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Assange, cuatro años de cautiverio

Desde el pasado domingo 19 de junio, Julian Assange inicia su quinto año como refugiado en la Embajada de Ecuador en Londres sin posibilidad de mojarse bajo la lluvia u oler el verde de un parque. La orden de detención sueca, y el respaldo judicial británico a su extradición por delitos de violación, abusos sexuales y coacción, ha sido calificada recientemente por un panel de expertos de las Naciones Unidas como “arbitraria”. A pesar de no ser un dictamen vinculante, el propio Assange transmitió cierto optimismo en una videoconferencia simultánea a ciudades como Madrid, París, Londres o Berlín, y su gratitud a seguidores (entre otros, Patty Smith, PJ Harvey, Ken Loach o Slavoj Žižek), por la celebración de este cuarto aniversario en un acto teñido de lemas heroicos, pero similar a un cumpleaños tétrico y hasta cómico.

Desde el escenario más importante de la capital alemana, el Volksbühne o antiguo “teatro del pueblo” comunista, los defensores de Assange, el periodista del semanario Der Spiegel, Michael Sontheimer, el candidato del Partido Verde, Hans-Christian Ströbele, la asistente de Assange (hoy refugiada en la capital alemana), Sarah Harrison, y un cuarto, William Binney, exfuncionario de alto rango de la NSA (que no participó finalmente en el evento, según los organizadores, “al percatarse de que su pasaporte estaba caducado”), protagonizaron, con media hora de retraso por problemas técnicos y todas las entradas agotadas, la charla en pos de la utopía que es conocer toda actividad de los gobiernos.

Conferencia en Volksbühne

Tras los usos totalitarios del pasado nazi y comunista, en Alemania existe un extenso apoyo al fenómeno Wikileaks. Gran parte de la ciudadanía rechaza tajantemente la idea de denuncia o espionaje a favor del Estado y aún hoy se ven banderas colgadas de algunos balcones pidiendo libertad para Manning, Assange o Snowden. Curiosamente, todavía no existe traducción al alemán para la palabra “whistleblower” (delator, en español).

La conferencia en Volksbühne fue moderada con torpeza por la dramaturga Angela Richter, así que, entre la confusión de idiomas, los vídeos de efusiva expresión de Žižek o de una candil Vivienne Westwood pidiendo “sol” para Assange, así como la compilación de imágenes de medios estadounidenses tildándolo de “terrorista” o “asesino”, el público se pasó la mayor parte del acto riendo o bostezando. Solo al aparecer Assange en pantalla, definiendo la creación de Wikileaks como un “acto de amor”, defendiendo —al igual que Žižek— el “superpoder” del ciudadano, y al escuchar la delicada voz de PJ Harvey cantando “I wonder, I wander” de Joan Baez o el propio “The Glorius Land”, se palpó cierto sobrecogimiento en la sala.

Muy distinto aparecía el líder de Wikileaks seis meses atrás en el mismo escenario, cuando habló sobre la inestable Europa del momento, con pelo blanco por los hombros, una camiseta negra y tono extraordinariamente calmo, profetizando el desastre al que el mundo se ve abocado: “La izquierda nunca se preocupó del creciente papel de la tecnología, ahora ha abandonado el futuro —afirmó— sus nuevos representantes no tienen respuestas: por ejemplo, la nueva alcaldesa de Barcelona tiene poder, pero no sabe realmente en qué gastar su presupuesto. No solo hay una imposibilidad práctica, también intelectual, de ideas”.

Assange explicó que el único referente hoy es Silicon Valley, o la tecnología que nos modela y somete “hasta en la forma de pensar”. También cómo el terrorismo de ISIS no es más que una respuesta alternativa, vía religiosa y radical, a ese vacío ideológico, sobre todo en los más jóvenes.

Al término de aquel encuentro, el activista recibió del público una larga ovación y una última pregunta: “¿Hay alguna alternativa al imperio tecnológico, algo que nos ayude a ser más optimistas?”. Assange, aun sin solución para sí mismo, concluyó: “A pesar de que en breve veremos situaciones graves, de guerra, si miráis a las buenas cosas que le han ocurrido a Alemania, por ejemplo, tras la Segunda Guerra Mundial, sabemos que la humanidad es capaz de enfrentarse al desafío. Salir de este caos es nuestro próximo reto”.

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