Un ambiente oscuro, la luz de las velas, el silencio del público y las voces de LA GRIETA. El viernes 13 de diciembre las componentes de LA GRIETA, sin atender a supersticiones, presentaron en Café Madame sus creaciones más crudas, más profundas y sinceras.
Este, su segundo recital, consistió en un acto dividido en dos partes, en el que las piezas presentadas iban respondiendo al propio orden creativo de sus autoras. En la primera parte del viaje rindieron homenaje a sus raíces. Una composición grupal con inspiración en Gamoneda iba entretejiéndose en una presentación pausada en la que las creadoras invitaban a los rezagados a unirse al trayecto, a cerrar los ojos y disfrutar de la escucha.
No obstante, conforme el recital avanzaba, también lo hacía la intensidad de los textos. Utilizando en su mayor parte como fuente de inspiración la obra de Alejandra Pizarnic, la armonía de las voces conjuntas en las creaciones grupales se iba intercalando con la personalidad de las intervenciones propias.
La luna, el espejo y las cenizas fueron solo algunos de los ecos que rezumbaron en los oídos de los asistentes, quienes pudieron realizar, guiados por las autoras, un viaje hacia la desnudez del yo y a la exposición más descarnada de recuerdos, vivencias y sensaciones.
Tras el descanso, en un segundo pase más experimental, se escucharon diferentes poemas no escogidos por sus autoras, sino por sus compañeras, así como los textos más destacados de las componentes en su viaje a Harz.
En definitiva, un recital penetrante, donde la inocencia de las primeras composiciones ha dado paso a unos poemas más maduros, en los que la palabra seguía siendo el centro de “desconocimiento” y, en este caso, también del autoconocimiento.
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