Escrito por: Actualidad Arquitectura

Stattbad Wedding: con el gato al agua

Smallville X Odd Fantastic - Berlin Stattbad

Hartos de leer noticias sobre el cierre definitivo de los lugares con más solera de Berlín, llega finalmente la relativa a la piscina de Wedding, acompañada inmediatamente de nuestras ingenuas quejas sobre la especulación del suelo o espacios, sin percatarnos de su utilización como argumento victimista por los gestores del mismo lugar, ocultando así las verdaderas razones de tan inesperado fin.

La cesión por parte del propietario del abandonado complejo social a un colectivo de jóvenes con fines artísticos en 2009 dio origen a Stattbad Wedding: galería de arte urbano, residencia de setenta artistas, kantina y actividades diversas culturales (de día), incluso hasta hoy. De hecho, el propietario ha defendido varias veces esta concesión temporal como instrumento para revalorizar la zona en el aspecto bohemio/creativo.

También debemos recodar que la antigua sede de baños debe su existencia al arquitecto Ludwig Hoffman, magistral planificador del mapa de Berlín y sus barrios, tal y como los conocemos hoy, además de fiel creador de espacios públicos con valor social y cultural para la masa de mano obrera recién llegada a la nueva capital industrial, a finales del siglo XIX.

La gestión de este peculiar punto de encuentro ha sido, desde el momento de la cesión contemporánea, bicéfala: dos coordinadores, uno en el plano curatorial del espacio y otro mucho más listillo, que inició una programación de noche, convirtiendo calderas, pasillos y hueco de la piscina en un club de electrónica en toda regla, sin permisos ni medidas de seguridad, célebre a nivel internacional, y ante cuyas puertas se han visto colas más largas que las del Berghain.

Fuentes cercanas al complejo hablan de trabajadores escasos, que lo mismo hacían de porteros por la noche, lo mismo realizaban otras actividades durante el día, por supuesto, sin dormir. Deudas de luz, agua y demás, todo a pesar de que el espacio ha obtenido beneficios de alguna que otra subvención institucional.

A medida que el club de baile ha ido creciendo, con miles de asistentes pagando su entrada, ni un coordinador ni otro han vuelto a dirigirse la palabra. Y lo peor: la explotación del lugar como pista de baile los fines de semana, incluso como origen de las series televisadas del mítico canal Boiler Room, con anuncios constantes en las redes sociales de sus noches, ha durado una serie de años hasta que la tortuga institucional que es Berlín ha tomado finalmente cartas en el asunto.

La historia suena a descalabro cual salto de bomba a una piscina hueca. Se sospecha que la reforma del espacio para transformar su estatus de discoteca quasi clandestina alegal costaba demasiado dinero en opinión de su principal gestor. En lugar de ahorrar lo recaudado o pelear por conseguir la financiación necesaria, la vida nocturna de Stattbad Wedding se ha prolongado lo máximo necesario, haciendo caja (por supuesto sin invertirla en la adecuación del complejo) hasta que llegara la notificación de las autoridades. En las declaraciones oficiales se alude a que el cierre se debe a un traidor o chivato, a través de un “mensaje anónimo” a la ciudad de Berlín. Algo poco creíble, una auténtica tomadura de pelo, tras años de descarada publicidad y notoria existencia como club.

El cierre, más importantemente, afecta a aquellas exposiciones y actividades artísticas planificadas para esta primavera, así como a los creadores con proyectos a medio y largo plazo. La traición a aquel espíritu socializador de Hoffman, al beneplácito del propietario, a los artistas, e incluso al barrio entero de Wedding, parece más bien la del ánimo de explotación y lucro en una ciudad donde «la fiesta» comienza a apestar a negocio sin escrúpulos. Esperemos que la nueva vida de este colectivo luzca plena en su localización alternativa y cumpla con los verdaderos fines no comerciales, al menos, en su parte artística.

Lara Sánchez para Berlín Amateurs © mayo 2015
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