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Arturo González Villaseñor. «Llévate mis amores», más que una historia de migrantes

Arturo Gonzalez Villaseñor - Llevate mis amores berlin 2015

El documental Llévate mis amores ópera prima de Arturo González Villaseñor (Ciudad de México, 1985) retrata el día a día de la vida de «Las Patronas», mujeres mexicanas que desde 1995 preparan comida que entregan a los indocumentados que pasan en el tren conocido como «La Bestia» para cruzar la frontera con Estados Unidos sin que el tren se detenga. Dicho documental se presenta el jueves 8 de octubre en la sección «Con otros acentos» del SFFB 2015, dedicada a la filmografía mexicana. Entrevistamos a su director con motivo de su visita a Berlín para presentar su película.

BA: ¿Es la primera vez que presentas el documental en Europa? Cuéntanos cómo llegaste al Spanisches Film Festival Berlín 2015

Arturo González Villaseñor: Nuestro estreno internacional fue en el IDFA en Ámsterdam en noviembre del año pasado. Haber llegado ahí fue todo un logro que jamás imaginamos, ya que es considerado por muchos el festival de documentales más importante del mundo. A partir de ahí nos llegaron una serie de invitaciones para presentar la película en diferentes festivales europeos como Edinburgh Film Festival, One World Human Rights Film Festival en República Checa e incluso dentro de Alemania asistimos al Freiburg Film Forum, entre otros.

Eloisa, quién colabora en Spanisches Film Festival Berlín vio la película en el festival mexicano FICD (Festival Internacional de Cine en el Desierto). Fue ahí donde me pidió que se la enviara para que la vieran en Berlín y resultó quedar seleccionada. Me dio mucha alegría.

BA: ¿Qué esperas de la participación en el SFFB?

AGV: Creo que acudir al Spanisches Film Festival Berlín aguarda algo muy especial, aparte de presentar la película y es que me invitaron a ser parte del jurado de cortometrajes, lo que para mí implica una responsabilidad muy grande; estoy seguro de que será una experiencia muy linda y seguro que aprenderé muchísimo al estar junto a los que deliberan para otorgar un premio. 

BA: Tres años y medio fueron necesarios para completar el rodaje de esta conmovedora película que aborda uno de los puntos más complejos de la emigración en todo el planeta. Es mucho tiempo, ¿no? ¿Puedes explicarnos cómo surgió la idea del documental?

AGV: De hecho, fueron cuatro años. Sí, la verdad, es mucho tiempo, pero le dimos el tiempo necesario para que la historia creciera, jamás nos vimos forzados o presionados para terminarla, creo que la duración de una película la dicta ella misma. Desde el primer día en el que tienes la idea en la cabeza y la empiezas a vaciar en papel ya existe, es como un pequeño ser vivo que hay que alimentar y dejar que crezca solito, pero con ayuda y esfuerzo.

La idea de hacer una película nació gracias a mucho de lo que sentimos el primer día que llegamos y conocimos a «Las Patronas», y posteriormente toda la convivencia que se vivió día a día. Más allá de tocar diferentes aspectos de nuestra realidad durante todo el filme, la idea no surge a partir de estos, sino que su principal motor resultó ser los sentimientos. Utilizamos el cine como un medio de expresión para transmitir nuestras diferentes emociones durante todo este tiempo.

BA: La cinta retrata la profunda humanidad de «Las Patronas», pero no solo eso. Yo percibo muchas más cosas, prefiero que me las cuentes tú… Cuéntanos, ¿qué es lo que muestras en este filme?

AGV: Así es. En gran parte es un retrato de lo que ocurre en los pueblos mexicanos hoy en día: el abandono al campo, la explotación obrera/campesina representada por el esposo de una de ellas, José Luis, quien nos cuenta que trabaja doce horas al día y que aun así no le alcanza para mantener a su familia y tiene que vivir endeudado. La nula oportunidad que tienen las más jóvenes para ingresar en una universidad; al no tener los ingresos suficientes para pagar una escuela privada optan por ingresar en una pública —siendo estas las mejores del país, pero a su vez las más demandadas—, pero la baja calidad del nivel medio superior (preparatoria) les impide hacer un buen examen. Es por eso que muchos jóvenes optan por el ejército, la marina, dedicarse al campo o trabajar como obreros con sueldos miserables y una explotación devastadora. Un círculo vicioso. También es un retrato del machismo y del maltrato por parte de algunos hombres. Para ellos, al llegar del trabajo termina su día laboral, pero para las mujeres esto nunca termina. También hay unas cosas muy lindas como la conexión tan inmensa que tienen con la naturaleza, mujeres que dependen completamente de ella.

BA: ¿Viviste con ellas?

AGV: Sí, viví un tiempo con ellas en diferentes etapas, sobre todo al principio, que fue donde desarrollé parte de la historia, contada como si fuese un cuento. Posteriormente, fueron plasmadas en el rodaje como el humo que emana de una olla gigante mientras el arroz hierve bañado de una rica salsa roja, la fuerza que se necesita día a día para sacar agua del pozo y llenar las botellas una por una hasta juntar más de cincuenta, las carretillas tan pesadas que cargan en un camino de terracería para llegar a las vías y el peligro al estar de frente a una máquina que pesa toneladas. Lo demás nos lo fuimos encontrando en el camino, como las historias de los migrantes, como el chico que se cae mientras ellas reparten la comida o la llegada de Cristóbal para conocerlas después de que perdió su pierna. Todas estas historia fueron construidas gracias a la ayuda de mi editora, Lucrecia Gutiérrez Maupomé. 

BA: Llévate mis amores es un documental que complementa a la perfección aquella impresionante ficción de Diego Quemada-Díez, La Jaula de Oro, que fue premiada en el Festival de Cannes, entre otros. ¿Crees que es así? ¿O no sientes ningún tipo de ligazón con este filme?

AGV: Para mí, el espectador es clave dentro de la película, sobre todo, lo que siente, y el análisis que viene después de verla. Algunos críticos de cine han escrito que es la mejor película que se ha hecho sobre migración, y hay otros que piensan que la migración es solamente un hermoso pretexto para hablar de algo que hemos perdido hoy en día y que es el amor desinteresado de ayudar a alguien sin necesidad de obtener nada material, sino la satisfacción y la alegría que nos da el hacer algo por los demás. Para mí, ambas son ciertas, tanto el tema que se aborda de la migración como el amor desinteresado de un grupo de mujeres increíblemente organizadas.

Creo que el hecho de que la vinculen como una película que complementa a La jaula de oro me parece muy coherente, pues retrata otra realidad y otra perspectiva, tocando la historia desde abajo, desde una población donde nunca nos movemos y siempre aguardamos para ayudar a los que vienen ahí arriba en el tren mostrando admiración y respeto para los que se suben a un tren que se lleva vidas durante su camino.

BA: La progresión del documental nos vislumbra dos núcleos diferentes muy a tener en cuenta: lo recurrente del paso diario de los trenes, todos los días es lo mismo y más o menos a las mismas horas, y luego las historias humanas que interactúan con el paso del tren. ¿Eso estaba pautado o surgió durante el proceso?

AGV: Se fue descubriendo durante la edición. Tuvimos la oportunidad de seguir rodando mientras íbamos construyendo la historia. Los trenes son elementales en la película no solo por las imágenes, que en sí ya son impresionantes, sino que ningún tren resulta ser igual, cada uno marca una velocidad, un acercamiento, y un ángulo diferente, dependiendo del punto en donde se encuentra en ese momento la línea dramática, y es justo aquí donde se hila con las historias humanas. Esto se logra gracias también al diseño sonoro de Lena Esquenazi. Cada sonido, cada crujido del tren crea una atmósfera diferente dependiendo de lo que se nos está contando en ese momento. Si te das cuenta, no hay musicalización, ya que no le queríamos quitar el peso dramático a la historia con canciones que fueran chantajistas y llevaran por un sitio diferente a lo que como espectador se está sintiendo en ese momento.

BA: Esos fragmentos basados en los testimonios personales de quince personajes, en los que explican los motivos que las llevan personalmente a seguir dando su apoyo a los jóvenes migrantes se complementan con sus historias personales. Me llama la atención cuando les preguntas por ellas mismas en tercera persona, ¿quién es Dani?, por ejemplo. Todas se sorprenden de un modo u otro. ¿Crees que ellas como entidades individuales nunca se han planteado esas preguntas sobre sí mismas, mientras en el primer mundo lo hacemos constantemente?  

AGV: Me di cuenta de que eran mujeres a las que nunca les habían preguntado por ellas mismas. Durante el rodaje veía ir y venir a una infinidad de periodistas que recogían algunas tomas, unas pequeñas entrevistas sobre la labor y listo. Tenían muchas veces discursos elaborados, puesto que todos les preguntan lo mismo. Nosotros, en cambio, cuando realizábamos las entrevistas, y en diferentes momentos durante todo este tiempo, siempre nos encontrábamos con un crecimiento mutuo en nuestras relaciones humanas. Descubrí, por todo lo que veía, que ellas no tenían tiempo de tomarse un rato para ellas, puesto que todo el tiempo tienen ocupaciones. Ya sea en la labor humanitaria con los migrantes, cuidar a los niños, llevarlos a la escuela, hacer de comer, cuidar a sus padres, ir a cortar café, moler el chile, atender sus negocios familiares, esperar a sus esposos para darles de cenar, acostar a los niños y al día siguiente lo mismo.

Entonces, cuando nos sentábamos a elaborar las entrevistas personales, por fin tuvieron un momento para hablar de ellas. Hacer preguntas tan sencillas como ¿cómo te sientes?, ¿cómo estás?, ¿te sientes feliz?, ¿qué tal tu día?, hasta ¿quién es para ti Antonia? Fue aquí donde descubrimos que al preguntar sobre ellas no se describieron con sus virtudes como creo que sucede en la mayoría de las personas, sino que hablaban de sus defectos emocionales, miedos, esperanzas de salir adelante, descripciones físicas y jamás sobre lo que tú y yo podríamos describir con infinidad de adjetivos. Sobre la pregunta que realicé a todas —¿quiénes son «las patronas»?— siempre nos llevaban a historias de los migrantes. Ahí nos dimos cuenta de la enorme relación sentimental y personal que guardan cada una de ellas con sus historias. Por ejemplo, Bernarda, cuando le preguntamos sobre si alguna vez tuvo novio. Ella estaba completamente enamorada y decidida a casarse, pero su pareja en ese momento se fue a Estados Unidos a ganar un poco más de dinero y regresar con lo suficiente para poder crear una familia con ella. Pues resulta que el abandono se alargó durante los siguientes ocho años, y cuando regresó ya no quiso seguir con él. El hombre se regresó y Bernarda jamás se volvió a enamorar, y por consecuencia a casar. Bueno, pues Bernarda sale todos los días a dar de comer para alimentar ese amor que ya no existe, a ese amor que ve en cada rostro que mira cuando le arrebatan la bolsa con comida, esperando que si su expareja algún día necesita ayuda haya alguien que se la esté dando como ella lo hace. ¡Es muy fuerte!

Regresando un poco a lo anterior, me parecía impresionante el hecho de que no se daban cuenta de la magnitud que representa ser una de ellas, no se glorifican en ningún sentido. Es aquí donde te das cuenta de que son mujeres comunes y corrientes. Esta empatía y acercamiento para con ellas puede provenir desde cualquier clase, ciudad, pueblo, o región del mundo, puesto que son mujeres terrenales, no son santas, ni diosas, ni tienen virtudes mágicas. Son mujeres como millones más, con la única diferencia que un día decidieron cambiar el mundo desde el lugar más remoto y lejano.

BA: Muchas de las historias personales vislumbran soledad, desamparo e incluso una especie de resignación con lo que les ha tocado vivir, ¿es así o estoy equivocada? 

AGV: Creo que como todos. En algún momento de sus vidas se pueden sentir solas o desamparadas como cualquier humano, con lo que no estoy de acuerdo sería con la resignación, puesto que lo que hacen todos los días de sus vidas desde hace veinte años es totalmente lo opuesto. Resignarse sería no hacer nada. En cambio yo observo en ellas cómo a pesar de tener las mismas carencias —y muchas veces las mismas necesidades que los migrantes—, tienen la capacidad de dar lo que ni siquiera ellas tienen. Creo que más bien los resignados seríamos tú y yo. Puesto que nuestro mundo es totalmente opuesto al de ellas, vivimos en ciudades totalmente capitalistas, llenas de consumo y cosas que se desechan al día siguiente, y su durabilidad es tan pobre que nos vuelve a llevar a ese círculo vicioso de consumo nuevamente. En cambio, ellas, a pesar de todo, son mujeres completamente felices. Mujeres que están conectadas a la naturaleza y a los animales, en donde trabajan todos los días con la madre tierra, como anteriormente había dicho.

Ellas me enseñaron algo que no comprendía hasta llegar ahí: encontrar la felicidad plena cuando ayudas a alguien más. Ese momento en el que por primera vez corrí a las vías y observé un tren cargado de personas me invadió el miedo. ¿Quién era toda esta gente? ¿A dónde iba? Conocía un poco el tema, pero cuando los tienes de frente y los sientes venir, de verdad que te cuestionas. Con las pocas indicaciones que me dieron y la adrenalina del momento, al lanzarles la bolsa con comida recuerdo que se me cayeron varias veces y ninguno de ellos la pudo sostener, hasta que por fin una mano rozó con la mía al agarrar una. Esa primera sonrisa jamás la voy a olvidar. Me sentí mágico, importante, sentí que había salvado una vida con la bolsa de comida, para muchos tan insignificante. Entre muchas cosas, me desprendí del mundo material al darme cuenta de que la felicidad no está en la obtención de ellas sino en las relaciones humanas, en ayudar a los demás, en la convivencia y en el compartir. De cierta manera, ellas son mi fuerza para nunca terminar de resignarme.

BA: Por otro lado y dentro del desarrollo dramático del filme, me fascinan esas capturas de cámara, esa delicadeza en los detalles de los quehaceres diarios: preparar la comida, el fuego, las bolsas, sacar agua del pozo, y dar la comida caliente, ¿es un recurso estilístico o ayudan a la narración?  

AGV: Creo que ambos. En un principio, en el cuento detallé todo esto, ya lo he explicado antes. Pero por supuesto que es estilo visual, también en la narración te ayuda a comprender lo que hacen todos los días durante el transcurso de la historia.

BA: La película acaba con una serie de datos estadísticos. También hay casos más dramáticos en los que, como documenta el filme, algún viajero pierde el equilibrio y sale despedido del tren y es gravemente herido… ¿Qué pasa con esas personas después de salir del hospital?

AGV: Los datos estadísticos me parece que son importantes porque al final no deja de ser un documento que archiva información valiosa para futuras generaciones. Como es el caso de la información que viene sobre la caravana de madres centroamericanas en busca de sus hijos perdidos en su paso por México. Imagínate que una de ellas ve la película y descubre que ellas tienen una base de datos con los migrantes que han pasado por ahí y que les ayuda a facilitar la búsqueda de su familiar.

Respecto a los heridos, desafortunadamente en México los migrantes no pueden visitar o ser atendidos en hospitales por cuenta propia, si llegan, inmediatamente son entregados al Instituto Nacional de Migración y deportados a sus países de origen. No dudo que muchos de ellos se vayan sin la atención médica pertinente si se encuentran heridos.

BA: Cada jornada cocinan una comida sencilla donadas por simpatizantes y empresas locales. Ellas no han perdido ni un solo día en todos estos años, lo hacen altruistamente y no forman parte de ONG o fundación alguna. ¿Estos actos van más allá de la misericordia?

Bueno, lo que hacen no es una comida sencilla, imagínate lo que significa preparar veinte o treinta kilos de arroz diarios, a veces dos veces al día y sazonarlo en salsa de tomate con unas pizcas de ajo, cebolla, y cilantro. Y menearlo durante treinta minutos para que no se te pegue en la cacerola y como consecuencia no se queme mientras el humo que sube a hacia tu cara te quema y te corta la respiración. Lo mismo sucede con los frijoles. Hay una parte muy bonita en la película donde se ve cómo pueden llevar horas sentadas en la mesa de la cocina separando y limpiando cada grano de frijol, para después depositarlo en un contenedor enorme. No es nada sencillo. Como bien sabes, nunca se sabe la hora en la que pasará el tren, a veces pasa de día y otros también pasa de noche. Es algo impredecible. La única señal que se tiene es el silbido del tren cuando entra al pueblo, así que tan solo es cosa de tres minutos de ventaja lo que se tiene para salir a las vías y entregar el alimento.

Un día de estos se había acabado la comida, no había más frijol, no había más arroz, no había más latas de atún. Solo había huevo en cajas. Un albergue que está a tres horas de distancia de donde se encuentran ellas (Tierra Blanca) nos había avisado que hacía tres horas que había salido nuevamente otro tren con cientos de migrantes. Así que lo que hicieron fue poner a cocer los huevos en una olla (hecho que aparece en la película). Se cocieron en cuestión de minutos. Los empezamos a sacar para guardarlos en bolsas. Cualquiera pensaría «tienen hambre, qué bueno que hay huevos y van a poder comer los viajeros que se aproximan en ese tren». Pero su labor va más allá. No solo se preocupan por alimentarlos, sino que su labor implica que la comida que ellas entregan les sepa rica. Así que se pusieron hacer pequeñas bolsitas cortadas de las esquinas de unas más grandes para depositarles pequeñitas porciones de sal, para que pudieran sazonar su huevo. Los migrantes y cualquiera que pasa por ahí los tratan como si fueran sus hijos. Lo cual está claro que no es misericordia como muchos medios se han dedicado a mal informar. El alimento que ellas reparten es el mismo que todos comemos. Nadie le da de comer a su hijo por misericordia, ¿no?

BA: Los desplazamientos de masas de gente en busca de una «vida» mejor y las malditas fronteras son unas de las consecuencias más dramáticas de la globalización neoliberal que nos invade. En este caso, muestras la violencia de uno de los pasos más crueles del mundo para viajantes sin papeles con el fin de ingresar en el llamado «primer mundo». Tu documental llega a Berlín en un momento clave, en plena crisis de los refugiados en Europa. Múltiples problemas en la fronteras de Hungría, Macedonia… Se vislumbra además un aumento del racismo en la población. ¿Crees que la masiva cobertura de la prensa, por la que nos acostumbramos a esas imágenes, sensacionalistas —en mi opinión— en la mayoría de los casos, desactiva nuestra capacidad de reacción (como afirman muchos intelectuales) ante tales dramas humanos, o por el contrario ayuda a informar y concienciar a la población?  

AGV: Creo que el principal problema es la falta de información respecto a la noticia. Ahora la información se cubre con una imagen sin contexto; esa información hueca que todo mundo comparte en redes sociales, pero que nadie conoce en profundidad sobre qué se está publicando. Creo que tanto la sociedad como los medios informativos no logran aprovechar el alcance que pueden tener las redes sociales. Entonces todos conocen al niño varado sobre la costa.

BA: ¿Es México un país en guerra? En caso afirmativo, ¿contra quién?

AGV: Sí, vivimos en un país donde todos los días hay decenas de desaparecidos, donde impera la impunidad, la corrupción, y la ineptitud por parte de nuestras instituciones. Donde pueden morir 49 niños en una guardería por la negligencia y la entrega de permisos corruptos por parte del gobierno federal a amigos y empresarios del presidente, y no pasa nada. Donde hace más de cincuenta años hubo una masacre de estudiantes en la plaza de las Tres Culturas en la ciudad de México por parte del ejército ordenada por el entonces presidente Gustavo Díaz Ordaz, y hace un año vuelve ocurrir exactamente lo mismo, con los 43 estudiantes de Ayotzinapa, y sigue sin pasar nada. Donde no puedes viajar en carretera por el estado de Veracruz después de las cinco de la tarde porque grupos criminales se adueñan de los territorios, y donde el gobierno en este mismo estado desaparece y mata periodistas por cubrir la verdad de un país sin estado de derecho. Donde hoy encierran al hombre más peligroso del mundo y en menos de un año se escapa de una cárcel de “máxima seguridad” por segunda vez. ¿Que contra quien es la guerra? Para mí, es una guerra de la sociedad civil contra las instituciones, contra el gobierno y su corrupción.

BA: En otro orden de cosas, has fundado además la productora Acanto films, ¿se dedicará a producir tus obras? ¿Ficción o solo documentales? 

AGV: Así es. En cierta medida quiero que mi productora tenga una participación en todas las películas que pueda realizar. A la par, trabajamos en conjunto con Pimienta Films de Nicolás Celis, que fue el coproductor de Llévate mis amores y que es el productor de mi próxima película Semillas de pólvora.

Con respecto al tema «ficción o documental», para mí son solo una manera de hacer una película, un estilo, no un género. Llévate mis amores nos llevó a encontrar parte de la historia en el camino, aunque es verdad que había muchas cosas planeadas. Semillas de pólvora está basada en una historia real, casi una historia documental ficcionada que sucede en diferentes escenarios y que tiene un final muy específico. Así que es un mezcla de ambos. 

BA: Para finalizar, el mensaje del filme, si es que pretendes darlo, sería: ¿esperanza, el amor por el otro, solidaridad…?

AGV: Creo que el filme no pretende dar ningún mensaje ni ninguna moraleja. Al final, el espectador es una persona pensante que puede tomarlo de cierta manera dependiendo de su criterio o su manera de ver la vida. Creo que cada interpretación es totalmente válida. Muchos se enojan cuando les digo que la película no sirve para concienciar a la gente, pero es tan solo mi punto de vista. Es algo que jamás pretendimos. Aunque me queda claro que por la crisis que estamos viviendo hoy en día, no solo en México, sino en el mundo, la gente encuentra en la película un medio de escape en un mundo que parece estar perdido, una luz de esperanza que nos recuerda lo que significa ser humano. Una palabra que hoy en día no nos caracteriza en lo más mínimo.

Par mí, a nivel personal, esta es una historia que habla de los sentimientos, de lo que nosotros sentimos el primer día al estar ahí con ellas y al convivir durante tanto tiempo. Tratamos de hacerle sentir al público lo que ellas nos hicieron sentir. La creación más grande es la vida de uno mismo.

Llévate mis amores: cine Movimento sala 1, jueves 8.10 a las 20.15 h y domingo 11.10 a las 14 h

Entrevista: María Muñoz para Berlín Amateurs © octubre 2015
Retrato Arturo González Villaseñor: Maie Escorial
Fotogramas del filme, cortesía del director
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