y media en un barrio de Berlín llamado Schöneberg. Mi madre me dijo que había estado lloviendo todo el día, pero que cuando llegué al mundo de pronto salió el sol”, escribiría el propio Newton al comienzo de su autobiografía. Cuando se hizo fotógrafo, el sol también salió para iluminar la fotografía.
Un visionario genuino
Niño sobreprotegido sin ningún interés por los estudios, se compró su primera cámara a los 12 años con la que puso en marcha su fascinación por la fotografía que, con el tiempo, le catapultaría a la fortuna y a la notoriedad internacional. Helmut Newton desarrolló su etapa de aprendizaje con la fotógrafa alemana Yva a partir de 1936. Con apenas 18 años, cuando la Kristallnacht –la noche de los cristales rotos– desgarró Alemania, consiguió escapar de los nazis. “El fin empezó el 9 de noviembre de 1938, con la noche de los cristales rotos. Los nazis tenían mucho talento para acuñar frases: la noche de los cuchillos largos, la solución final…”, nos cuenta el propio Newton desde la narración de sus vivencias. Sin embargo, nunca llegó a China, su destino pretendido. Tras entregarse a una sucesión de aventuras amorosas a bordo del barco en el que huía, acabó en Singapur, donde se convirtió en gigoló y amante de una mujer mayor.
Cinco décadas de trabajo ininterrumpido
El mundo estaba en guerra y los rumores de trasladar a los judíos alemanes a campos de internamiento llegaron incluso a Singapur. De modo que Newton se esfumó nuevamente y acabó en Australia. Allí se alistó al ejército patrio donde sirvió durante cinco años. Después abrió su primer y diminuto estudio fotográfico en Melbourne. En 1948, se casó con June, actriz de éxito, quien ha influido en toda su obra. En los años 50 se trasladó a París, después de un breve periplo en Londres, donde siguió sorprendiendo con sus imágenes de una belleza insultante. Su polémico primer libro, White Women (1976), le valió el título de rey del vicio y príncipe del porno.
Su personal vocabulario fotográfico ha sido considerablemente imitado, cuyo influjo ha alcanzado a la fotografía moderna y a las artes visuales. En 1987 se embarcó en lo que él mismo denominó su ego trip definitivo: la publicación de una revista que contendría 32 fotografías y se llamaría Helmut Newton’s Illustrated. June sería la directora artística. Helmut Newton murió en 2004 a los 83 años en un accidente de tráfico en Los Ángeles cuando, al salir del hotel Chateau Marmont de Hollywood, su cádillac perdió el control y se estrelló, provocado por un ataque cardiaco sufrido por el fotógrafo en aquellos momentos. Los últimos años de su vida los pasó junto a June en su residencia de Montecarlo.
Culto a la mujer
La primera vez que vio a una mujer semidesnuda frente a un espejo tenía tres o cuatro años, según se desprende de su autobiografía. Fue su niñera, en ropa interior maquillándose frente al espejo. Estaba preciosa. Uno de sus tempranos recuerdos que quizá marcó el primer paso en el extenso y prolífico itinerario de su carrera. Las mujeres en las fotos de Helmut Newton están colocadas en un escenario que trasciende el presente. Hacen valer su propia existencia en un desafío temporal: antiguos jardines de mediados de siglo en una villa italiana, entradas grandiosas y habitaciones decoradas con finura y esmero, apartamentos elegantes de la alta burguesía parisina que se ajustan al lujo y la estabilidad, constantes en su obra.
La ropa que llevan sus modelos, generalmente no corresponde a tendencias de moda concretas. De hecho, él no estaba interesado por la ropa como objetos de fotografía en sí mismos, al contrario que muchos otros fotógrafos. Sus fotos, sus desnudos, carecen de inocencia y no responden siempre al canon clásico de belleza. Las posturas de sus mujeres van desde piernas estiradas, tumbadas, sentadas con gracia en sillas o sillones confortables, corriendo, inclinadas en una ventana y de pie. Vestidas, semivestidas, semidesnudas y desnudas. La forma femenina de Newton celebra el desnudo como si fuera un evento magno. Sus desnudos siempre subieron un peldaño más arriba, fueron más allá de la frontera del abismo. En muchos casos, podría decirse incluso que sus fotos revisten un aire de criminalidad y, sobre todo, una tensión sexual insoportable.
Newton supo guiar con astucia el objetivo de su cámara al cuerpo femenino: celebrities, anónimos o desnudos controvertidos por el uso recurrente de aparatos de ortopedia médica, que tanta polémica llegó a suscitar mientras vivía y cuyo uso se llegó a interpretar como una metáfora del poder curativo del sexo. El erotismo, la seducción, el fetichismo, el lujo y el glamour constituyen los pilares de sus fotografías, presentes en revistas como Vogue Francia –para la que trabajó durante más de veinticinco años-, Marie Claire, Elle, Queen, Nova, Playboy, US, Vanity Fair y Vogue Italia. Newton desarrolló una estética personal en sus fotografías de modelos y desnudos. Entre los premios recibidos en vida es preciso nombrar el Grand Prix Nacional de la Ville de Paris (1990), el Grosses Bundesverdienstkreuz de la RFA (1992), Commandeur de l’Ordre des Arts et de Lettres (1996) y Officer de l’Ordre de Mérite Cultural de Mónaco (2001). Es uno de los fotógrafos más tenaces y admirados del siglo pasado e incluso de éste, me atrevería a decir.
Fundación Helmut Newton, una institución viva
En octubre de 2003, pocos meses antes de su muerte, Helmut Newton estableció en Berlín los preceptos de lo que sería la fundación que lleva su nombre –abierta al público desde el 3 de junio de 2004–, hoy elevada a la categoría de Museum für Fotografíe (museo de la fotografía asociado al estado): “Berlín me había fascinado desde el momento que comprendí lo que significaba una ciudad. De niño me encantaba. Cuando emigré y me embarqué en mi odisea rumbo al Lejano Oriente, la añoré terriblemente”, también extraído del relato de su vida.
Dedicada a la preservación y presentación de su trabajo y el de su mujer –bajo el pseudónimo de Alice Springs–, el estilo arquitectónico prusiano de la fundación, rige en las dependencias de este antiguo casino del barrio de Charlottenburg, junto a la estación Zoologischer Garten. 1500 metros cuadrados por el que ya han pasado más de 500 mil visitantes. Parte del edificio está siendo renovado y se prevé su inminente apertura –pronosticada para el pasado mes de octubre, en realidad–. De acuerdo con los deseos de Newton, la Fundación no debería ser un museo muerto sino una institución viva: una selección de su trabajo siempre innovador es mostrada en concordancia con el trabajo de los mejores fotógrafos de nuestro tiempo. David Lachapelle, Larry Clark, Ralph Gibson o Pigozzi ya han compartido cartel y protagonismo con Helmut Newton. La fundación hace tiempo que forma parte de la dinámica y efervescente escena cultural berlinesa. Visita imprescindible.
La autobiografía de Helmut Newton, íntima y póstuma, está publicada en español por RM VERLAG
Redacción Berlín Amateurs © 2010, revisado 2020
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