A lo largo de la historia, los movimientos artísticos han sido vías para la canalización y definición de las identidades de los pueblos. El cine ha servido para materializar los cambios, evolución y desaparición de tales identidades; para entenderlas y compartirlas, para recuperarlas. El caso de Alemania es especialmente llamativo al haber construido gran parte de la historia de sus últimos cien años en un contexto de inestabilidad y radicalización política. Cuarenta de esos años se fraguaron en buena parte del territorio bajo los ideales del marxismo-leninismo, en una república joven y entusiasta que construyó una nueva identidad a partir de 1949.
Así, en un contexto de polarización cultural a escala mundial, la identidad de la RDA (República Democrática Alemana) tuvo que definirse desde la carencia de una tradición propia: nuevo himno, nuevas marcas y productos, nuevos símbolos sociales. La total destrucción que supuso la Segunda Guerra Mundial para el país se manifestó en aspectos no solo urbanísticos, materiales o humanos, sino también culturales. La identidad musical y cinematográfica del país no podía asemejarse a su pasado nazi, de manera que sus nuevas referencias se fueron construyendo desde planteamientos ideológicos opuestos.
Berlín, cine y Ostalgie
Paralelamente, el conflicto de la Guerra Fría se iba materializando a nivel mundial, y Berlín se convertía para mediados de los años cincuenta en el escenario real y metafórico idóneo para el enfrentamiento entre Estados Unidos y la Unión Soviética. Como parte de esta guerra ideológica y cultural, el cine fue una de las principales herramientas de propaganda política. Desde la órbita del capitalismo, fueron llegando productos cinematográficos en los que se repetía el planteamiento narrativo del agente occidental que era enviado en una misión secreta a un Berlín Oriental hostil y desconfiado.
Fue la construcción del muro en agosto de 1961 lo que al mundo capitalista le sirvió para constatar qué significaba vivir en la órbita del comunismo, y los productos cinematográficos procedentes de Estados Unidos o Reino Unido aprovecharon un escenario aún mejor: ahora la ciudad estaba físicamente dividida y obligaba a héroes como Paul Newman, Michael Caine o James Bond a cruzar a través de pasos fronterizos.
Fueron películas como Decisión a medianoche (1954), Cortina rasgada (1966), Funeral en Berlín (1966), Octopussy (1983) o más recientemente El puente de los espías (2014) las que construyeron y perpetuaron la idea de que no existía una vida normalizada en Berlín Oriental. Se iba definiendo el cine capitalista como una herramienta poderosa y eficaz en la cohesión de un imaginario muy concreto.
La RDA se redujo por tanto a la representación de un lugar gris y silencioso, sin familias o parejas de enamorados; se construyó en la pantalla como un territorio intransitable cuyos ciudadanos solo ansiaban cruzar al mundo occidental y disfrutar de las bondades del capitalismo. Mientras se proyectaba esta imagen tendenciosa y simplificada, la RDA cosechó una importante producción cinematográfica por parte de la DEFA que resultó inexistente para el mundo occidental. Títulos como Berlin, Ecke Schönhauser (1957), Die Legende von Paul und Paula (1973) o Coming out (1989) fueron, entre muchos otros, ejemplos que mostraban que la rutina y la normalidad eran viables en una ciudad en la que había algo más que alambres de espino y barreras antitanques.
Fue la Unificación en 1990 la que trajo uno de los principales puntos de inflexión en la reconcepción cultural de la desaparecida RDA, que necesitó encontrar una nueva identidad en el contexto de Europa. En un intento de recuperar un pasado que había sido barrido bajo la alfombra del capitalismo, el cine produjo una serie de películas que con considerable nostalgia hablaban de aquella república desde una perspectiva más humana.
Lejos de la representación de Berlín como un escenario politizado y propicio para la guerra ideológica, se quiso hacer una exploración más íntima y doméstica de la vida cotidiana. Ya desde Sonnenallee (1999) hubo un intento de recuperar, desde la esfera del barrio, parte de lo que había definido a la RDA, como una compensación por la identidad perdida a partir de 1989. Desde planteamientos musicales, la película combina productos del mundo occidental con canciones de Die Puhdys, icono musical del rock de la RDA.
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Sin embargo, la película que definitivamente definió y dio forma a esta mirada atrás desde la nostalgia fue Goodbye, Lenin! (2003). Con una mayor proyección internacional y alimentada por la avalancha de turismo que Berlín experimentó posteriormente, la Ostalgie se manifestó a través del cine como un intento de mostrar algo que había quedado ajeno a los ojos del mundo occidental y que la Unificación Alemana hizo desaparecer. La película en sí es la recuperación de la RDA de manera artificial cuando la propia RDA en la realidad se estaba desmoronando. Explorando el contexto doméstico, se emplea el espacio de una habitación como metáfora de un estado en miniatura aislado del mundo exterior.
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Goodbye, Lenin! es un ejercicio de definición y recuperación de una identidad perdida, en forma de símbolos como el Trabi, las canciones de los pioneros, el cosmonauta o los pepinillos del Spreewald. Sin embargo, este planteamiento no resulta del todo apropiado, si bien responde en cierto modo a una búsqueda forzada de símbolos que satisficieron más el interés turístico y la fascinación por lo retro que la verdadera recuperación de la identidad de un país.
A pesar de que el cine haya sido siempre una vía para canalizar y definir las identidades de los pueblos, su lenguaje resulta con frecuencia simplificado y reduccionista. La cultura de un país, su historia, intrahistoria e idiosincrasia no pueden ser siempre representados en 120 minutos. El caso de la RDA es particular, al tratarse de un país que duró tan poco tiempo que no le dio tiempo a envejecer, y todo intento de recuperación constata la máxima de la Ostalgie de que cualquier tiempo pasado fue mejor.
EVENTOS INTERESANTES RELACIONADOS CON EL CINE COINCIDIENDO CON BERLINALE 2018
Viernes 23 de febrero
Visita guiada en español al Museo del Cine y la TV (Deutsche Kinemathek)
En colaboración con BEBA Berlin Agentur, Berlin & Film propone un recorrido para conocer uno de los museos más interesantes y desconocidos de la ciudad: el Museo del Cine y la Televisión, ubicado desde el año 2000 en la Filmhaus, institución clave para entender la cultura alemana desde la perspectiva del Séptimo Arte. Aprovecharemos para conocer la historia de la Berlinale, así como el entorno de Potsdamer Platz y Marlene-Dietrich Platz. Más información en: www.bebaberlin.com/doknow/recorrido-y-museo-del-cine-y-la-tv/
* Día: 23 de febrero, de 10 a 13 horas
* Punto de encuentro: semáforo histórico de Potsdamer Platz
* Precio: 15 euros
* Confirmación de asistencia a berenice@bebaberlin.com o barbara@bebaberlin.com
Domingo 25 de febrero
Tour Berlín Occidental a través del cine
Berlin & Film ofrece de nuevo un recorrido histórico para conocer el entorno de la Ku’damm, Kantstr. y el centro del antiguo Berlín Occidental desde el punto de vista del cine. ¿Cómo era? ¿Cómo evolucionó? ¿Cómo está ahora? De los años veinte y la vida bohemia de la ciudad al cine de propaganda capitalista; de Marlene Dietrich a James Bond o David Bowie. Cafés, teatros y antiguos cines en una de las zonas más interesantes de la vida cinematográfica berlinesa. Solo te lo enseñamos en Berlin & Film.
* Día: 25 de febrero, de 10.00. a 13.00 horas
* Punto de encuentro: entrada principal de la iglesia del Recuerdo (Kaiser-Wilhem Gedächtniskirche).
* Precio: 14 euros
* Imprescindible inscripción previa en info@berlinfilm.es
Celia Martínez para Berlín Amateurs © febrero 2018
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