(con la colaboración especial de Staatsballett Berlin)
El ballet El cascanueces, compuesto por Piotr Ilich Chaikovski con libreto de Marius Petipa, está basado en la adaptación que Alejandro Dumas, padre, escribió sobre el cuento de hadas El cascanueces y el rey de los ratones, de Ernst Theodor Amadeus Hoffmann, aunque con una trama más simplificada. Se estrenó en diciembre de 1892 en el Teatro Mariinski de San Petersburgo y desde entonces siempre ha sido el estandarte de la Navidad.
Producido en infinidad de ocasiones (desde Rudolf Nureyev a Nacho Duato), principalmente representado en épocas navideñas y estructurado en dos actos y quince cuadros o escenas, este ballet no ganó en popularidad hasta los años sesenta del siglo XX. Tras el éxito de La bella durmiente, a Chaikovski le llovieron los encargos, entre ellos, el de esta pieza. El cascanueces plantea las dualidades entre el mundo terrenal del primer acto y el universo de fantasía del segundo, entre la vida de los adultos y el cosmos infantil; entre los personajes reales y los de fábula.
La música hermosa y melodiosa de este ballet se engloba dentro del periodo romántico tardío con influencias rococó y melodías populares como la danza rusa o Trepak, una de las piezas más reconocibles de esta obra. En El cascanueces predominan las armonías avanzadas y la riqueza melódica sin igual que en su momento fue algo totalmente novedoso en música para ballet. Elogiada por la crítica, la Suite El cascanueces, ocho números musicales del ballet seleccionados por Chaikovski concebidos para ser interpretados en forma de concierto, se estrenó ocho meses antes que el ballet.
Una trama aparentemente simplona
La historia comienza en plena fiesta de Nochebuena en la casa de los Stahlbaum. Drosselmeier, el padrino de Clara y Fritz, llega a la casa con tres regalos para ellos: una princesa, un príncipe y un rey-ratón de juguete. Sin embargo, Drosselmeier guarda una sorpresa para Clara: un cascanueces con forma de soldado con el que Clara viajará a un mundo de magia y fantasía. A medianoche, cuando todos duermen, Clara regresa al árbol de Navidad, donde los muñecos cobran vida: el salón se llena de ratones capitaneados por su rey hasta que este es abatido por el cascanueces con ayuda de algunos soldados. Es entonces cuando el cascanueces se transforma en príncipe y viaja con Clara al reino de los Dulces donde celebran, entre distintas danzas del mundo (española, árabe, rusa, china) —como ya ocurriera también de un modo similar en el cortejo de El lago de los cisnes—, la victoria sobre el rey de los ratones hasta que el sueño mágico termina y Clara despierta.
No obstante, y a pesar de su aplastante sencilles, la trama va más allá de un simple cuento de Navidad. Se trata de una historia sobre crecer y madurar, que también se refleja en el baile. Ya en el primer acto observamos diferencias significativas entre los movimientos de los adultos y los de los niños. A medida que la historia se va desarrollando, los de Clara se vuelven cada vez más maduros. En general, Nacho Duato se mantuvo fiel al vocabulario del movimiento clásico del ballet, pero no sin enriquecerlo con su propio estilo característico.
Nacho Duato: pinceladas de autor contemporáneo en un ballet clásico
Cuando Nacho Duato dirigía el ballet del Teatro Mikhailovsky de San Petersburgo decidió homenajear a la ciudad rusa y a Marius Petipa versionando La bella durmiente, cuyo éxito facilitó que le encargaran otra pieza del repertorio clásico. El cascanueces de Duato comienza de manera inusual: Drosselmeier introduce la historia al público. Duato quiso de esta manera eliminar la barrera entre escenario y público y entablar contacto directo con los espectadores. Este ballet, calificado por él mismo como neoclásico, no está ambientado en el siglo XIX como la pieza original ni está envuelto de un carácter fantasmagórico. Su producción se desarrolla en 1918, una época vinculada a la particular elegancia de la Belle Époque que dio la posibilidad de vestir a los bailarines con tejidos de seda, faldas largas fluidas y vaporosas y smoking, en lugar de echar mano de la crinolina y los trajes pesados propios de los vestuarios del XIX, lo cual se traduce en una mayor libertad y flexibilidad en los movimientos de los bailarines.
El artista francés Jérôme Kaplan trabajó con Nacho Duato por primera vez en la producción de El cascanueces en San Petersburgo, donde en 2013 se estrenó esta versión del coreógrafo de danza contemporánea valenciano y ciudad también en la que surgió y fue presentado originalmente este ballet. En las grandes producciones artísticas como esta es habitual que una persona se ocupe del diseño de la escenografía y otra del vestuario, algo que en la práctica no suele cuajar, según Kaplan. Ha sido él quien se ha ocupado de ambos menesteres en esta producción, lo cual, a su parecer, propicia una correlación e integración mejor, ya que se crea una simbiosis perfecta entre estética, elección de colores, vestuario y elementos de escenografía. “Son muchas las ventajas que brinda el hecho de que un mismo artista se ocupe de ambas facetas”, afirma.
ballet entero – San Francisco Ballet 2007
En su incursión en la danza clásica, Duato ha versionado ya tres obras clave: Romeo y Julieta, La bella durmiente y El cascanueces, siempre manteniéndose fiel a la música y al libreto, respetando los componentes y figuras que a su parecer son esenciales. Una de las grandes diferencias respecto a la pieza original es que en la producción de Duato de El cascanueces los ratones bailan en actitud ágil y beligerante. En su representación, en lugar de nieve hay estrellas, lo cual trastoca el sentido de la “Danza de los copos de nieve”. “Clara sueña. Y los sueños viajan por el universo, que está lleno de estrellas…”. Con esta respuesta extraída de cuaderno informativo del ballet, Duato resuelve el desconcierto suscitado al respecto entre los puristas. Duato leyó ambas historias en las que se basa el ballet: la de Alejandro Dumas, en la que se apoyó Petipa, y la principal de E. T. A. Hoffmann, en la que se inspiró Dumas. No obstante, se decantó por el texto de Hoffmann: “Lo traduje a una coreografía con sentido contemporáneo, aportando una cara fresca y nueva de la historia”.
El cascanueces (Chaikovski, con coreografía de Nacho Duato): 19 y 25 de diciembre; 1 y 3 de enero Las bodas de Fígaro (Wolfgang Amadeus Mozart: 21 y 27 de dicembre La bohème (Giacomo Puccini): 20, 23, 29 y 31 de dicembre; 2 de enero La flauta mágica (Wolfgang Amadeus Mozart): 27 de diciembre; 23 de febrero; 11 de marzo; 26 de mayo; 14 de junio
Paco Arteaga para BA © diciembre 2017
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