“El mercado del arte en Berlín es un asco”
Siguiendo los pasos de su padre, Boris Brockstedt funda y dirige su propia galería de arte moderno y contemporáneo en el distrito de Charlottenburg en Berlín. He tenido la oportunidad de entrevistarle y conocer de primera mano, un poco más sobre el trabajo en una galería y sobre el mercado del arte en la capital alemana.
LAURA NIETO: Su padre Hans Brockstedt fundó su primera galería en 1958 en Hanóver y fue uno de los primeros galeristas en Alemania en trabajar con obras de arte moderno después de 1945. ¿Qué sabe de sus comienzos en el mundo del arte?
BORIS BROCKSTEDT: Mi padre empezó realmente haciendo una formación como librero. Después trabajó unos años en un consorcio especializado en fabricación y dorado de marcos. Allí conoció a un gran compañero de oficio, a través del que tuvo cada vez más contacto con las artes plásticas, y a través del que comenzó a vender reproducciones para editoriales alemanas y americanas. En 1956 tuvo ocasión de visitar una gran exposición que se hizo con obra de Kurt Schwitters en la Sociedad Kestner, una casa de arte muy importante y famosa en Hanóver, que exponía arte cotemporáneo de aquella época.
En esa exposición compró dos collages de Kurt Schwitters por 500 marcos, que era todo el dinero que tenía, porque había leído en una revista que un comerciante en Nueva York coleccionaba obra de Schwitters. Era Sidney Janis, un galerista célebre en América. Mi padre le ofreció a Janis los dos collages por 1.000 marcos. Poco después, le llegó por correo un cheque. Mi padre supo en seguida que había empezado cometiendo un error: había vendido los collages demasiado baratos.
Con esos 1.000 marcos compró otros cuatro collages de Kurt Schwitters y se los ofreció a Sidney Janis por 4.000 marcos. Poco después, le volvió a llegar un cheque por correo. Ahí supo que había cometido un segundo error: seguían siendo demasiado baratos. Así, con esta historia ganó sus primeros 20.000 marcos con los que fundó la galería.
LN: ¿Qué recuerdos tiene del trabajo de su padre, cuando usted era un niño?
BB: Cuando eres un niño no te haces muchas preguntas sobre eso, sobre si es un trabajo normal o sobre lo que piensan los demás. Tu entorno es lo que conoces y lo ves con total normalidad. Nuestra casa era un sitio muy abierto, la galería estaba en casa de mis padres y cada vez tenía una función más representativa, así que por allí aparecían con frecuencia clientes o artistas, lo que naturalmente, estaba muy bien y era muy interesante. Por otro lado, era frecuente la situación en la que nuestros padres estaban fuera, viajando y visitando ferias, lo que ya no es tan bonito cuando eres un niño.
LN: Desde 1992 usted dirige la galería Brocksted en Berlín, donde además de con obras de los años 20 y 30, trabaja con arte contemporáneo. ¿Cómo y por qué decidió continuar con el trabajo de su padre?
BB: Lógicamente los padres en el momento en el que construyen algo, buscan que haya una continuidad. Es normal que no quieran dejar que aquello en lo que han trabajado, simplemente desaparezca. Esto fue y es en nuestro caso, digamos, más sencillo y al mismo tiempo más difícil. Mi padre, igual que yo, siempre ha coleccionado y comprado arte, esto no es sólo dedicarse a cobrar una comisión y vender, sino además es dedicarse a comprar, mantener la obra y formar una colección.
Mi padre lleva más tiempo que yo en el negocio y es más sencillo por el hecho de que ya existen unos fondos artísticos y una tradición. El lado más difícil es que en este tipo de cosas, apenas hay otra alternativa que no sea continuar, si no se siguiera adelante se regalaría un magnífico capital. Es como un arma de doble filo.
LN: Siempre ha habido mucha fantasía y desconocimiento en torno al trabajo de un galerista. ¿Cómo es el trabajo diario en una galería?
Ya lo creo que hay mucha fantasía y realmente es un trabajo reglado, igual que cualquier otro. Una parte es como cualquier trabajo de oficina a la pertenecen, tanto una contabilidad como una presencia; se debe estar siempre ahí, presentar ofertas, etc. Otra parte, naturalmente es la creativa, ojear y mirar qué artista se ajusta a tu concepto o quién puede seguir completando el programa expositivo, lo cual, es mucho más divertido. Trabajar en una galería es también dirigir una empresa y unos empleados, cuidar mucho a los clientes y naturalmente respaldar a los artistas con los que se trabaja. Además está el tema del diseño y la creación de catálogos. Así que el campo de trabajo es muy amplio.
LN: Usted trabaja con pintores españoles como Francisco López, Isabel Quintanilla o el sevillano Salustiano. ¿Cómo elige a los artistas de la galería?
BB: Ojeando y mirando mucho en el circuito del arte, ferias, revistas de arte, también se mira qué es lo que pasa y lo que funciona en los últimos cursos de las academias de arte y sobre todo, se confía en el propio instinto, cuando piensas que algo es especial o es algo que quieres destacar de la gran masa. No hay que olvidar que en Berlín hay miles de artistas y lo que se quiera destacar tiene también que ajustarse a un concepto, además de ser algo de lo que se está completamente convencido.
LN: ¿Qué debe tener el trabajo de un artista para que quiera trabajar con él?
BB: Lo que yo personalmente miro, por supuesto, es el talento. Busco también que haya una continuidad. Para mí, el trabajo de un pintor o un escultor no debe estar hecho de manera compulsiva, sino que de forma fluída tiene que verse una unidad y una evolución. Hay muchos factores que juegan un papel importante, también la pasión debe estar ahí y el convencimiento de que se está expresando y reprensentado algo.
LN: Le voy a pedir algo: imagínese que es un artista joven, que acaba de llegar a Berlín y quiere vivir de su arte. ¿Qué es lo que haría?
BB: Lo primero de todo, he de decir que siento un respeto enorme por artistas y creadores, porque es una decisión grande e importante dedicarse por completo a algo que la gente no necesita para sobrevivir, que no es realmente una necesidad. Un artista joven que llega a esta ciudad, desde el principio creo que tiene que observar muchísimo, ir con los ojos bien abiertos por la ciudad, por las galerías.
Si tiene suerte dará con dos, tres o cuatro instituciones o galerías, donde tenga la sensación de que su trabajo puede tener cabida. Y al mismo tiempo, por supuesto, seguir trabajando. Mirar muy bien con qué persona, concepto o programa se quiere unir y trabajar es algo muy importante y sobre todo, no es algo rápido, no surge de la noche a la mañana.
Todo el mundo debería pensar que cuando vas de nuevas a una ciudad no hay alguien esperándote, que quiera ver tu trabajo y diga: genial, podemos trabajar juntos y vivir el uno del otro. Eso es un cuento, y no sólo en Berlín, en todas partes. Muchos artistas cometen el error de lanzarse sin mirar detenidamente dónde y con quién pueden trabajar, lo que naturalmente provoca mucha frustración.
Por otro lado, para los galeristas siempre es difícil y desagradable rechazar a alguien, sobre todo porque la última intención es que nadie se sienta herido. Por eso, yo aconsejo mirar detenidamente y preguntarse dónde estoy yo como artista y al mismo tiempo, observar dónde está la galería, con qué trabaja y ver si puede permitirse trabajar con mis cosas. La historia va en las dos direcciones.
LN: Berlín está llena de artistas de todo el mundo y es una ciudad famosa por su variada oferta cultural. ¿Cómo es en su opinión el mercado del arte en Berlín y en general en el resto de Alemania?
BB: No se puede comparar, el mercado del arte en Berlín es un asco. En el resto de Alemania, sin embargo, no está tan mal. Hay mucha gente en Alemania que está interesada en lo cultural y que además está dispuesta a pagar dinero por ello. En Berlín, comparando la cantidad de habitantes que hay con las ventas de arte, el porcentaje es decepcionante. Aquí una galería vende de promedio anual únicamente entre el 6 y el 8 por ciento del total de las ventas anuales.
No hay más que mirar la ciudad y ver que no hay ningún tipo de producción, de industria, todas las grandes empresas se han ido a otras zonas de Alemania. Sin embargo, las galerías y los artistas vienen a Berlín, porque cuaquiera desde fuera piensa que es una ciudad donde el coste de vida y la vivienda son baratos, lo que ahora ya está cambiando, que en una ciudad con casi cuatro millones de habitantes, tiene que haber gente que compre arte y que aquí tiene que ir mejor que en cualquier otro sitio, lo que no es del todo cierto.
LN: Hoy en día Internet ofrece a través de numerosas plataformas, páginas y redes sociales multitud de posibilidades para que los artistas muestren su trabajo. ¿Cree usted que ahora es imprescindible que un artista necesite una galería?
BB: Pienso que sí, los coleccionistas de hoy tienen una curiosa exigencia. Y es que cuando ellos gastan su dinero en algo, un cuadro, un dibujo, una escultura, piensan que si en cualquier momento lo vuelven a vender, recuperarán su dinero. Eso es un mercado de arte. Un artista por sí sólo no puede establecer un mercado de arte.
Hay una cantidad enorme de autoabastecedores que crean su club de fans o su círculo de coleccionistas, pero no se crea realmente un mercado de compra y reventa de arte, y ahí es en mi opinión cuando en cualquier momento la calle se corta. Por eso creo que un artista joven debe empezar poco a poco, empezar en pequeño, a nivel regional, en su barrio en una ciudad grande e ir creciendo con el tiempo, no debe quedarse esperando, debe mantenerse activo y observar, ir mostrando su trabajo y quizá en cualquier momento se produce el salto a nivel internacional y la entrada de manera fluída en el mercado del arte.
Una muestra con obras de los años 20 procedentes de varias colecciones privadas, es la exposición que ahora mismo tiene programada la galería Brockstedt.
GALERÍA BROCKSTEDT