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BERLIN ATONAL 2019 | LA PROFECÍA DE LA MEMORIA

Nene Atonal 2019

Berlin Atonal ha sido como una capa negra que se prometía brillante, DJs que comenzaban sus sesiones con los estruendosos brincos del techno para girar la sesión al consabido drum&bass noventero. A destacar, Elena Colombi, una artista con un gran sentido del humor, elegante, muy acertada y finísima en sus mezclas y la bella e impecable Tutu.

No dejar nada en silencio y hacer de cada encuentro un festejo permanente. Una chica esbelta hace girar un paraguas. Han convertido un gran escenario en el salón íntimo de sus juegos. El músico y la novia, y un enano de jardín de escayola blanca nos miran con el dedo obsceno levantado mientras un vodevil de música housera lo inunda todo. Plantas, sillones, una maleta con infinidad de cosas absurdas e inservibles hacen acto de presencia; el desván del trauma y la curación en un estallido análogo al LSD y al producto TV de la adivinación: es el glitch de la vida mágica. ¿Cómo vivir?

FUNCTION, con la presentación de Existenz y visuales de Silent Servant, fue el gesto cómico final de Berlin Atonal 2019, donde el ruido como una tromba de agua sonó sin intermitencia, como los insectos en las plagas y como los muertos del infierno preparándose para salir y abrazarnos en la destrucción del caos y el final de esta tierra que nunca fue paraíso. Así, anticipándose a un triste final, nos acunaban todas esas canciones de rituales de entierro cantadas en vivo por la vocalista Mary-Anne Roberts, junto a Roly Porter y el film de Marcel Weber en KISTVAEN,

La alegoría del la dominación perfora y se reproduce en la vida real, en las aceras y en los parkings, en la textura propia de la sociedad. El látex de Aunhelden imitaba la carne quemada junto con la distopía tipográfica y los fuertes estallidos de máquinas de Amnesia Scanner. Con sus máscaras y retorciendo la cara y la lengua, el cantante de Marshstepper recorría el escenario en pos de un crepúsculo satánico, Samuel Kerridge con Taylor Burch impávidos, Soho Rezanejad presentando Crow Without Mouth, Rroxymore con Face to Phase, Lee Gamble, Alessandro Cortini etc., dotados de un tono ligero y amable, pero su trasfondo aparecía cargado de una amarga melancolía disfrazada de violencia sonora.

En los escenarios, los artistas de toda índole nos ven pensar, gozar, sufrir y, en una palabra, vivir. Y estábamos esperando a que comenzasen a librar con cólera la guerra de la libertad, o ¿solo lloraban por unos euros y una banda de testigos maleducados que apenas balbucean insultos desde su minoría pintarrajeada a otras más temibles y más esclavas? ¿Qué tipo de consejos busca el festival para convertirlo en un paisaje sonoro autodestruido?

A tal escala perecen las últimas vanguardias, separadas como mercancía, consumadas como espectáculo, dosis y dosis sísmicas de imágenes y de descargas eléctricas que descomponían el mundo; todo ese ruido ama la victoria.

Berlin Atonal es sin duda el festival europeo de referencia absoluta para que se repita sin interferencia gran parte de la programación del mismo en el resto de los festivales europeos. Cabe preguntarse si estamos ante una catástrofe o si organizadores, promotores y programadores están garantizando la falsificación del mismo espectáculo.

Texto: Sasa Yagüe. Fotos: Virginia De © Berlín Amateurs, septiembre 2019
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