Escrito por: Diseño Sociedad

Lucila Bristow: «La Venus moderna».

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Lucila Bristow: «La Venus moderna».

Es más que evidente que los hijos de la “Movida” madrileña, aquellos últimos en dar brillo al foro de día, y muy de noche, hasta que la capital se transforma en una de cadenas panaderas, salas con nombre de peluquería y toques de queda, llevan ya tiempo haciendo de las suyas lejos de allí, precisamente en Berlín, atraídos por la promesa de una efervescencia creativa más duradera.

A pesar del áspero idioma y los crudos inviernos, no importa cuánto de complejo sea vivir aquí (de hecho, a los auténticos creadores les inspira más y mejor), numerosos míticos españoles del beat, de la performance, de la danza y todo lo visual (no podemos nombrar aquí a los cientos, ellos ya saben quiénes son), se encuentran hoy en un Berghain o Tresor, en Bethanien, en cualquier Projektraum o Transmediale, en hangares, mercadillos y sótanos, en la librería Bartleby, el Atonal, la Berlinale y en otros espacios ligeramente desnudos, sin censura, de Kreuzberg, Wedding o Neuköln.

La mudanza obedece a una lógica continuista: de la celebración de la libertad madrileña, a la del Zeitgeist o momentum berlinés —uno de bajos precios y festejo de la diferencia o lo extraño, tantas veces apodado alternativo o underground— dos décadas después.

Atrás quedan aquellos happenings de la plaza de la Paja, cuando uno de esos nombres de los noventa en Madrid, la provocateur multitalento Lucila Bristow, se montó un domingo de primavera encima de un furgón de reparto con un generador y mesa mezclas en dos bidones para, sin pretenderlo, ser la precursora de una dinámica lúdica que tardaría años en ser prohibida.

También atrás quedan los fines de semana en uno de los últimos clubes en la retina de cualquier moderno de pro, el Stardust, donde pinchaba Coco Cielo o Anita Dinamite (hoy residente de Tresor), mientras Lucila ejercía la provocación sobre el escenario, vestida de Manuel Albarrán, para, por ejemplo, evocar los siete pecados capitales.

A inicios de este milenio, Bristow ya baila en el Cocoon de Fráncfort del Meno al lado de Sven Vath, Villalobos o Craig, mientras retrata como fotógrafa a Underwolrd, Tiga o Juliette Lewis y diseña las portadas de compilatorios del mismo club, del Diablo Records o de Glamour to Kill, a los que estuvo muy unida en su etapa más célebre berlinesa, la del “Musik pour the ratas” a cargo de Luis Miguélez, Juan Tormento y Antoñito Glamour.

Pestañas de lunares negros, tocados de diseño propio y plásticos efímeros —llenos de besos del público— adornan su flexibilidad escénica durante sus inicios alemanes. Es entonces cuando completa la serie BER_MAD Conextion, en localizaciones como el White Trash, Rio, Stardust, Watergate y en fiestas privadas, con imágenes de criaturas únicas en los ambientes desgastados de ambas capitales.

El objetivo de su Lomography Colorsplash engulle momentos y cuerpos de una exuberante personalidad propia. Todos, desde Eduardo Casanova (actor de Aída) Petra Flur o Lola Vondage, rezuman una actitud ultralibre por todos los píxeles de la instantánea.

Bristow acaba de publicar doce ilustraciones de gran formato, a modo de calendario, dedicadas a la mujer del planeta actual. Con el título de Modern Venus, el calendario mezcla rituales y colores, en dibujo analógico y digital, para otorgar a cada mes una fémina y una celebración de la naturaleza a nivel mundial. “No es solo un trabajo útil, un simple calendario, sino que pretende resaltar a la mujer hiperconectada con el ciclo del nacimiento y la vida”, nos cuenta.

Bristow insiste, desde su estudio de Prenzlauer Berg, en una llamada de atención a los orígenes, honrando a la mujer, desde África a América o Pekín, que más desventajas sufre socialmente. Cada rostro transmite un espíritu limpio y de total dulzura, frente a la toxicidad y el olvido de un mundo embobado por lo digital. Coronadas de un áurea que recuerda a las Madonnas renacentistas, las protagonistas completan este trabajo por la preservación de nuestros instintos creadores y en pos de la libertad como camino de vida.

El 5 % de los beneficios de venta del calendario se destinan al proyecto de replantación de diez mil árboles en la Reserva Cauquita Pereira de Colombia. Puedes hacerte con tu calendario en AQUÍ. A continuación, os presentamos una selección descrita de seis de las ilustraciones.

PACHAMAMA

La portada del calendario es la madre tierra. Su cuerpo, al igual que el globo de este planeta, es una curva imperfecta e ilustrada cual ave del paraíso. Su mirada y pómulos firmes están por encima de unos labios ultrarrojos, carnosos. El símbolo del amor, imprescindible, reina en la mejilla y la cabeza.

MARZO

El festejo japonés al florecer el cerezo sirve como recuerdo de la mujer de marzo.

MAYO

En este mes se celebra el día de la biodiversisad ecológica. La protagonista, Hekáta, es la diosa griega de las tierras salvajes y los partos.

JUNIO

Dedicado al ritual anual del Baile al sol indígena.

AGOSTO

Una mujer representa la Sabana africana, incluida en la lista Global 200 del WWF.

NOVIEMBRE

Más flores que huesos para representar a una mujer mexicana en el Día de difuntos.

DICIEMBRE

Freya es una de las diosas de la mitología nórdica y germánica, la del amor, la belleza y la fertilidad.

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