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La película «Los decentes»: una oda freudiana a la indecencia

Ponte cómoda. Ahora, localiza un punto en el centro de tu espectro de visión. Concéntrate en él. Respira profundamente. Relájate. Muy bien. Si lo deseas, cierra los ojos y deja que tu cuerpo se deje llevar por las sensaciones que van a venir a continuación.

¿Percibes el bisbiseo de las frescas hojas de los árboles que se agitan con el viento sin oponer resistencia? ¿Sientes el sonido envolvente de las aves que vuelan y cantan libres a tu alrededor? Y ahora, ¿distingues la amalgama de aullidos exóticos que por aquí y por allá se entregan incondicionalmente en una oda a lo natural? Cantan ajenos al resto del mundo. Estamos lejos de él. Tranquila. Buenos Aires quedó muy atrás.

¡Bam! ¿Lo escuchaste? Un disparo seco. Tras una breve algarabía, el silencio.

Timbales comienzan a retumbar, a lo lejos.

Oh. ¿Sientes eso? Un gemido provocativo, sinuoso, que cada vez se acerca más. Sobre la desnudez de tu nuca, te comienza a susurrar. Tu piel se eriza. Te invita a que suavemente desconectes de todo lo que te ató hasta ahora. Que aflojes, que te dejes llevar. Te pide que te despojes de prejuicios y de la (in)decencia de lo ético, lo postizo y lo material. Te tienta a que entres desnuda y te sumerjas en las aguas de ese oleaje tibio y violento que albergas en tu más humana profundidad. Esa voz eres tú.

Nada. Nada sin miedo, querida, y bucea hacia tu redención sexual.

Los decentes

Experimentar Los decentes (Die Liebhaberin, 2016), el segundo largometraje del joven Lukas Valenta Rinner (Salzburgo, 1985), es una suerte de retiro introspectivo terapéutico, erótico, perturbador y espiritual. Un chapuzón negligente en esas aguas turbulentas y oscuras donde palpitan los impulsos primarios de la sexualidad y la violencia, esos en los que creía el padre del psicoanálisis y también compatriota del director, Sigmund Freud.

En este caso, el viaje lo realiza Belén —interpretada por una excelente Iride Mockert—, una empleada doméstica que trabaja en una exclusiva y elitista comunidad vallada en las afueras de Buenos Aires. Un día, descubre un club nudista al otro lado de los muros de seguridad y decide entrar, comenzando así un intrigante viaje de liberación mental y sexual.

Al contrario que en su opera prima —y apocalíptica— Parabellum (2015),  donde la historia principal termina difuminándose con las del resto de personajes, en Los decentes, Belén toma de la mano al espectador desde la primeras escena y no lo suelta durante todo su viaje. Este traspasa con ella la valla de seguridad del club nudista, se viste con la piel desnuda y ruborosa de la joven sirvienta, sintiendo casi como suya la transformación de su áspera y escéptica mueca inicial hacia una liberada y serena sonrisa de distensión sexual.

Con un planteamiento de documental, al que contribuye una notable aleación de actores amateurs y profesionales, el guion aborda tensiones de clase tomadas de la vida real en un contexto como el bonaerense; un lugar con significativas diferencias de clase. El club nudista y la comunidad elitista que inspiran el atrezzo y el guion del film existen en realidad. Su confrontación también.

La cuestión que levita sobre el éter de Los decentes¿Qué o quién es verdaderamente decente?, retumba en el espectador en un interno dilema moral. Por su parte, Valenta sabe sutilmente esbozar una crítica a la violencia estructural y en apariencia “decente” de un sistema social degenerado como es el capitalista/neoliberal.

A través del impoluto trabajo del director de fotografía, Roman Kasseroller, Valenta pone mucho énfasis en conectar a los personajes y la arquitectura con el espacio bucólico que les rodea. La fotografía, a veces, roza la pintura.  Los planos son cincelados en armonía con el espacio natural que envuelve toda la trama.

Esos planos estáticos y largas panorámicas con la naturaleza de fondo componen un entorno sonoro y visual zen, ideal para una profunda introspección personal, en la que como en un estanque, en principio sosegado, de improviso y sin avisar, el coleteo violento de un pez consigue alterar la paz. A ello contribuye de forma magistral la sobrecogedora banda sonora del film compuesta e interpretada por la prometedora pareja coreana Jimin Kim y Jongho You.

Las luces y sombras de la trama, se delinean con trazos de comedia erótica y de humor negro, elementos de la idiosincrasia cinematográfica austriaca de la que, sin lugar a dudas, Lukas Valenta Rinner se amamanta. 

Primero con Parabellum y ahora con Los decentes, Valenta tiene más que justificada su elección como joven promesa visionaria en la programación del festival berlinés «Visionär». Este salzburgués afincado en Argentina promete futuras obras maestras embebidas en un cine esencialmente humano que invita a la introspección desde el sillón del espectador. Su capacidad para investigar y analizar la compleja y oscura naturaleza humana exhorta a la vez dos críticas: una autocrítica moral interior por un lado, y otra necesaria, hacia el mundo exterior, y hacia esa hipocresía que inhalamos en nuestro día a día y que también Freud, tras su exploración clínica de la mente inconsciente, mientras buscaba los orígenes ocultos de la conducta humana, observó: “En temas de sexualidad, somos, todos nosotros, enfermos o sanos, nada más que hipócritas”.

El film Los decentes, galardonado con los laureles al mejor director y mejor actriz en la pasada edición del Festival Mar de Plata y con el premio especial del jurado a la mejor película en el 34. Torino Film Festival, se proyecta ahora por primera vez en Berlín en el marco del Visionär Film Festival en las míticas salas del cine Babylon el 30 de abril a las 19 horas en Kino 1 y el 1 de mayo a las 20:15 horas en Kino 3, que contará además con la presencia del joven director.

Si estás en Berlín durante el festival, acude a la proyección, respira hondo, concéntrate en un punto, y déjate llevar.

Y recuerda, al salir o entrar: “MANTENGA LA PUERTA CERRADA. SE PUEDE ESCAPAR LA MAGIA”.

Los decentes, Die Liebhaberin/A Decent Woman, 2016 | Dirección: Lukas Valenta Rinner

Austria – Corea – Argentina 2016, 104 min
Idioma: español con subtítulos en alemán

Reparto: Iride Mockert, Martin Shanly, Andrea Strenitz, Mariano Sayavedra

Producción: Ana Godoy y Lukas Valenta Rinner

Guion: Lukas Valenta Rinner, Ana Godoy, Martin Shanly y Ariel Gurevich

Fotografía: Roman Kasseroller

Edición: Ana Godoy

Sonido: Nahuel Palenque

Música: Jimin Kim y Jongho You

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