Parque Nacional de la Suiza Sajona

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Escapada al Parque Nacional de la Suiza Sajona

Berlín es maravillosa, atrapa y engancha, de eso no hay duda. Pero cuando llega el buen tiempo —ya sea el primer sol primaveral, el calor que derrite aceras o los colores que trae el otoño—, la idea de pasar todos los fines de semana en la ciudad puede resultar poco apetecible. ¿Derretirse en casa o en los vagones del metro de camino a un destino refrescante? ¿O esperar a que se haga de día a las 9 de la mañana durante las estaciones más oscuras?

Fue precisamente en uno de esos momentos de “¿y ahora qué hago el fin de semana?” cuando me comentaron la existencia de un remanso de pura naturaleza en la frontera de Alemania con la República Checa. Más apetecible que el cemento de la ciudad y con un nombre impronunciable para un aparato fonador al uso: die Nationalpark Sächsische Schweiz (el Parque Nacional de la Suiza Sajona).

Así que, sin un plan mejor, y haber metido en la maleta todo lo necesario (tienda de campaña, tortilla para picar y crema por si salía el sol abrasador) puse pies en polvorosa al idílico destino.

Y ¡qué acierto! Sin duda, las cinco horas de tren regional (tres en ICE) merecen la pena. Una vez pones los pies en el andén te invade un sentimiento de tranquilidad muy en consonancia con el ritmo del propio lugar. No hay prisas, no hay estrés, los ruidos artificiales son apenas perceptibles y las casas de los pueblos, situadas a la orilla del Elba, parecen dibujadas en medio de los verdes y marrones de la naturaleza.

Parque Nacional de la Suiza Sajona

Hay hoteles acogedores para pasar la noche, pero para las estaciones más templadas la opción de dormir en un camping no es nada desdeñable, no solo por ser más asequible, sino también por la situación. En medio de la montaña y sin más fuente de luz que el sol y la linterna de bolsillo, se puede disfrutar plenamente de la naturaleza circundante.

En mi caso, decidí aparcar la mochila en una zona de camping cerca de Bad Schandau, un pueblo al que se puede llegar con el S1 desde Dresde o directamente con el ICE desde Berlín. Claro que, para los que no se muevan en coche, optar por la tienda de campaña puede resultar más incómodo por tener que depender de un transporte público que, aunque puntual, tiene unos horarios limitados.

Parque Nacional de la Suiza Sajona: puesta en marcha

Tienda en pie, botas puestas y agua para el camino, es el momento de ponerse en marcha. En la oficina de turismo ofrecen información sobre un sinfín de rutas y actividades, si bien la atracción más famosa de este lugar es la zona rocosa conocida como Bastei, cuyo ascenso tiene numerosos puntos para parar y admirar un paisaje imponente. Puedes disfrutar de unas vistas panorámicas del río Elba, de las montañas escarpadas que dan fama al parque, del conocido puente que las cruza… Con todo, hay que tener en cuenta que en épocas con mucho tráfico de visitantes los puntos más conocidos están a rebosar, lo que casi convierte en titánica la simple tarea de hacer una foto.

Una vez impregnado de los paisajes que tanto impresionaron a Caspar David Friedrich, lo mej0r es sentarse a descansar e hidratarse o continuar atravesando el parque. Para bajar andando sin deshacer el camino se puede optar, por ejemplo, por seguir las indicaciones hasta el Schweden Löcher, un desfiladero, ahora adaptado a los caminantes, que desemboca muy cerca del lago Amselsee. De ahí, llegar al punto de partida es pan comido. Y es que, en mi caso, inicié y finalicé la ruta desde el mismo lugar, la localidad de Kurort Rathen. Situado en las dos orillas del Elba, para llegar a la estación de trenes desde el Bastei hay que atravesar el río en ferry.

La ruta completa se puede completar en tres horas, aunque todo depende del ritmo que se quiera llevar. Sin embargo, esta solo es una de las múltiples opciones que ofrece el parque: cursos de escalada, paseos en barco, rutas de trecking, caminatas relajadas… El Parque Nacional de Suiza Sajona es el destino de quienes, cansados del ajetreo rutinario, quieran parar el reloj unos días y disfrutar de una naturaleza absorbente y sobrecogedora.

Cualquier estación con temperaturas suaves es ideal para visitarlo. En otoño, por ejemplo, los árboles se transforman en miles de colores. En primavera todo florece y hay una luz dorada perfecta para caminar sin calor. Y en verano es un oasis en la naturaleza donde disfrutar del calor sin morir derretido entre el cemento. Sea cuando sea, una escapada perfecta desde Berlín.

Texto y fotos: Consuelo Pastor para Berlín Amateurs © abril 2025
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