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Psicología Migrante & Debates Berlineses | La psicología del humor

Llevaba poco en Berlín y acababa de empezar a trabajar en un colegio. Me encontré con una compañera a la que apenas conocía, la saludé con un amable “¿cómo estás?” y ella me miró perpleja. Pasaron varios segundos de silencio. Yo, en señal de tregua, le sonreí (la clásica bandera blanca de los migrantes cuando no entendemos qué está pasando). Entonces me respondió: “Mal”. Y, a punto de echarse a llorar, me contó una discusión reciente con la Leiterin. La consolé como pude, algo desorientado. Sinceramente, pensé que no teníamos la confianza suficiente para tanta sinceridad; supongo que ella pensó lo mismo cuando le pregunté cómo estaba.

En aquel momento no me hizo ninguna gracia (por suerte). Pero cuando se lo conté a mis amigos, ellos sí se rieron: “¿Para qué le preguntas cómo está si no es para saber cómo realmente está?”. Choques culturales de manual. Han pasado nueve años y, ahora, sí me parece gracioso (por eso lo escribo). Será cierto eso de que la comedia es tragedia más tiempo; aunque yo diría que, más bien, la comedia es tragedia vista desde la distancia adecuada. Una cuestión de perspectiva.

Cuando el marco se rompe, el cuadro cambia

Una niña viaja con su familia de Lima a Barcelona. Lleva consigo un enorme Winnie the Pooh de peluche que odia, regalo de despedida de unas vecinas. Ha cargado con él durante horas de vuelo, porque —como le enseñó su madre— no hay nada peor que ser una malagradecida. Al llegar al control fronterizo del aeropuerto, un policía agarra al peluche y, con un objeto largo y punzante, lo apuñala sin compasión y con cierto entusiasmo. Winnie queda destrozado. La hermana mayor, riéndose, le aclara a la niña desorientada que estaban buscando droga. El oso va directo a la basura. La familia continúa su viaje sin retorno: bienvenidas a España.

Con este suceso comienza Marrón, el libro de memorias de Rocío Quillahuaman. La autora nos sitúa en la lógica infantil del deber social (llevar el peluche por respeto), pero al llegar al aeropuerto el marco de interpretación cambia. Según la teoría de la incongruencia, reímos cuando pasamos de una interpretación lógica a otra inesperada o contradictoria. Aquí, la disonancia entre la visión de la niña y la brutalidad del mundo adulto activa el humor, pero también revela el racismo estructural que atraviesa la escena. El humor no le resta fuerza a la crítica por separarnos de su nivel dramático; al contrario, la hace más potente, más memorable.

Pensar desde varios lados a la vez

Reírse requiere flexibilidad cognitiva: la habilidad de cambiar de perspectiva, de adaptarse a nuevas reglas, de alternar entre distintos marcos de interpretación o de sostener varios a la vez. Es lo que ocurre cuando entendemos un chiste irónico, una situación absurda o un episodio como el de Winnie the Pooh. No se trata de banalizar, sino de habitar múltiples verdades, incluso si se contradicen. El humor es causa y consecuencia de pensar “out of the box”.

Un ejemplo brillante de esto lo encontramos en Matadero 5, de Kurt Vonnegut —quizás el libro más trágico y a la vez desternillante que conozco—. Billy Pilgrim, su protagonista, traumatizado por el bombardeo de Dresde, ve una película bélica al revés: los aviones absorben balas y bombas del aire mientras vuelan marcha atrás hacia sus bases, mujeres desarman los misiles, sus peligrosos componentes son enterrados en minas, los pilotos rejuvenecen hasta volverse niños, y Hitler —Billy extrapola— se convierte también en bebé. Todo el mundo se convierte en bebé en un viaje de vuelta a la inocencia que culmina con Adam y Eva recuperando el paraíso perdido.

Desenmascarando el sinsentido

Albert Camus decía que el absurdo aparece cuando la necesidad humana de sentido se estrella con un mundo que no lo ofrece; por ejemplo, cuando uno se estrella con el mostrador del Ausländerbehörde. No es casual que Kafka —el gran escritor del sinsentido— retratara ese mismo absurdo a través de la burocracia. Pero si ya tienes suficiente angustia existencial en tu vida como para sumarle la de Kafka, el humor nos permite asomarnos al abismo y esquivar su mirada.

El humor absurdo no intenta resolver el sinsentido, sino habitarlo. Y probablemente no haya nada más absurdo —ni más difícil de habitar— que la muerte. Matadero 5 lo resume con una frase que se repite cada vez que alguien o algo muere: “So it goes”. Son 106 veces, aplicadas a personas, animales, piojos, o incluso burbujas de champán. Vonnegut —quien sobrevivió realmente al bombardeo de Dresde— ni dramatiza ni trivializa la muerte; sino que la muestra, desde una distancia lúcida, como lo que es: una constante inevitable. Ese tipo de humor negro —extraño, contradictorio, adictivo, como las patatas con sal y vinagre— no niega el sufrimiento, pero lo vuelve habitable. Transitar el absurdo es una forma de lucidez. El humor, una forma de no perderse dentro.

Debates para extraterrestres

Existe una técnica que muchos humoristas usan para generar ideas: mirar el mundo como si fueras un extraterrestre. En Matadero 5, un alien analiza la Biblia y concluye que no enseña compasión ni amor; su única lección es: no te metas con personas bien relacionadas —como el hijo de Dios—, el resto no importa. Por otro lado, Jerry Seinfeld se preguntaba en su serie si los extraterrestres, al vernos recoger cacas de perro, no pensarían que ellos son la especie dominante.

Esta perspectiva me gusta porque nos acerca al absurdo, pero también porque, como migrantes, nos es muy familiar. Ver la realidad con ojos nuevos, con cierta distancia, con cierta extrañeza, permite descubrir el sinsentido que nos rodea y usar el humor para salvarnos de él; especialmente, si lo hacemos en compañía.

Este fue el tema del último Debate berlinés, un evento lleno de extraterrestres desorientadxs que, sin teléfono, se unen para sentirse en casa.

Si quieres seguir explorando el humor y otros temas desde una perspectiva psicológica, literaria y migratoria, puedes encontrar más textos en la newsletter de Psicología Migrante o en su cuenta de Instagram. Y ya que estamos, David Guerra aprovecha para invitarte al próximo Debate: el No. Un verdadero temazo. Viernes 12.09 en la Librería La Escalera. No digáis que no se os avisó.

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