La exposición de más de veinte fotografías de la veterana Regina Schmeken sobre uno de los más bochornosos episodios de la reciente historia de Alemania, los asesinatos de la neonazi NSU a diez personas durante siete años, está dirigida contra el olvido. Pero también, como señala en una charla organizada dentro de la muestra el profesor Gereon Sievernich, director del Museo Martin Gropius Bau, porque “no pensábamos que partidos de proclamas xenófobas entrarían hoy al Bundestag (refiriéndose al AfD), así que esta es también razón para organizarla”. Esta es la típica y ejemplar actitud que hoy predomina en la democracia alemana: no ocultar, sino confrontar la vergüenza y terror causados por estos hechos (y otros del pasado más negro de la humanidad), sin dejar de hablar de ello con todo detalle, para nunca repetir.
Nationalsozialistischer Untergrund (NSU) fue el grupo terrorista de extrema derecha formada por un trío de jóvenes del lumpen típico de Jena, en la República Democrática Alemana, que de 2000 a 2007 asesinaron, a punta de pistola y en la cara, a diez personas en varias ciudades alemanas, desde Rostock, pasando por Hamburgo, Dortmund, Kassel, Colonia, Heilbronn, Núremberg y Múnich.
Las víctimas fueron nueve hombres de ascendencia turca y griega que vivían y trabajaban en Alemania, así como una mujer policía. El primer asesinado fue el florista Enver Şimşek, el 9 de septiembre de 2000 en Núremberg; la última víctima, la mujer policía Michèle Kiesewetter, el 25 de abril de 2007 en Heilbronn. Además, en Colonia se perpetraron dos ataques explosivos con bomba, con el resultado de más de veinte personas gravemente heridas . Durante la mayor parte del tiempo, la policía y la prensa los llamó los “crímenes del Döner Kebab”, en relación a un ajuste de cuentas de una ficticia mafia turca.
El 4 de noviembre de 2011, el grupo fue descubierto. El juicio en el Tribunal Regional Superior de Múnich contra Beate Zschäpe, Ralf Wohlleben y otros cinco presuntos participantes comenzó en 2013, pero el veredicto aún está pendiente, así como la aclaración completa de los hechos e implicados. Ni siquiera la periodista que cubre el caso para el diario Suddeütsche Zeitung, Annete Ramelsberger, se aventura en el coloquio del Martin Gropius Bau a confirmar una fecha definitiva del fin y sentencia.
Regina Schmeken comenzó a fotografiar las escenas de los crímenes del NSU en la primavera de 2013. Las diez personas asesinadas fueron encontradas en el suelo. El resultado son fotografías en blanco y negro de gran formato que tienen un efecto perturbador. Ni los asesinos ni las víctimas de asesinato salen reflejados en ellas. Muestran barrios deprimidos con esquinazos rotos, boquetes en el pavimento, pasos de cebra agrietados, maleza descuidada, alcantarillas sucias, pivotes doblados… y de vez en cuando se ve a alguien pasar.
El pensador Hans Magnus Enzensberger califica de “inquietantes” las fotografías, porque “lo banal y lo ordinario aparecen de un modo extraño”. La serie parece señalar que algo va mal en la cotidianidad, algo terrible y soterrado, además de marginal. Algo que se les ha escapado a policías, periodistas y políticos de este país, así como a vecinos y conocidos del trío asesino durante siete años. La exposición quiere así rendir homenaje a las víctimas pero también, como reza en su folleto explicativo, tratar las cuestiones en torno al caso y hablar de un futuro en convivencia juntos.
Regina Schmeken – “Blutiger Boden. Die Tatorte des NSU” en Martin Gropius Bau
Visita guiada 19 de noviembre de 12 a 12:40 horas. Entrada libre
www.gropiusbau.de/schmeken-nsu
SOBRE EL AUTOR:
¡Síguenos y comparte!
[DISPLAY_ULTIMATE_SOCIAL_ICONS]