Sus contenidos se caracterizan por combatir prejuicios y desmitificar tabúes. Tratados con humor desde la autoparodia, su estilo descarado lo convierte en un cronista sutil de la vida gay en la que se desenvuelve. Temas clave de la comunidad homosexual como sexo, sida y matrimonio, son tratados en sus viñetas desde la naturalidad que caracteriza una trayectoria artística y profesional que mucho ha contribuido en las últimas tres décadas a la liberación de costumbres en la sociedad. Ralf König (1960, Soest, Renania del Norte-Westfalia) es uno de esos autores hacia los que se suele experimentar sentimientos encontrados. 1979 marcó el comienzo de su autoconfirmación homosexual al mismo tiempo que empezaba a publicar sus historietas cortas en revistas underground de contenido homosexual (Zomix, Rosa Flieder). Cuando el movimiento gay cobraba relevancia en Alemania. Tras 33 años de experiencia, ha publicado más de 30 títulos, ha sido traducido a 13 lenguas, ha vendido 7 millones de ejemplares y 4 de sus libros han sido adaptados al cine. Uno de ellos, El hombre deseado (1990), se ha convertido en la segunda película alemana más taquillera del país. Hablamos con el autor de cómic gay más popular del mundo.
BA.: ¿Qué cómics solía leer de pequeño? ¿Se encontraba Max und Moritz entre sus favoritos? ¿Qué le impulsó a convertirse en autor de cómic?
Ralf König: En un principio quise ser dibujante de cine de animación, porque cuando era niño me encantaban las viejas películas de Disney. En cualquier caso, tenía que ser algo relacionado con el dibujo. Es un medio precioso para contar historias. Lo que es aún más importante, es que yo siempre quise contar historias. Ya de pequeño conseguía que mis primos se partieran de risa con los guiñoles que yo interpretaba. Más tarde tuve que hacer una infeliz formación profesional en carpintería antes de poder empezar seriamente con el dibujo.
BA.: ¿Dónde se venden mejor sus historias? ¿Qué acogida tienen sus publicaciones en el mercado español y latinoamericano? ¿Cree que su sentido del humor combina bien con dichas culturas? ¿Cuál ha sido su experiencia con este público hasta el momento?
RK: En España y Francia las ventas van bien, al igual que en Alemania. Pero no es fácil. La gente ya no compra tantos libros. Una nueva generación crece y prefiere el I-Phone a leer comics. Ya no se trata de nada Avantgarde. Es algo que hago desde hace 30 años. No puedo empezar ahora con el Manga o con historietas de vampiros para adolescentes… Como he dicho, en España mis cosas han llegado bien, de Latinoamérica no lo sé. Supongo que en todos los países hay gays y lesbianas con ganas de saber cómo funcionan las cosas entre homosexuales. Mientras tanto, el tema ya no es tan excitante como a principios de los noventa, pero también he encontrado temas distintos en otros ámbitos. Sobre todo si tenemos en cuenta que para mí la homosexualidad no es sólo un tema, sino sencillamente mi vida. De vez en cuando, también aparecen mujeres heterosexuales como figuras centrales en mis historias o incluso he hecho algunos libros con el tema religión. Pero naturalmente veo siempre el mundo a través de unas ‘gafas-gay’.
BA.: En Alemania la legalización de las uniones homosexuales existe desde hace 11 años. ¿Cómo valora su contribución a la apertura y visibilidad de la homosexualidad a través de sus viñetas?
RK: Yo fui a lo mejor una pequeña rueda en el engranaje del camino hacia la emancipación. Un tema grave y serio se convertía finalmente en un disparo de humor. Al principio, estaba incluso en contra del matrimonio homosexual, o al menos desinteresado. Sin embargo, con el tiempo empiezo a verlo como algo muy positivo. Es un paso hacia la normalidad.
BA.: De todas las ciudades alemanas en las que ha residido, ¿en cuál se ha sentido más cómodo?
RK: He vivido en Dortmund, en Colonia y por poco tiempo en Berlín. En Colonia tengo a mis amigos, la considero mi ciudad. Nunca he vivido en otro país, pero Barcelona me parece una ciudad maravillosa.
BA.: ¿De dónde surge la inspiración para su obra? ¿Forman parte de su vida las historias que cuenta?
RK: En parte sí; soy un observador inconsciente, pero también me imagino muchas cosas. Exagero sólo un poco para convertir lo que cuento en algo cómico. Rara vez debo dramatizar.
BA.: Usted se formó en la Academia de las Artes de Düsseldorf a principios de los 80. ¿Cómo recuerda aquella etapa de su vida vinculada a una de las academias de arte más importantes del mundo?
RK: A decir verdad, fue una equivocación. Quería dibujar comics, pero allí quisieron disuadirme. Respecto al arte, allí estudié escenografía, figuración, fotografía y óleo. Todo lo que tenía que ver con contar historias. Pero paralelamente en casa me dedicaba a hacer comics. Quería experimentar. Conocí a personas maravillosas; era un ambiente muy internacional.
BA.: El sexo es omnipresente en su obra… ¿En su vida también?
RK: El buen sexo es lo mejor que le puede pasar a una persona. Siempre fui muy sensual. Descubrí muy pronto los vídeos porno que mi padre guardaba en el armario. Así que durante la pubertad tuve las manos muy ocupadas… Siempre he sido muy desinhibido y creo que ésa ha sido la clave del éxito de mis comics.
BA.: Los homosexuales alemanes en su mayoría tienen una idea, percepción y convicción muy abierta respecto al sexo y las relaciones afectivas abiertas; son indiferentes respecto a las emociones y evasivos en lo que concierne al compromiso convencional…
RK: Cuando un hombre tropieza con otro, rigen otras reglas distintas a las que se siguen entre hombre y mujer. Se trata a menudo de algo más armónico, más claro. Se puede llegar a comprender que un poco de sexo fuera de la relación no es tan importante, cuando todo lo demás funciona. Yo tengo una relación abierta y muchos de mis amigos también. Durante décadas; relaciones muy estables. Hablamos de ninguna fidelidad sexual al mismo tiempo que no hay celos, pero la confianza en la amistad y en el amor es muy grande. Entre heteros, una pequeña infidelidad destroza la relación, ¡qué innecesario!
BA.: Los temas y situaciones de su obra (relaciones de parejas homosexuales y heterosexuales, sexo, sida, prejuicios y tabúes), ¿podrían ser identificados como universales o reflejan más bien realidades locales?
RK: Creo que las personas tienen en todas partes del mundo pesares, experiencias y preocupaciones similares, pero quizá mi punto de vista sobre el mundo sea muy europeo… En estos momentos estoy esperando una traducción inglesa para introducirme en el mercado norteamericano. Pero los americanos son diferentes, me temo. También muy religiosos y más beatos. El homosexual no creyente tiene allí peores cartas en la partida.
Redacción Berlín Amateurs © agosto 2012
© CAI
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