“You want to die?! Do you want your father to die? And you? Do You want to die?”, pregunta la prolífica diosa del arte carnal, genuina provocadora, ORLAN, a asistentes de su inauguración en Le Plaque Torurnante, espacio independiente en una antigua praxis médica de la Sonnenallee —abarrotado de fans, de décadas y jóvenes, que le rinden culto— entre mascarillas médicas, paredes de azulejos asépticos y camillas donde un día pacientes del barrio esperarían ser curados.
Un alemán es señalado en mitad de la performance y contesta: “Todavía no lo he reflexionado”, “Die!”, Die!” exclama enérgicamente la creadora francesa —quien no parece tener setenta años— de tupé frondoso, exquisito en su mitad blanca como negra, mientras con una mano teñida de pintura rojo chillón va golpeando unos papeles e incluso las paredes de su exposición, para dar por firmada o clickeada cada respuesta en vivo, ya que esta acción es una genial petición online para poner “fin” a la perenne y fastidiosa certeza de la muerte. La lista digital ya supera las decenas de cientos, entre famosos, artistas y seguidores.
La fama de ORLAN es absoluta entre entendidos desde los sesenta, cuando —considerada una precursora del mayo del 68— ya desafiaba al imaginario occidental con intervenciones como una fotografía desnuda de ella misma dando a luz a un maniquí andrógino o la invención de su propia medida corporal para medir el Vaticano.
ORLAN, pionera, facilitó el camino a otras artistas de la performance, enriquecidas hoy, a las que los más importantes museos del mundo dedican grandes esfuerzos y exposiciones. Al contrario, ORLAN no cesa de trabajar y concebir —solo el año pasado realizó 230 shows–, e incluso creó un avatar de un guerrero chino con cara de mujer haciendo uso de los más nuevos formatos y técnicas, sin ceder ni un ápice de su independencia desafiante en pos del mercado. Como tampoco su empeño en cuestionarnos la estética imperante o los límites del cuerpo objeto frente a la inteligencia (en los noventase hizo y filmó nueve operaciones de cirugía estética para lograr la ceja de la Mona Lisa o la barbilla de la Venus de Boticcelli).
Uno se pregunta qué hubiera pasado si Lady Gaga, su fotógrafo Nick Knight y la discográfica Universal se hubieran atrevido a copiar, en lugar (supuestamente) del “Woman with a Head” y “Bump Load” de ORLAN para el vídeo de “Born this way”, a la poderosa Marina Abramovic: ¿Hubiera esta, al igual que la icono pop, contado con los excelentes abogados para la desestimación o triunfo judicial? Por si faltara poco, tal y como se aprecia, boquiabierto en esta exposición, la “Saint ORLAN” vestida de santa transgresora recuerda al milímetro a la misma imagen de la cantante, ídolo rebelde de masas.
ORLAN fue y es única: “Aquella chica nacida en Saint Etienne, expulsada de la Escuela de Arte por lo que entonces se consideraba demasiado horripilante”, se atrevió en 1977, en plena calle, frente al Grand Palais de la Feria Internacional de Arte Contemporáneo de París, a vestir un traje de cuerpo desnudo invitando a pagar en monedas por besos, y “es hoy una de las artistas más importantes del planeta; no solo por su discurso, sino porque ha dominado todos los formatos, desde fotografía a escultura, vídeo y hasta lo digital”, comenta Frédéric Acquaviva, comisario de la muestra y fundador del original espacio, además de compositor musical avant garde y, en alguna ocasión, colaborador de centros como el Museo Reina Sofía en Madrid. “Tendremos que esperar a 2025, cuando las instituciones, que funcionan siempre demasiado lentas, como el Pompidou, o en Berlín la Hamburger Bahnhof, acaben por hacerle la gran y merecida retrospectiva”.
Mientras hablamos con Frédéric, dos chicos de paso por Berlín se percatan del cartel anunciador a las puertas de la muestra: “¡¡¡ORLAN!!! Pero ¿cómo? ¿aquí? ¿Podemos entrar, por favor?”. También admiradores, Nicolás Astorga y Caterina Purdy, recién llegados de Chile a un festival de performance, se maravillan al descubrir el repaso a décadas de labor de la icono multimedia, comenzando por las míticas intervenciones iniciales, a las hibridaciones de su cara en un guerrero chino (pieza en la que el visitante también entra en forma de avatar) o trastocada en culturas del mundo a chillones colores; también aquella primera secuencia del ADN de ORLAN en colaboración con uno de los primeros CSI policial, el de Copenhague en 1997, o cuando se pone una máscara de cara de coño peludo para la acción inaugural en Berlín. “Es la Picasso de nuestro tiempo”, acaban por aseverar, lo que una servidora o cualquiera que se acerque a ver la exposición, admitirá sin ningún género de dudas.
“THIS IS MY BODY… THIS IS MY SOFTWARE”
La Plaque Tournante (Sonnenallee 99 – 12045 Berlín-Neukölln)
Hasta el 16 de agosto. Entrada libre
Finissage: miércoles 16 de agosto a las 20 horas, entrada libre para ver los films sobre ORLAN de Virgile Novarina (subtítulos en inglés) + la performance filmada por Frédéric Acquaviva
Lara Sánchez para Berlín Amateurs © agosto 2017. Fotos exposición: Lara Sánchez. Fotos obras: cortesía de la artista
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