Quien vive en Berlín sabe que la ciudad tiene varias capas: las que se ven en postales y las que se descubren en el día a día, lejos del centro. Entre lagos, bosques y antiguas fábricas, es fácil encontrar otros “Berlines”, lugares donde no se oye hablar tanto inglés y donde cada rincón tiene una historia medio improbable. En Köpenick, al sureste de la ciudad, ese espíritu toma forma en un club que representa ese “otro Berlín” y que ha crecido sin renunciar a lo que es: el 1. FC Union Berlin, símbolo de un Berlín histórico, rebelde, con recorrido y, para muchos, más auténtico.
En An der Alten Försterei se respira ese ambiente desde el minuto uno. Un estadio reformado con la ayuda de la afición, con gradas de cemento donde el fútbol se ve de pie, muy lejos del brillo moderno de otros recintos de la Bundesliga. Aquí el sentimiento de barrio es real: trabajadores y vecinos de toda la vida de Köpenick se mezclan con los recién llegados que se integran desde el primer momento entre cánticos y bufandas rojiblancas. Como dicen las pancartas en cada rincón del estadio: “El teléfono durante unas horas se sustituye por la emoción”.

Además, el club y su pasado permiten asomarse a una parte clave de la historia alemana. El Union es el único equipo procedente de Alemania Oriental que actualmente juega en la Bundesliga. Su rivalidad con el BFC Dynamo en los tiempos de la RDA sigue siendo un capítulo que muchos berlineses “Ossis” recuerdan y que forjó el carácter de lucha de los Eisernen. No hace falta ser experto en política para notarlo. Basta con pisar el estadio y entender que este club nació en un contexto muy diferente al del resto de clubes de la competición y que se refleja en su personalidad y en pequeños detalles como el marcador manual o los Ampelmänner (los famosos muñecos de los semáforos) que aparecen cuando hay un cambio de jugadores.
Alma Unioner, historia viva
Lo fascinante del Union es que su identidad no se quedó anclada en la nostalgia. Se sostiene porque la afición sigue moviendo el club casi como un proyecto comunitario. Aquí todavía se recuerda cuando cientos de socios donaron sangre para recaudar fondos en los años difíciles (“Bluten für Union”) o cuando miles de voluntarios se turnaron durante meses para reconstruir la Alte Försterei ladrillo a ladrillo. Esa mezcla de terquedad, humor berlinés y sentido de pertenencia explica por qué este club se entiende más como un barrio organizado que como una empresa deportiva.

La Alten Försterei tiene algo que engancha. No es un estadio del siglo XXI ni pretende serlo. Su estética es vintage, una construcción que nos traslada a los tiempos donde el fútbol era más pasión y menos negocio. Conseguir entradas para el equipo masculino es complicadísimo, ya que los socios tienen preferencia, pero existe una alternativa para disfrutar de la antigua casa del guarda forestal gracias al equipo femenino del Union.
El Union femenino y la puerta de entrada realista
Quien quiera conocer el Union desde dentro debe saber que el equipo femenino es hoy una de las mejores puertas de entrada. Las Chicas de Hierro también compiten en la Bundesliga y aunque tiene cifras de récord cada semana, superando de media los 7000 espectadores, todavía hay espacio para animarlas. Es una forma accesible de adentrarse en el ambiente Unioner y conocer más de cerca los encantos de este club tan especial.
Sus partidos mantienen esa energía de “club de barrio” que tantos buscan, pero sin la barrera casi imposible de las entradas del masculino. Es un ambiente cercano, lleno de familias y de gente del distrito que lleva años apoyando al club, donde se puede sentir de verdad qué significa ser Unioner más allá del ruido mediático. Ir a verlas jugar se ha convertido en una forma muy auténtica —y accesible— de conocer ese Berlín resistente y comunitario del que tanto se habla.

Para los que se decidan a asistir un día de partido del femenino, se encontrarán que el trayecto hasta Köpenick ya es en sí mismo un viaje a un Berlín distinto: bosques, lagos, urbanizaciones residenciales y un ritmo más lento que contrasta con el caos de los barrios más conocidos. Antes del pitido inicial, se puede dar una vuelta por el Altstadt Köpenick, el casco antiguo del barrio, uno de esos rincones anónimos de Berlín que sorprenden con calles estrechas en las que perderse. También es posible conocer algunas joyas como el castillo (Schloss Köpenick) o el ayuntamiento.
Y de allí al fútbol. Escuchar el himno del “Eisern Union”, ver el partido de pie con una salchicha en una mano y una cerveza en la otra, es un plan profundamente berlinés. Para quienes disfrutan del fútbol, es una buena manera de sentir el espíritu del Union. Mucha gente entiende mejor Berlín aquí que en sus puntos turísticos.
Datos clave del Union
- Fundado: 1966 (como club independiente de la RDA)
- Estadio: An der Alten Försterei (22 000 plazas, 80 % de pie)
- Reconstruido por voluntarios del barrio entre 2008–2009
- Tradiciones: himno sin música, marcador manual, “Bluten für Union”
- Equipo femenino: asistencia media +7000 por partido (récord en Alemania)
- Entradas: casi imposible para el masculino; accesibles para el femenino
- Barrio: Köpenick, uno de los distritos más tranquilos y verdes de Berlín
- A 45 min de Alexanderplatz
1. FC Union Berlin
An der Alten Försterei
An d. Wuhlheide 263, 12555 (Berlín-Köpenick)
Venta de entradas aquí
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