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Una noche en la ópera #18: Tristán e Isolda (Richard Wagner)

opera berlin

(Con la colaboración especial de Deutsche Oper Berlin)

La temporada 2023/2024 de la Deutsche Oper Berlin, en la que se han escenificado las diez obras de Bayreuth de Wagner, llega a su fin con la última función de Tristán e Isolda. Lealtad y traición, honor perdido, crimen y expiación, amor apasionado, anhelo de muerte y olvido… La leyenda celta medieval de Tristán e Isolda inspiró la “opus metaphysicum” de Richard Wagner.

Tristán e Isolda: “opus metaphysicum” de Richard Wagner

Decididamente romántica, la partitura de Tristán e Isolda está considera precursora del modernismo. El “acorde de Tristán” que introduce la ópera –uno de los temas más discutidos de la historia de la música y usado por Lars Von Triers en Melancholia– desconcertó a los musicólogos, pues no se alineaba con las ideas aceptadas en la época en cuanto a tonalidad y armonía. Igualmente explosivo es el amor entre Tristán e Isolda, que desafía las convenciones y los códigos morales.

Personaje sombrío, en el que predomina la pesadumbre, los anhelos de muerte y el dolor, Tristán anda siempre atormentado porque su madre murió al parirlo. Está enamorado de Isolda y, sin embargo, decidido a entregarla a su tío, el rey Marke de Cornualles. Isolda, aristócrata irlandesa, tampoco está libre de culpa en esta aventura amorosa prohibida. En el pasado perdonó la vida a Tristán, quien había matado a Morold, su amado. La pareja se va acercando inexorablemente a su ansiado y trágico final.

Tristán e Isolda: escenografía de sir Graham Vick

La fascinación por Tristán e Isolda ha cautivado a filósofos, psicólogos, escritores, compositores y musicólogos. Con la escenificación de esta pieza en Deutsche Oper Berlin, el británico sir Graham Vick, uno de los escenógrafos de ópera más innovadores, ha rechazando de plano la sobredramatización. Vick sitúa a los protagonistas en un salón aparentemente anodino (que va rotando ingeniosamente de posición, cual imagen especular, a lo largo de los tres actos), aunque salpicado de detalles que aluden al fatídico final: un ataúd, una fosa, flores de cementerio…

No obstante, apreciamos un cierto desbarre en el elenco bizarro escogido, que, más que enriquecer la obra, distrae al espectador que irremediablemente se pregunta por el significado simbólico de esos extras. Gente sin ton ni son va y viene, una mujer se pasea desnuda por la escena, un sepulturero cava una tumba desnudo… Una lámpara industrial gigante va cambiando de sitio durante la pieza e inevitablemente nos aparta de lo que ocurre en escena. No parece respetar el ciclo noche/día ni servir de foco a los personajes que cantan. A veces, incluso reposa en el suelo.

También comienza ya a cansar esa táctica de presentar la escenificación estilo cinemascope y dejar la mitad superior del escenario fundida en negro. La provocación es indisoluble de la Deutsche Oper Berlin. En esta ocasión, en la forma de “momento Transpotting” (ver foto portada): los amantes se meten un pico de heroína, en lugar de tomarse la pócima del amor que les ha preparado Brangäne, sirvienta de Isolda. Sí es de elogiar la metáfora de la muerte del acto final: Isolda atraviesa una puerta y se une a los espectros andantes tras su arrebatado Liebestod.

Argumento y contexto

Este drama musical en tres actos con música y libreto en alemán de Richard Wagner se basa en gran medida en el romance de Godofredo de Estrasburgo, sustentado a su vez en la leyenda medieval celta de mismo nombre. Fue compuesta entre 1857 y 1859 –en medio de los avatares políticos y líos de faldas épicos de su autor– si bien se estrenó en Múnich en 1865 tras infinidad de ensayos infructuosos e infortunios varios.

En el acto I, Isolda y su sirvienta Brangäne se encuentran en el barco de Tristán, de camino a las tierras del rey Marke en Cornualles, con quien Isolda va a casarse. A lo largo de la escena, Isolda explica a través del canto que Tristán es en realidad el asesino de su prometido y a quien ella acabó perdonando la vida. No obstante, ahora quiere vengarse dándole a beber una pócima letal. Su cortesana se confunde de brebaje y les ofrece una suerte de elixir del amor. Ambos caen fulminados de “amor” tras el “chute de heroína”.

Los amantes furtivos pasan una noche juntos aprovechando que el rey Marke se ha ido de cacería. La declaración de amor ocupa el acto II. El rey acaba por sorprenderlos y Tristán es gravemente herido. En el tercer acto, han pasado algunos años desde aquel hecho aciago. Tristán ha sido desterrado y vive anhelando la muerte hasta que su vasallo Kurwenal le comunica que Isolda está en camino. Tristán fallece en plena euforia cuando Isolda irrumpe, y esta muere a su vez de amor tras cantar el célebre Liebestod, uno de los pasajes más alabados de la ópera.

Las exigencias de una pieza extenuante y tumultuosa

Dicen que se necesita cierta madurez y fortaleza para salir airoso/a al cantar Tristán o Isolda, obra que antes de su estreno incluso fue tachada de irrepresentable. Es comprensible que algún intérprete flaquee en la puesta en escena de esta ópera tumultuosa. Nadie quiere acabar como el primer Tristán, que murió poco después del estreno. De todos modos, el verdadero peso dramático de la obra reside en la musicalidad de la orquesta.

El canto de la pareja protagonista (Michael Weinius y Ricarda Merbeth) domina estos dos papeles exigentes, difíciles y complejos. La dirección de los personajes, que obliga a los cantantes de esta apasionante ópera a quedarse prácticamente inmóviles, ha sido duramente criticada. Quizá fuese desacertado presentar dos personajes que están completamente locos el uno por la otra pasando la noche sentados en un sofá como si estuvieran viendo una serie de Netflix.

Secundarios excepcionales

Las estrellas de la velada para la audiencia fueron, sin embargo, los secundarios Annika Schlicht en el papel de Brangäne –espléndida, aunque un poco más de profundidad de mezzosoprano no habría estado de más para acentuar el contraste con Isolda–; Albert Pesendorfer en la piel del rey Marke desesperado; y Leonardo Lee, como Kurwenal, barítono que encarnó de forma convincente y rotunda tanto al joven intransigente como al viejo y preocupado amigo de Tristán. Así quedó demostrado en la ovación final, donde estos últimos fueron vitoreados más que los protagonistas.

La orquesta de la Deutsche Oper Berlin, por su parte, estuvo dirigida por Juraj Valčuha con solemne serenidad, a veces un poco demasiado alta sin menoscabo del placer auditivo que transmitió en su conjunto.

TOP ÓPERA EN DEUTSCHE OPER BERLIN, TEMPORADA 2024-2025

Carmen (Georges Bizet): 1, 6, 12 y 21 de septiembre; 9, 14 y 22 de junio
Don Giovanni (Mozart): 5, 11, 14 y 18 de junio
Bovary (ballet): 7, 8, 13, 22 y 26 de septiembre; 3, 21 y 25 de octubre

Paco Arteaga para BA © julio 2024; fotos cortesía Deutsche Oper Berlin © Bettina Stoss
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