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Escrito por: Actualidad Arquitectura CULTURA Historia

Berlín reinventa Alexanderplatz por enésima vez

Desde hace 30 años se lleva planeando en Berlín la remodelación de Alexanderplatz para rodearla de rascacielos. Cuando, con décadas de retraso, se arranca con la construcción de las primeras torres, un fallo en los trabajos de construcción ha obligado a cortar la línea 2 de metro. Mientras tanto, el futuro de Alexanderplatz sigue tan difuso como el propio lugar.

Alexanderplatz no es una plaza. Empezamos negando la mayor y asumiendo la confusión lectora, pero es que nadie sabe ni sabrá responder la pregunta “¿qué c*** es Alexanderplatz?”. Los contornos de este emblemático lugar berlinés —del gusto de unos cuantos turistas, odiado por cualquiera con sentido estético, ignorado por la mayoría de berlineses en su día a día— son tan confusos como este primer párrafo. Un conjunto de espacios inconexos, con edificios totalmente eclécticos y grises entre los que se extiende un enorme mar de granito. Aquí y allá una fuente, tras la estación de tren la torre de la televisión, junto la que se despliega otra plaza que no es Alexanderplatz, pero nos hace creer que sí.

El embrollo de Alexanderplatz es difícil de desenmarañar. Tres líneas de metro surcan el subsuelo de la plaza desde hace casi cien años, los estragos de la Segunda Guerra Mundial y la reconstrucción de época socialista no lo ponen fácil. Cuando por fin parecía atisbarse una solución radical y se empieza con la construcción de varios rascacielos, un accidente lo cambia todo: las obras de una de las torres dañan el túnel de la línea 2 de metro y hace inviable su uso durante meses. El drama berlinés está servido.

La enésima renovación de Alexanderplatz lleva ya treinta años tramándose. En 1993 el arquitecto Hans Kollhoff ganó un concurso arquitectónico que proponía la construcción de trece rascacielos —finalmente serán diez— de unos 150 metros de altura y la demolición de varios edificios construidos en la RDA, entre ellos el Hotel Park-Inn, único rascacielos preexistente. El plan se ha ido postergando por diversos motivos, principalmente por la falta de inversores que asuman el riesgo de construir rascacielos.

Finalmente, el boom constructor en Berlín ha conseguido poner en marcha la carrera por alcanzar el cielo de Alexanderplatz, siempre bajo la atenta mirada de la torre de la televisión. Las obras para cuatro de las torres ya están en marcha, y casi todas han dado problemas. La causante de los desperfectos en el túnel de U-Bahn colindante es la torre de la constructora francesa Covivio, de 134 metros de altura y con unos pilotes que se clavan 38 metros en el corazón de Berlín. 3,5 centímetros es lo que se ha hundido parcialmente el túnel, causando grietas de importancia y unos daños millonarios.

No muy lejos de la catástrofe, junto al centro comercial de dudosa arquitectura “Alexa”, la llamada Alexander Tower estaba siendo construida por inversores rusos, que querían terminarla en 2023 y no han conseguido que la obra aún se eleve por encima del nivel de suelo. Del retraso de los planes rusos poco se sabe y el gobierno regional de Berlín ya ha amenazado con expropiar el edificio si no se construye con rapidez.

Conectada al edificio de Galería Kaufhof se está construyendo la Torre Signa (Signa-Turm), financiada con el dinero de un multimillonario austriaco y que se espera esté lista en 2025. Al otro lado de la plaza, junto al mercado electrónico Saturn se está edificando la Torre Hines (Hines-Hochhaus) con un diseño del arquitecto norteamericano Frank Gehry. Tras varios rifirrafes políticos, se decidió pasar de una altura de 150 a 130 metros, para después volver a imponerse la idea de los 150 metros.

El plan para convertir a Alexanderplatz en un “pequeño Manhattan” no gusta a todo el mundo. Unos lo ven extemporáneo, otros poco ambicioso, otros irrealizable o simplemente en conflicto con los edificios de la RDA declarados patrimonio histórico. Sea como fuere, la imagen actual de la plaza, fragmentada e incomprensible, tampoco tiene muchos adeptos. Lo cierto es que Alexanderplatz actualmente tiene un “diseño” tan borroso y complejo como la historia del lugar, que debe su nombre al zar ruso Alejandro I, al que en 1805 se le dedica la plaza.

A finales del siglo XIX y principios del XX Alexanderplatz, que había albergado anteriormente desde un cuartel militar hasta una fábrica textil, sufrió numerosos cambios: se construyeron lujosas galerías comerciales, la estación de S-Bahn, líneas de tranvía, un hotel gigantesco e incluso una estatua de bronce de ocho metros, la “Berolina”, que dejó de existir en 1944, probablemente fundida para servir de material de guerra para los nazis. Durante los años veinte del pasado siglo la plaza fue un centro neurálgico del Berlín sobreexcitado de la época, plasmado brillantemente en la novela Berlín Alexanderplatz de Alfred Döblin.

En la batalla por Berlín al final de la Segunda Guerra Mundial, multitud de edificios fueron totalmente destruidos. Las autoridades de la socialista RDA decidieron cambiar completamente la composición previa de la plaza para crear una superficie de granito de 80 000 metros cuadrados, cuatro veces el tamaño original previo a la guerra. Se levantaron diversos edificios de arquitectura socialista, la torre de la televisión y el famoso hotel Park-Inn. Entre los estertores de la RDA tuvo aquí lugar una de las manifestaciones más concurridas de la historia de Berlín, el 4 de noviembre de 1989.

Con la consiguiente caída del muro llegaron el plan Kollhoff y varios infructuosos intentos de revitalizar la plaza con una función meramente comercial. La idea de foro público, que había sido favorecida en la RDA, se vio reducida al gigantesco mercadillo navideño y a varias ferias y eventos de dudoso gusto. Cuando hace cuatro años arrancaron las excavaciones para los primeros rascacielos, nadie podía creer que de verdad Alexanderplatz pudiese pasar página. En una de las excavaciones se encontró una taza de porcelana que había pertenecido a un hotel de lujo de finales del XIX. Y en otra de ellas aparecieron el agua subterránea y un túnel de metro. El resto es historia.

Previsiblemente la línea U2 del metro de Berlín seguirá cortada entre las paradas de Klosterstraße y Senefelderplatz hasta al menos agosto de 2023, cuando deberían estar listos los trabajos de estabilización del terreno y la estructura. Y es posible que esta no sea el último incidente en esta historia de colisión entre la arquitectura de alturas y el subsuelo, pues varias de las torres en construcción o planeadas se sitúan junto a túneles de metro. Por si acaso, la constructora Hines se ha gastado la escalofriante cifra de 30 millones de euros únicamente en un sistema con el que se pretende que su obra no dañe la infraestructura preexistente.

Hoy día Alexanderplatz sigue esperando un futuro que no llega y que quizás se quede a medias, pues es difícil saber cuántos rascacielos finalmente se construirán. Es poco creíble que el primero de ellos esté levantado antes de 2025. Los acompañan otros proyectos en desarrollo o construcción como la reforma de la Haus der Statistik o la construcción de un masivo edificio de ocho plantas junto a la estación de tren. De momento el rascacielos del Park-Inn no se derribará. No es sencillo concebir cómo será la apariencia de esta “plaza” o no-lugar en las próximas décadas. Es difícil que sea aún menos atractiva. Conformémonos con que se mantenga en pie.

Texto: Juan F. Álvarez Moreno para Berlín Amateurs © febrero 2023
Fotos: Maie Escorial; Foto portada: Sven Masuhr/unsplash
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