Escrito por: Aire libre OCIO Street Art

Teufelsberg se escribe con K de arte

Teufelsberg Berlin

Quien en los próximos días se acerque a Teufelsberg podrá disfrutar, además de la impresionante panorámica desde la ruinosa estación de escucha americana, de un poquito de arte fresco. La extraña construcción, utilizada recientemente como un espacio creativo, está situada en la cima de la montaña del mismo nombre, literalmente “Montaña del Diablo”. Una verdadera montaña de escombros de 114,7 metros, que, tras la Segunda Guerra Mundial, se colocaron ahí para ocultar al verdadero diablo y a su Wehrtechnische Fakultät (facultad militar nazi).

El complejo, creado por los americanos durante la Guerra Fría y abandonado definitivamente desde 1999, llegó a ser propiedad del genial David Lynch, lo cual alimenta todavía más el halo misterioso que allí se respira. El extraño edificio no tendría nada que envidiar a los escenarios de la internacional serie Lost y posee la capacidad de despertar hasta la imaginación más adormecida, trasladando al visitante a un pasado desconcertante, lleno de preguntas.

Coincidiendo con la Pyronale 2012, que tuvo lugar el 8 y el 9 de septiembre, los actuales propietarios cedieron la superficie a todo aquel que quisiera aprovecharlo. La Pyronale viene a ser como la olimpiada de los fuegos artificiales. Todo un acierto, ya que por su situación geográfica, Teufelsberg es un lugar privilegiado desde donde disfrutar el espectáculo pirotécnico.

Cuando los conceptos de exposición e interacción convergen, el resultado es casi con seguridad arte, o un potencial de arte en constante movimiento, que se puede redirigir hacia su destrucción o hacia una evolución posterior.

–Subimos aquí con la intención de ver los fuegos, pero creo que nos daremos una vuelta por las instalaciones. ¡hay tanto que ver!– comenta Gunner, sin perder la vista de sus dos hijos pequeños, mientras los niños observan ensimismados un espectáculo circense.

¿Pero quién organiza esto? era la pregunta más extendida, tanto entre el público, que casual o intencionadamente acudió al evento, como entre los propios artistas-participantes.

El evento lo ha organizado Graffiti Lobby Berlin. Explica Daniel P., integrante del colectivo. Nos vemos como un vínculo entre el dueño de la propiedad y la escena del graffiti, que intentará dirigir el desarrollo del proceso en una dirección positiva para ambas partes.

Graffiti Lobby Berlin pretende ser un círculo abierto de personas que quieren mantener y promover la cultura del graffiti en Berlín, basándose en la sinergia de las cualidades individuales de cada participante. Pero Graffiti Lobby Berlin no sólo va de graffitis. En Teufelsberg han participado, además, alrededor de 30 artistas, en ámbitos tan distintos como el visual art, sonido y fotografía. Y aunque hubo obras irrepetibles, como las performances o los espectáculos musicales, improvisados o no, que tuvimos la suerte de disfrutar los que allí nos congregamos. Otras todavía permanecen allí, como los murales de los más de 50 artistas, no sólo de Berlín, sino de toda Alemania,  incluso de Europa y Sudamérica, que, bajo el lema “la resurrección de entre los escombros” (Auferstehung aus Ruinen) participaron en la acción.

La espectacular exposición fotográfica sobre Berlín, discretamente colocada en la barandilla, en la explanada principal, del lado de una de las cúpulas y que fue cedida anónimamente. O el trabajo conjunto del arquitecto Miguel Prados, el artista Manuel Prados y los escritores Piko, Over y Chei, integrantes del colectivo Art. 626.

Se trata de una instalación de más de 20 metros, para cuyo montaje fue necesaria la pericia de tres escaladores profesionales. La pieza nos recuerda la lucha, no siempre equilibrada, entre naturaleza y tecnología, representada mediante un gigantesco árbol tridimensional que se mimetiza con la estructura de la torre. ¿O acaso la torre se está convirtiendo en árbol?

Aquí no hay sponsors. Todo el material lo hemos puesto nosotros. Igual que en la calle. Los escaladores… no, jeje. Los ha puesto la organización – comenta Piko.

BA: ¿Preferís el término de escritor o graffitero?

PIKO: Se suele decir escritores; en algunos contextos lo de graffitero suena a chancla, pero hay gustos… Escritores viene de los que escriben sus nombres, letras, pero también se le dice a artistas que usen su imagen como una marca, hagan murales o derivados del graffiti original. Nosotros hacemos graffiti real, pero por ejemplo con el tema del urban art hay ambigüedades, porque hay gente que pinta, hace plantillas o cualquier otro tipo de técnica y vienen de orígenes distintos al graffiti. O quien simplemente no se identifica con el termino escritor. En resumen, nosotros nos consideramos escritores, los demás que lo digan ellos.

La contribución del graffiti al arte es, hoy en día, indiscutible. Pero,  ¿qué es el arte? Para muchos, el arte es morirse de hambre y puede que no les falte razón.  Desgraciadamente, existe un arte de mercado que galeristas y coleccionistas bien se cuidan de perpetuar, en cuyas esferas sólo unos pocos afortunados se mueven con total libertad. Y sean cuales sean los parámetros que definen ese arte catalogado como tal, se trata, casi siempre de un arte estático. ¿Quién se atrevería a pintar en un Picasso o a añadirle una pieza más a un Calder? Y aunque no todo lo que se crea es arte, porque si todo fuera arte, nada sería arte, el arte existe. Y existe con independencia del mercado que tiende a controlarlo. Por suerte para la mayoría de nosotros, no todo el arte se crea para ser vendido, ni pretende mayor recompensa que la propia experiencia creativa. Y a veces simplemente se deja ahí, al alcance de todos, para que otros continúen disfrutándolo. Sobre todo en Berlín, una ciudad tan llena de donantes de arte.

(Visited 22 times, 1 visits today)

Social media & sharing icons powered by UltimatelySocial