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Ulrike Ottinger: Floating Food

ulrike ottinger

Cuatro décadas de trabajo creativo

El universo de Ulrike Ottinger discurre entre la opulencia, la estilización, las variaciones teatrales y etnográficas, la historia cultural, la ciencia ficción, la reflexión y los viajes. Floating Food forma parte del programa cultural de las Semanas Asia-Pacífico, del que es responsable la Haus der Kulturen der Welt (HKW), donde se exhibe la muestra. Esta exposición consigue transformar la HKW al completo en un cosmos de imaginería que comprende 4 décadas del trabajo creativo de Ottinger, quien admite que el agua y la comida, necesidades elementales para la humanidad, han sido siempre sus principios artísticos, a los que ha tratado de adaptarse, disfrutando de su naturaleza y condiciones primordiales. Una exhibición densa -compuesta de diapositivas, objetos, instalaciones, proyección de películas y documentales- que explora un espectro que abarca antigüedad y modernidad a lo largo de canales; a través de mundos reales y ficticios.

Ulrike Ottinger toma lo que ya existe como estructura para construir el esqueleto de su obra. En Floating Food 6 films-collages se organizan en concordancia con los temas: rutas acuáticas, costumbres gastronómicas, mercados, rituales de matanza y ofrendas de sacrificio. Recopilados en Bangkok, Indonesia, Taiwan, Mongolia, India o Korea, la artista se declara completamente fascinada por sus similitudes y diferencias. Para potenciar el significado de lo que aquí muestra, Ottinger se vale de citas de la literatura -desde el año 2000 a.C. hasta la actualidad, recogidas en el catálogo de la exposición- que reflejan el asombro de viajeros al calibrar cómo vive el hombre de acuerdo con sus tradiciones, sus procedimientos mercantiles y sus maneras de preparar la comida. De no haber sido directora de cine, Ulrike Ottinger sería hoy, sin duda, etnóloga.

El interés de Ottinger por el intercambio cultural surge con el traslado forzoso de su familia desde Alemania a París, donde pronto quedó hechizada por una nueva vida, con sus eventos y costumbres estrafalarios y el futuro de la familia Ottinger formando parte de ellos. Tal inquietud transmutó hacia el análisis: Ulrike Ottinger ahonda en cómo la gente toma elementos de una nueva cultura y deja de lado elementos de la propia, una vez que abandonan su propia cultura para vivir en cualquier otra parte, y cómo a partir de entonces, algunos aspectos de la propia cultura de esas personas gradualmente se acentúan, mientras otros, sin embargo, se pierden.

El cosmos de Ulrike Ottinger

Floating Food conforma un montaje ambicioso que pone en escena ideas sobre la fluctuación y el ritual de la vida alrededor del mundo. Cuando el espectador entra en el imaginario de Ottinger, queda embelesado por la exuberancia, el color y el detalle de su visión a través de un archivo sustancial compuesto de imágenes, mapas, fotografías, objetos y películas que constituyen el cuerpo material de su obra. En muchos sentidos, esta artista es para la HKW la quintaesencia del arte. Lo dicen ellos mismos. La mirada aguda de Ottinger y su pasión por la gente, han confluido en testimonios pictóricos conmovedores referentes al cruce de culturas.

El hall de la HKW sirve de preámbulo de la muestra: recipientes con comida flotan sobre una fuente, una alegoría que apunta hacia al comercio marítimo entre Asia y Europa. Seguimos el recorrido de una alfombra azul en la que se repite el pictograma que representa la exposición; un camino serpenteado de objetos y escenificaciones rituales que dirigen hacia el espacio central donde se exhiben secuencias de sus películas (Dorian Gray; Taiga; Juana de Arco de Mongolia; China: las artes, la gente; Mercados; Freak Orlando), diapositivas y objetos. Ulrike Ottinger otorga plasticidad a la tríada compuesta por agua, comida y ritual, y propone un viaje a través de imágenes de puertos, mercados y templos, como si nos envolviera en una obra interactiva de teatro experimental.

‘Yo viajo para entender…’

… Por eso plantea un recorrido al visitante de Floating Food, no sólo hacia su obra, su visión y sus objetos, sino también y sobre todo a través de las culturas que ha penetrado. Ottinger se desenvuelve en un mundo nómada al que explora y explota con fines puramente humanos que le sirven a su vez de inspiración creativa. Interesada en desarrollar intercambios con otras culturas y gentes de otras latitudes hasta familiarizarse con ellas, Ottinger enfatiza cómo unas culturas influyen en otras propiciando el desarrollo de todas, hasta poder neutralizar juntas y al mismo tiempo la xenofobia.

‘El primer paso para el entendimiento de otra cultura suele ser la burla, la carcajada. Pero mejor provocar la risa que el miedo. Así es como funciona una buena sociedad’, expresa Ottinger en este fragmento extraído de la conversación con Valerie Smith recogida en el catálogo de Floating Food.

La profusión de detalles, colores y texturas se ajusta a la opulencia barroca de un estilo también presente en su filmografía. Ulrike Ottinger reconcilia el cine y el documental fusionándolos. ‘Yo no distingo entre películas documentales y de ficción. Mi obra es un intento de compartir descubrimientos con otras gentes y la dicha que eso conlleva. Prefiero conectar elementos heterodoxos’ (otro extracto de Floating Food).

Taiga (1991), por ejemplo, sigue los ritmos de vida de los nómadas de Mongolia y muestra cómo se expresa una cultura cuya sociedad se caracteriza por el entendimiento y una enorme capacidad para ayudar. Esta experiencia con los nómadas mongoles con quienes convivió una temporada, forma parte de las 6 proyecciones de la exhibición que materializa el propio cosmos de la artista.

Floating Food, entre la exposición y la performance

En el trabajo –artístico o documental– de Ottinger el mundo no se nos revela tal y como es sino como lo percibe ella. La fascinación de Ottinger por los objetos, la empuja a coleccionarlos, a preservarlos con afán etnológico; a los que retorna de tanto en tanto. Ottinger desarrolla esa habilidad para dejar a los objetos hablar; cree en su aura; lo que se aprecia en varias facetas de su obra y también en Floating Food.

La subjetividad de Ulrike Ottinger -persona muy receptiva al mundo y a sus historias, y en definitiva, una mujer cautivada por todas las formas de vida- se basa en la exploración de los objetos y en sus encuentros con otras personas y culturas, articulados siempre desde cierta distancia; sin pretender asimilar al otro del todo.

Omnipresente en Wasser-Wege (Caminos acuáticos, otra de las piezas documentales de Floating Food) o en la travesía por el río Shishgrid al norte de Mongolia (corte rodado en 1990), el agua domina la exhibición, a veces como motivo y otras como elemento real que establece relaciones entre una amplia variedad de objetos, sin olvidar que ríos y mares han servido siempre para el intercambio de mercancías de todo tipo, comida incluido. Para ella, en calidad de viajera, el agua implica movimiento transportador hacia culturas extranjeras.

El otoño de Ulrike Ottinger

Coleccionista de mundos y culturas, Ulrike Ottinger muestra en Floating Food el modo en el que los humanos tratan y se relacionan con la nutrición y cómo esto afecta a su relación con el medio ambiente, lo que sin duda crea cada identidad cultural. Floatting Food, situada en el marco de la premier de su último film (Unter Schnee, estrenado el 9 de septiembre, también en la HKW), ha funcionado como eje central de las Semanas Asia-Pacífico.

Además, la obra compleja de Ulrike Ottinger ha sido este año galardonada con el premio Hannah Höch Prize, otorgado por la administración cultural de Berlín. Coincidiendo con la entrega del galardón, entre el 26 noviembre y el 22 de enero, la Neuer Berliner Kunstverein (n.b.k.) mostrará trabajos suyos -no exhibidos hasta el momento- de sus pinturas iniciales de los años 1963-68. Asimismo, entre septiembre y enero, el cine Arsenal también invita a la audiencia a descubrir la obra cinemática de Ottinger; 12 eventos que además de sus películas, incluye presentaciones y debates.

Background

Ulrike Ottinger (1942, Konstanz) se inició en el cine a principios de los setenta tras una trayectoria en el campo de las artes plásticas (pintura, fotografía, performance). Después vendrían miles de imágenes -fotografías, colecciones de postales, recortes de periódicos, ilustraciones y varios documentos iconográficos-, componentes del archivo abierto de una vida y una obra basadas en el principio del collage de imágenes y acontecimientos. Vinculada al cine experimental, esta cineasta constituye una de las miradas más transgresoras, controvertidas y provocadoras del cine alemán.

Formada como artista, ya a mediados de los años sesenta comenzó a interesarse por el lenguaje fílmico, pero no sería hasta 1972 cuando rodó su primera película: Laokoon und Söhne (Laooconte y sus hijos). Desde entonces, cuenta en su haber numerosas películas y documentales, entre cuyos títulos figuran ya algunos de culto: Bildnis einer Trinkerin (Retrato de una borracha, 1979), Freak Orlando (1981) o Dorian Gray im Spiegel der Boulevardpresse (Dorian Gray, 1984). Su trabajo ha sido presentado en marcos internacionales como la Biennale de Venecia (1980), la Documenta X (1997) y XI (2002) o la Biennale de Berlín (2004), así como retrospectivas aplaudidas en el Museo de Arte Moderno de Nueva York, el Museo Nacional Reina Sofía de Madrid o en la Cinemateca Francesa.

Estética de la diversidad

El trabajo cinematográfico de Ulrike Ottinger juega constantemente con mezclas híbridas de diversos géneros, asombrosas escenografías y una sabia utilización de técnicas narrativas no lineales que sobrepasan lo surreal. La ambigüedad llena el universo personal del la directora alemana. Su iconografía visual es exuberante, perturbadora y extremadamente singular, casi excéntrica, llegando a menudo al exceso y a los límites de lo grotesco, pero todo ello cubierto por su ingeniosa ironía.

Sus imágenes nos presentan las complejas relaciones que el trabajo de Ulrike Ottinger mantiene con el mundo, con la historia y la cultura. Desde los paisajes urbanos de Berlín hasta las estepas de Mongolia, desde las historias de ayer a los decorados de hoy. En su estética de la diversidad convive lo grotesco y a la vez delicado, lo fastuoso y también ridículo, a veces unido para provocar una sonrisa sardónica.

Acento visual: disparate y provocación

Las películas de ficción de Ulrike Ottinger proponen una renegociación de la subjetividad y superan los debates habituales sobre género y sexualidad de la teoría feminista tradicional. Su trabajo también concede importancia a temas como el placer visual, el exceso y la fantasía, y deja que el espectador siga y disfrute de todas las posibilidades de la narración.

No obstante, a pesar de la ilusión de continuidad y/o unidad que a veces experimentamos viendo sus filmes, Ottinger va creando sagas episódicas que van más allá de las posibilidades de la performance y la representación del género. Sus películas son un híbrido entre ciencia-ficción, películas de aventuras, documental y fantasía, que se entretejen en complejas narraciones no necesariamente lineales.

En la obra de Ottinger la realidad es solo un aura. Cada imagen es una sorpresa y los filmes funcionan como subtexto de diferentes temas a veces ya abordados en sus documentales etnográficos: desde los prejuicios sociales hasta el ostracismo, desde los rituales de poder a la muerte. Su reapropiación de la estética del narcisismo desde un discurso feminista hace su obra muy inusual y enormemente diferente de muchas películas hechas por mujeres.

ULRIKE OTTINGER: FLOATING FOOD

La muestra será guiada por Ulrike Ottinger el próximo 9 de octubre a las 15h.
Recomendamos a todos los interesados en esta exposición, acudir con un amplio margen de tiempo, pues la mitad de las proyecciones/documentales superan la hora de duración

Hasta el 30 de octubre en Haus der Kulturen der Welt (5/3€)

www.hkw.de
www.nbk.org
www.arsenal-berlin.de
www.ulrikeottinger.com

Redacción Berlín Amateurs © octubre 2011
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