Hay citas que por más que se repitan siempre saben como la primera vez. Y que cuando acaban, siempre dejan ese regusto de que no fue suficiente. Eso es lo que pasa con la banda chilena Chico Trujillo que, una vez más, no ha faltado a su reunión anual en la que consideran su segunda casa: Berlín.
Quince artistas encima de un escenario con una amplia gama de instrumentos, desde la ya habitual trompeta o la batería a percusiones indígenas. Cumbia de la región de Valparaíso, con raíces chilenas pero con influencias del ska, balcánicas y de los países vecinos latinoamericanos. Desde que comenzó a subirse a los escenarios en el año 1999, Chico Trujillo se ha convertido en uno de los grupos chilenos de referencia, fuera y dentro de sus fronteras.
Antes del primero de los dos conciertos que dan estos días en el Yaam y con los que cierran su gira europea, Berlín Amateurs ha charlado con el trompetista de la banda, Sebastián El Zorra. Y aunque ya está cansado tras más de un mes recorriendo Europa “en autobús”, se muestra alegre y contento de volver a la capital alemana y usar sus conocimientos de alemán. Y aunque estos sean solo “ein bisschen” pero “lo necesario para pedir un kebap”, lo que sí que no faltó en la entrevista fue el uso del “cachai” (chilenismo por antonomasia).
Berlín Amateurs: Wilkommen! Desde que se creó el grupo habéis pasado muchos meses en la capital alemana, a la que consideráis vuestra segunda casa. ¿Es cierto eso de que Chico Trujillo se creó en Berlín?
Sebastián El Zorra: La idea nació en Alemania durante el tour de La Floripondio del año 1998 y se desarrolló en Chile durante 1999. Desde el principio hemos estado muy unidos a Berlín. Hemos venido desde el 2002 todos los años, y la banda se forjó aquí. Tocábamos todos los días; tres o cuatro veces al día.
BA: Suena raro que un grupo de cumbia chileno comenzase su andadura en la capital alemana…
SZ: Fue una cosa bien fortuita. Nos invitó un grupo de artistas visuales chilenos que venían a mostrar su trabajo en Tacheles. Llegamos directamente a Tacheles e hicimos muy buena onda con ellos y nos quedamos. Un año tocamos cuarenta noches seguidas en el Café Zapata. Se armó una onda buena y superfuerte. Hemos pasado aquí largas temporadas, incluso más de seis meses al año. Nos sentimos como en casa.
BA: ¿No sorprende que la cumbia se haya vuelto tan popular?
SZ: La cumbia es muy sencilla, de fácil ritmo. Quizá acá por eso se ha hecho popular. Se puede mezclar con cualquier otro tipo de música. Y además, es bailable. Cualquier persona la baila. Con mover un pie podéis estar toda la noche pasándolo bien. La otra cosa es que el mensaje de nosotros, de Chico Trujilo, es muy directo, y es básicamente pasarlo bien juntos. Hemos estado en Helsinki o en Marruecos, y la gente lo entiende.
BA: La cumbia de Chico Trujillo mezcla distintos estilos musicales de diferentes partes del mundo. Si bien la cumbia nació como una mezcla de culturas y de músicas distintas, ¿se está volviendo aún más global?
SZ: Cuando yo era chico, tenías que ir a comprar casetes a Santiago a un lugar en donde ni siquiera te vendían el original, si no el regrabado. Y ahora en un momento te puedes descargar hasta música de Mongolia. Está claro que hay más influencias.
La música que hacemos nosotros es algo completamente involuntario. Sencillamente, nosotros hacemos otras músicas también y eso inconscientemente lo llevamos a nuestro instrumento, es algo natural. No nos proponemos mezclar un género con otro. Nuestro proceso de hacer canciones se basa mucho en improvisación y en la cuestión de ensayo y error. Nada de estudio y programación. Somos músicos más o menos de la misma región y venimos de una misma escuela, que es básicamente tocar con tus amigos. Y pasarlo bien.
BA: Acabáis de venir de tocar en Turquía por primera vez, ¿con qué kebap os quedáis, con el berlinés o con el de Estambul?
SZ: A mí me gusta más el de Berlín.
BA: También venís de tocar en el YOFest, que este año ha estado muy centrado en el tema de la inmigración y los refugiados. ¿Cómo se vive este problema en Chile? ¿Queda muy lejos?
SZ: Queda lejos, pero es algo que afecta a todos. Y además, el mundo es cada vez más pequeño. Ante estas cosas no hay que perder la perspectiva. Mi opinión quizá sea muy ingenua, pero es que lo moralmente correcto que hay que hacer es ayudar a estos países que están en esta crisis tan grande. Nadie se va de su país, deja su patria o su familia por gusto. Te vas por necesidad. Pongámonos en lugar de estas personas, pero también por la perspectiva histórica y moral. Toda la riqueza europea viene de saqueos, esclavos de aquí y de allá… Hay que tener conciencia humanitaria y hacer moralmente lo correcto.
BA: Sin embargo, estamos teniendo un auge de la extrema derecha en Europa y parece que la izquierda latinoamericana está en declive…
SZ: Cuando se está lejos, se ve más fácilmente lo que pasa en tu país. Y al viajar, uno ve otras realidades y se pueden hacer comparaciones.
Es clásico que cuando empiezan los movimientos de masas humanas a otros países, la gente que no está muy cómoda o que no vive en las condiciones que quisieran, culpa a los extranjeros. Y esto es un combustible muy bueno para avivar nacionalismos y odios raciales.
Y lo de las izquierdas que se está yendo a la mierda… Yo puedo hablar del caso de Chile. En general, se están destapando casos de corrupción. Y te das cuenta de que cuando hay que echarle mano a la plata, da igual que seas de izquierda o de derecha.
BA: Aunque los estudiantes sí que salen a la calle y protestan…
SZ: Creo que los jóvenes, los estudiantes en Chile hace rato que se están dando cuenta de cómo está la situación. Actualmente, hay reformas, pero es un proceso muy lento que la derecha intenta parar. Nadie puede pensar que esto va a pasar de un año para otro. Es un proceso de quince, veinte, treinta años. Por eso los cabros [chicos] salen a la calle. Creo que van a ser tiempos difíciles en Chile, pero es lo que se necesita para que haya cambios reales.
BA: Si tuvieras que elegir, ¿Merkel o Bachelet?
SZ: Yo soy Bachelista. Personalmente, yo la creo. Creo que se ha equivocado mucho en el gobierno, pero todos nos equivocamos. Lo que pasa es que lo que está haciendo Bachelet [reforma de la educación, reforma laboral] nadie tuvo valor de hacerlo. Pero lamentablemente está acompañada de gente que es cobarde, y que hace que su lucha sea aún más difícil.
A toda esa gente, Bachelet debería decirle: “No seas maricón, concha de tu madre”.
Chico Trujillo ofrece el jueves 2 de junio su último concierto en Berlín en Yaam a las 20 horas
Entrevista Ana Galán; Fotos: Diego Aracil © Berlín Amateurs 2016
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