Somos una máquina que funciona desde antes de que nos hayamos formado y que corre continuamente, que marcha sin que apenas lo notemos y sin que nos demos cuenta de todo lo que ocurre en nuestro interior. Sin embargo, en ocasiones esta máquina, que ya viene programada de serie, necesita mantenimiento o incluso requiere una ayuda externa para que su sistema luche contra elementos adversos.
La medicina –una de las ciencias más antiguas que existen y practicada en todas las sociedades y religiones de una forma u otra–, se ha dedicado a intentar conocer nuestro engranaje, cómo funcionamos y sobre todo, cómo nos afectan factores externos como virus, o internos, como degeneraciones, cambios en nuestro genoma. Este es uno de los objetivos del Museo de la Medicina de la Charité: un lugar en el que, como ellos mismo indican, el visitante realiza un viaje bajo nuestra piel.
Un viaje bajo la piel
Ya con el comienzo de la fundación de este hospital, que como su nombre indica era un centro al que acudían los más desfavorecidos, la investigación del cuerpo humano estaba presente entre sus muros. El edificio que actualmente aloja a este museo –antaño el Instituto Patológico–, recibía a estudiantes y científicos que buscaban respuestas a sus dudas y a aprender con el muestrario que unos de sus propulsores y padre de la patología, Rudolf Virchow, comenzó a recopilar en el siglo XIX.
Quizá sean los especímenes de este muestrario, que cuenta con más de 750 piezas, los que llamen más la atención de cualquier visitante, incluso a algunos alumnos de medicina: en las vitrinas de este museo se encuentran muestras anatómicas con alguna malformación o enfermedad, divididos en órganos o zonas del cuerpo humano. Y aunque resulte curioso a la par que un poco inquietante ver un colon de un tamaño mucho más grande de lo común (afectado de un síndrome conocido como megacolon), unas piedras de un riñón, unas trompas de falopio infectadas o un corazón con un marcapasos, el avance médico ha sido posible gracias a este tipo de muestras.
La medicina en los últimos 300 años
De hecho, la visita también aporta una perspectiva de la historia del hospital y de la medicina en los últimos 300 años, con muestras de material de laboratorio y quirúrgico, e incluso una sala dedicada a la historia de las enfermedades. Ademas, durante todo el año, el museo cuenta con exposiciones temporales como la que se exhibe en su planta baja hasta febrero de 2020 sobre el cirujano Ferdinand Sauerbruch, cuya vida se divide entre medicina y mito, figura clave de la medicina en tiempos del nacionalsocialismo alemán.
En definitiva, una enriquecedora experiencia en el centro de Berlín dentro del histórico complejo del Charité para pasar unas horas en las que sin duda nadie quedará indiferente. Solo un consejo: id con la digestión ya hecha.
Berliner Medizinhistorisches Museum der Charité
Charitépl. 1, 10117 Berlin
Texto: Ana Galán; Fotos: Aida Bresolí – Berlín Amateurs © julio 2015, revisado 2019
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