Anhedonia, incapacidad para disfrutar y sentir placer
La anhedonia se define como una reducción de la capacidad para experimentar placer; es decir, la persona deja de sentir bienestar por aquello que normalmente le agradaba y ve reducida su capacidad para disfrutar de lo que su entorno le pueda ofrecer.
A este respecto, Berlín no es precisamente un entorno que tenga poco que ofrecer, más bien, es conocida en todo el mundo por ser una de las capitales hedonistas por excelencia. Una ciudad en la que tanto el fomento del placer como la libertad que ofrece para experimentarlo forman parte esencial de su cultura e identidad. Paradójicamente, es un lugar donde esa dificultad o incapacidad de disfrute está especialmente presente entre sus habitantes.
La anhedonia se manifestará en situaciones y actividades que dependerán lógicamente de cada persona; sin embargo, daré algunos ejemplos generales: dificultad para volver a pasárselo bien al salir con amigos, al pasear por la ciudad o practicar ese deporte que antes podía apasionar, al mantener relaciones sexuales o, como veremos más adelante, al ya no ser capaz de disfrutar de la noche sin consumir alguna sustancia.
Anhedonia en Berlín
Este es un síntoma importante y característico de varios trastornos psicológicos, como la depresión o los trastornos por consumo de sustancias. Acorde a un estudio (en el que no aparece España) publicado por el Robert Koch-Institut en 2019, Alemania es el segundo país de la Unión Europea con un mayor porcentaje de personas con depresión (9,2 %) solo detrás de Luxemburgo (10 %). Si uno investiga un poco, encontrará numerosos artículos que toman Berlín como referente, especialmente en relación con el elevado número de jóvenes que sufren algún trastorno.
En general, se pueden diferenciar dos tipos de anhedonia: la motivacional y la consumatoria. La anhedonia motivacional interfiere con el querer algo, ya que existe una dificultad para anticipar su efecto positivo, para anticipar el disfrute como recompensa: “No vale la pena intentarlo”,“¿Para qué salir? Mejor me quedo en casa”.
La anhedonia consumatoria se relaciona con la incapacidad de sentir placer, aunque se esté o se haya realizado la acción anteriormente placentera: “Aunque salgo, ya no me lo paso bien”; “El sexo ya no me aporta nada”.
Lógicamente, ambos tipos de anhedonia se relacionan y la motivacional suele preceder a la consumatoria.
Es relativamente sencillo imaginarse qué variables facilitan la anhedonia motivacional en esta ciudad: el clima, la falta de luz, la distancia, una cultura individualista que favorece la isolación, la soledad, en ocasiones, la culpa. Pero ¿qué puede favorecer e intensificar la anhedonia consumatoria en una ciudad que abraza el hedonismo como signo de identidad?
Pseudohedonismo y sus repercusiones psicológicas
Creo que es importante aclarar primero que el hedonismo, como filosofía, requiere de consciencia y ética. Dejarse simplemente arrastrar por la búsqueda constante de placer es un camino peligroso que puede y suele llevar al efecto contrario, a una mayor dificultad para el disfrute, en la cual ya cada vez menos cosas aportan el placer que tanto se ansía.
Esto se ve claramente en el consumo inmoderado de drogas. Acorde a la teoría de los procesos oponentes, el cerebro busca siempre un equilibrio emocional (homeostasis).
Tras el consumo de una droga se activa un proceso emocional generalmente placentero (proceso A), llamémoslo High. Posteriormente y como consecuencia de este High, se dispara un proceso negativo, opuesto a el inicial (proceso B), llamémoslo Down, que busca este equilibrio. Cuando el proceso A es mayor que el B, el individuo se encuentra en una situación placentera. En caso contrario, si el Down es mayor que el High, siente un efecto desagradable.
Tras la primera vez que se consume, la persona ya empieza a habituarse a los efectos High de esa droga, por lo que cada vez necesitará mayores cantidades para llegar al mismo nivel de activación y para mantenerlo en el tiempo; sin embargo, el efecto opuesto (Down) seguirá aumentando, no solo en intensidad, sino también en duración. Llegar a un estado de equilibrio emocional cada vez resultará más difícil.
La adicción comienza cuando existe la necesidad percibida de tener que consumir esa droga para poder llegar a disfrutar, formándose un patrón autodestructivo que se retroalimenta. La capacidad natural de disfrute se ve eclipsada, entre otras cosas, por ese estado opuesto desagradable que cada vez se hace más estable y que suele generar un síndrome de abstinencia.
Pero este proceso no se limita al consumo de drogas, existen otras muchas situaciones y dinámicas en las que se puede observar, aunque quizás no de una manera tan llamativa. Las recompensas inmediatas juegan generalmente un papel clave, juegan el rol del ya mencionado High. Ya sea comprando compulsivamente, rompiendo compromisos en relaciones sentimentales (sean estos cuales sean) o suplicando reconocimiento social inmediato por redes sociales (podéis investigar la relación entre Instagram y depresión).
Siempre se necesita más y se necesita ya. Se forman patrones que se interiorizan, que se convierten en hábitos automáticos, reactivos. Para quienes se identifican con todo esto, realizar psicoterapia en Berlín puede ser la manera de cambiar sus patrones autodestructivos.
En psicología nunca se habla de una única variable que aclare el estado psicológico de una persona; sin embargo, y aunque existen muchos otros motivos, creo que esta es una de las principales razones por las que se retroalimentan la anhedonia y lo que, desgraciadamente, la mayoría entiende por hedonismo.
Beneficios del hedonismo ético y consciente
Aunque personalmente no me identifico con el hedonismo como filosofía de vida, defiendo y promulgo los beneficios de un hedonismo ético y consciente. Ya los primeros filósofos hedonistas hacían hincapié en que es el hombre quien debe dominar al placer y no al revés; es decir, debe haber un autocontrol, un equilibrio consciente que busque la positividad.
El hedonismo es una filosofía de corte individualista, pero no por ello promulga el egoísmo. Difunde la conexión entre personas, la empatía, focalizándose en el placer recíproco.
“Goza y haz gozar, sin hacer daño a nadie ni a ti mismo: esa es la moral.”
Nicolas Chamfort
Michel Onfrey explica en su manifiesto hedonista cómo la sociedad occidental realmente se aleja cada vez más de esta filosofía. El ideal hoy en día no es el disfrute del presente, sino del fin, ya sea tras lograr objetivos (auto)impuestos o por medio del tener y del consumir, aunque sea del consumir experiencias. Para este autor, la sociedad promulga un hedonismo vulgar, frente a un hedonismo filosófico que se focaliza en el ser por como uno se comporta y no en el ser por lo que uno tiene.
Promulga una modificación del comportamiento que nos facilite estar presentes y disfrutar del momento, y por la cual se reconozca el cuerpo, las pasiones y las pulsiones como amigas y no como adversarias. Podemos reconocer, por lo tanto, un ejercicio de consciencia plena y aceptación, pero también de moralidad: “Saber agradecer, acoger, dar, alentar la alegría necesaria en la comunidad mínima —dos—, en eso consiste realizar la ética, crear la moral y encarnar los valores. El saber vivir como un saber ser”.
En mi opinión, un hedonismo ético precisa de compromiso, la libertad reside en el libre y genuino desarrollo de este. Por ejemplo, en las relaciones abiertas y especialmente en las relaciones poliamor, bajo el supuesto de que existe en ellas un cierto trasfondo hedonista, es esencial llegar a un compromiso en que las partes establezcan sus propios términos, aunque este acuerdo sea dinámico y vaya adaptándose a las circunstancias. Si no, este tipo de relaciones tenderán a traer más penas que placeres.
Conclusión
Dejarse llevar por los placeres sin control ni responsabilidad no puede ser llamado hedonismo, ya que el hedonismo precisa de consciencia y ética. Este tipo de dinámica autodestructiva suele provocar que las personas necesiten siempre más y de inmediato, lo cual conlleva que cada vez menos cosas causen el placer que antes producían; es decir, se reduce la capacidad para disfrutar, se favorece la anhedonia.
El hedonismo filosófico se basa en la empatía y en el desarrollo de la capacidad del ser humano para disfrutar. Capacidad de percibir y sentir mejor el mundo que nos rodea, así como de centrarse conscientemente en sus placeres y compartirlos: “El saber vivir como un saber ser”.
Poder disfrutar plenamente de cuatro o cinco cosas durante nuestro día, cosas pequeñas, que en apariencia no sirven para nada. Visto objetivamente, ¿no es eso lo que diferencia a las personas que se consideran felices de las que no? La buena noticia es que, si disfrutar es en buena parte una capacidad, esta puede ser aprendida y entrenada.
Texto: David Guerra. Colaboración de Berlín Amateurs con Psicología Migrante (consulta de psicología especializada en el apoyo a migrantes y expatriados españoles y latinoamericanos)
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