Profundizamos sobre un popular parque de Berlín y sus dos realidades: Görlitzer Park. Su particular historia, la escalada de violencia y droga, y el gran interrogante sobre su futuro.
Histórica, cultural, alternativa, verde y, sobre todo, libre. Esos son algunos adjetivos que podrían utilizarse para describir a la ciudad de Berlín. Más sorprendente aún, hay lugares en donde incluso se pueden encontrar todos estos atributos en simultáneo. Görlitzer Park es uno de ellos.
El parque, coloquialmente conocido como “Görli,” es uno de los espacios públicos más populares de Berlín, ubicado en el distrito de Kreuzberg, y encarna la actitud de espíritu libre que tanto atrae a la capital alemana. Fue creado en la antigua Görlitzer Bahnhof, Estación de Ferrocarril de Görlitz construida en 1866 y destruida durante la Segunda Guerra Mundial.
Luego de pasar por años de demoliciones, túneles, construcciones defectuosas, y hasta usarse como depósito, el área se transformó en un parque público, inaugurándose oficialmente en 1984. Görli siempre fue un querido punto de encuentro de los personajes más coloridos de Kreuzberg, barrio que se caracteriza por su importante comunidad de extranjeros, particularmente migrantes y refugiados.
Durante sus primeras décadas, el parque mantuvo su relativa normalidad como cualquier otro en Berlín, y era común ver multitudes organizando eventos al aire libre, niños corriendo felices por el terreno, personajes bailando y vecinos haciendo ejercicio.
Sin embargo, su situación posterior fue otra. Como en todo parque, existe la posibilidad de encontrar algunas rosas con espinas. Las espinas de Görli fueron la droga, el crimen, la violencia y el descontrol. ¿Cómo se dio la transición de las comidas al aire libre, los manzanos y los niños jugando, al tráfico de droga, violaciones en manada, y jeringas tiradas entre los arbustos?
Declive: la escalada de violencia y droga
El tráfico de drogas comenzó a surgir a principios de los años 2000, coincidiendo con los cambios sociales y económicos más amplios en Berlín, incluyendo el aumento de la migración y la gentrificación, que crearon centros de disparidad económica. Muchos de los individuos involucrados eran marginados, refugiados e inmigrantes que luchaban por encontrar empleo legal.
A partir de 2012-2013 es cuando los informes delictivos se tornaron más frecuentes, incrementando la preocupación publica y provocando que los medios lo cataloguen como una zona prohibida. Años más tarde, el Tagesspiegel lo terminaría bautizando como el “Problempark Nr. 1“ de Alemania.
Durante la última década, la violencia y el crimen relacionado con las drogas no subsistió y llegaron a alcanzar niveles críticos. Görli siguió sirviendo de espacio de transacción donde el comercio ilícito puede tener lugar a la luz del día. La ubicación del parque (con su diseño y rutas de escape), su popularidad y su reputación lo convirtieron en el lugar perfecto desde el que operan los traficantes. Era tal el descontrol que incluso en 2019, el director del parque Cengiz Demirci llego a habilitar zonas donde los vendedores podían vender drogas sin problemas, medida que terminó envuelta en polémica y luego descartada.
Aunque los acontecimientos generaron una fuerte presencia policial y decenas de arrestos, los problemas subyacentes no se resolvieron. Sólo en el primer semestre de 2023, la policía registró 733 delitos relacionados con drogas. Este “turismo de la droga” suele acarrear otros problemas: violencia, robos y delitos del índole sexual.
En búsqueda de una alternativa a la coerción policial, paralelamente comenzaron a tomar forma esfuerzos para involucrar a la comunidad y proporcionar servicios sociales, introduciéndose programas dirigidos a la rehabilitación y la integración. Pero la falta de financiamiento de estos impidió que se pueda solucionar el problema estructural y el barrio fue perdiendo la fe en la capacidad de la autoridad estatal. ¿Sería posible terminar definitivamente con esta situación descontrolada? ¿Qué enfoque optaría el Estado de Berlin?
Zonificación y cierre nocturno: la solución polémica del Gobierno
Para abordar los complejos problemas en Görlitzer Park, el gobierno de Berlín se decidió a implementar una serie de esfuerzos de zonificación dirigidos a recuperar el parque y reducir las actividades criminales. Este plan de zonificación trata de construir una valla alrededor de su perímetro y cerrarlo de noche. “La situación en Görlitzer Park es inaceptable, no debe seguir como está” declaraba el alcalde Kai Wegner (CDU).
Para ello, se ampliaría el muro que lo rodea y se levantarían puertas de entrada. Se cerrarían los cerca de 300 metros que el muro existente alrededor del espacio verde ha dejado libres para los 17 puntos de acceso. En el presupuesto ya se han destinado casi dos millones de euros para cubrir los gastos de reparación y refuerzo del muro existente en el parque, así como para construir la valla, y se estiman que terminaría costando un total de cuatro millones de euros. En una ciudad particular como Berlín, ¿qué impacto tendría esta propuesta en la comunidad? ¿Podría el alcalde realizar sus planes sin inconvenientes, con amplio favor societal?
“Görli permanece abierto”, respuesta de la comunidad vecinal
Como muchos se podrían imaginar, esta medida provocó una fuerte reacción de enojo por parte de organizaciones sociales, residentes del barrio y hasta el distrito de Friedrichshain-Kreuzberg. A cargo de Clara Herrmann (Los Verdes), el distrito fue más allá y llegó a denunciar al Senado, al tratarse de una competencia del distrito local. Según ella, “la idea no hace más que poner otra tirita sobre los problemas reales y que no hará más que trasladar la actividad delictiva a los barrios circundantes”.
Sin embargo, el tribunal terminó rechazando la demanda del distrito contra el Senado. Para los tribunales, el Senado puede asumir la responsabilidad al tratarse de una cuestión que “afecta a los intereses generales urgentes de Berlín”. Ratificando la sentencia, el Tribunal Administrativo Superior de Berlín-Brandeburgo dictaminó que la demanda del distrito contra el Senado no es legalmente admisible porque ambas instituciones forman parte del Estado de Berlín.
Para los vecinos de Wrangelkiez, uno de los barrios que colindan con Görli, el gobierno berlinés quiere imponer su plan en contra de la voluntad de los residentes, las organizaciones sociales locales, las iniciativas vecinales y casi todo el consejo del distrito de Friedrichshain-Kreuzberg.
El gran motivo por el rechazo comunitario es que estas medidas no acatan el problema de raíz y solo intentan mostrar un Estado presente en la superficie, cuando en realidad el Estado fracasa en asistir a estos grupos marginados. La desigualdad está positivamente correlacionada con la delincuencia, y es importante destacar que las infracciones de la ley de inmigración son el segundo delito más denunciado en Görli, por lo cual parte del problema son las desigualdades estructurales detrás de las estadísticas.
Los grupos vecinales resaltan la importancia de llegar a la gente que está detrás de escena, reforzando la oferta social y cultural del parque, una especie de ofensiva sociocultural contra las drogas. Uno de estos grupos activistas, Wrangelkiez United, inició una petición sosteniendo que haya centros de acogida, salas de consumo abiertas, cruces mejor iluminados, aumento de los permisos de trabajo y más financiación en general para elevar las perspectivas de vida. Ellos exclaman “Soluciones sociales para problemas sociales“.
Entre otras iniciativas, se destaca Görli 24/7, que exige que el parque esté siempre abierto, sin cerco. Ya han realizado varias raves en contra de la zonificación, y su objetivo es movilizarse contra el cierre haciendo visible diversas luchas. A mediados de año, decenas de personas se reunieron en una manifestación ciclista por el parque y, está prevista una manifestación para el “Día Z”, cuando se estipula que comience la construcción de la valla, con preparativos para sabotear u obstruir las obras.
La respuesta conjunta de la comunidad no fue en vano, consiguiendo retrasar los polémicos planes de construcción, cuyo inicio estaba programado para principios de 2024, posponiéndose hasta el verano. Por lo tanto, es casi una certeza que el vallado no estará finalizado hasta el 2025 y todavía persiste el gran interrogante acerca del destino final del Görli.
Futuro de Görlitzer Park: un parque, dos realidades
La historia y situación actual de Görli son emblemáticas debido a las complejidades enfrentadas por áreas urbanas que lidian con el crimen, el abuso de drogas y la desigualdad social. Cuando Görli dejó de ser la estación de ferrocarril para convertirse en el espacio verde que es hoy a principios de los 90, se anunció como un espacio inclusivo para todos. La emigración masiva tras la caída del muro de Berlín y el aumento de viviendas accesibles en la zona hicieron de Kreuzberg un lugar ideal para asentarse para una gran cantidad de inmigrantes.
Hoy la realidad es otra. Mientras Berlín lidia con su nueva condición de centro europeo de la inmigración, la batalla por Görli adquiere un nuevo significado. Por un lado, un frente exclama la construcción de rejas, cierres nocturnos y aumento masivo de medidas de seguridad. Por el otro, se implora el fortalecimiento de comunidades, aumento de financiación para programas sociales, y un presencia sociocultural del Estado.
Los esfuerzos para rescatar el parque de su decadencia implican un enfoque multifacético que incluye la aplicación de la ley, la participación comunitaria, los servicios sociales y el desarrollo urbano. El desafío continuo es el equilibrio de estos esfuerzos para crear un espacio público seguro, vibrante e inclusivo para todos.
La lucha por su futuro sigue abierta, pero su desenlace tendrá repercusiones mucho más allá de los muros del parque.
Texto: Bautista Vera Feld para Berlín Amateurs © septiembre 2024; fotos: Zalo Rivero, Maie Escorial y Wikimedia
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