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EXPOSICIÓN «Der Britische Blick: Deutschland – Erinnerungen einer Nation»

Georg Baselitz huyó en 1958 del Berlín Oriental al Occidental. En su aguafuerte de 1977 "Eagle" el águila y la bandera alemanas están deshilachados y al revés, lo que podría interpretarse como un reflejo de la fragilidad de los ideales

LA VISIÓN BRITÁNICA: ALEMANIA – RECUERDOS DE UNA NACIÓN

Pendiente, en suspenso, el curso de una nación que hasta hace poco ni lo era. Una que, como reza el compendio del astrolabio alemán de 1526, sabe de sobra cómo “el tiempo pasa” y “la muerte es el umbral a cruzar”. La que, pese a estar en el corazón de Europa, con más fronteras a países que ninguna otra, es de “geografía e historia totalmente inestables”, tal y como apunta Neil MacGregor, primer comisario de la muestra Alemania, recuerdos de una nación, en el Museo Martin Gropius Bau —a escasos cinco metros de los antiguos cuarteles generales de la Gestapo y del también mortal muro comunista— hasta el 9 de enero y consistente en doscientos objetos ilustrativos de la difusa identidad alemana.

Quizás el más estremecedor de todos es la escultura Schwebender, o el ángel de bronce en suspenso. Su creador, Barlach, creyó una vez, como tantos, en la gloria de una Primera Guerra Mundial para Alemania, quedando posteriormente horrorizado ante la carnicería y el fracaso que supuso la misma. Movido por un empeño antibelicista, diseñó la figura colgando en el aire, ciega y tiesa de dolor, en la catedral protestante de Güstrow, invitando con ello al Erinnerung und innere Schau (la memoria y la reflexión interior), hasta que los nazis la derritieron, paradójicamente, para convertirla en material de la siguiente guerra de millones de víctimas, en 1937.

Dos años después de la destrucción del ángel Schwebender algunos de los amigos del escultor, ya fallecido, junto a un galerista con contactos entre las autoridades nazis, localizaron el molde de la escultura, creando una idéntica que permaneció escondida hasta 1951, cuando el país vivía un nuevo drama por la separación comunista. Una fría mañana de febrero, en 1981, ambos de sus mandatarios, Helmut Schmidt y Erich Honecker, inauguraron la réplica juntos, acción entonces simbólica de un futuro próximo, al fin unidos. El ejemplo de una pieza de bronce destruida y actualmente recuperada, y su relación con diferentes estadios de la historia e ideales del país, sirve para ilustrar lo que Georg Baselitz, artista de la bandera deshilachada y el águila boca abajo en la muestra, siente: “Al final nunca puedo escapar de Alemania, ni evitar ser alemán”.

Integra la exposición más memorable relativa a un Sacro Imperio Romano Germano que Napoleón se fundió —están la antigua corona del emperador, así como el sombrero que el francés olvidó en su huida de Waterloo—, a ciudades que ya son de otros países como Königsberg o Bohemia (Praga), o también a la imaginación nacional del Romanticismo (en los cuadros de Caspar D. Friedrich o Carus, el paisaje siempre es organismo viviente, y quizás conciencia primera de un país muy atento hoy a lo medioambiental).  Se ven monedas de los más de doscientos antiguos monarcas, así como mapas de aquella ruta comercial hanseática, con Hamburgo a la cabeza, que es razón del nombre de la aerolínea nacional Lufthansa.

Impresiona una sala entera solo dedicada a los grabados de Durero o el ver una cabeza de caballo original de la Puerta de Brandeburgo. En otros rincones de la exposición, las primeras ediciones del Manifiesto Comunista de Marx, unas fantásticas litografías del modernista Hugo L. Braune relatando Las Valkirias, el “Escarabajo” de Volkswagen o el primer Mercedes.

Finalmente, objetos representativos de los periodos más críticos del país son un traje de neopreno utilizado para huir a la República Federal Alemana, y la inscripción al frente del campo de concentración de Buchenwald, a las puertas precisamente de Weimar (la ciudad de Goethe y Schiller, de Nietzsche, Bach y la Bauhaus).  Según las estimaciones, aproximadamente 56 000 personas murieron allí en 1945, no sin pasar antes por  una cita que rezaba «A cada uno, darle lo suyo».

Der Britische Blick: Deutschland – Erinnerungen einer Nation

Martin Gropius Bau | Hasta el 9 de enero

www.gropiusbau.de

Lara Sánchez para Berlín Amateurs © octubre 2016; Fotos cortesía Martin Gropius Bau (información y créditos completos pinchando en cada foto)
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