El jueves 27 de junio, la fotógrafa Rebecca Uliczka (Berlín, 1985) inaugura su nueva exposición individual en PremArts, Projektraum de Kreuzberg. Nacida en Berlín y actualmente establecida en su México materno, Uliczka explora en su obra las complejidades culturales entre el origen y el destino y las distancias emocionales que se generan al saltar de uno a otro. Una mirada única y profunda sobre las particularidades de su experiencia vital.
Las imágenes, acompañadas por los tipoemas de María JL Hierro, desafían nuestra percepción y nos invitan a reflexionar sobre la naturaleza fluida de la identidad y la conexión entre pasado y presente.
Este proyecto no solo hace referencia al viaje del personaje de Dante en su obra, sino también a la propia evolución de la autora, marcada por su origen multicultural y su exploración de tradiciones literarias. Entrevistamos a la protagonista como aperitivo a esta prometedora muestra.
Berlín Amateurs: ¿Estos primeros nueve años en Alemania coincidieron con el imaginario de lo que esperabas encontrar en México? ¿Qué idea de México crece en tu mente de niña?
Rebecca Uliczka: Mi primer viaje de Berlín a México fue al año de haber nacido. De ahí recuerdo que cada año mis padres planearon un viaje a México. Generalmente, visitábamos unas semanas a mis abuelos y familia materna y algunas veces también nos trasladábamos a alguna playa o ciudad cercana a San Luis Potosí (ciudad de origen de mi madre). Mis abuelos vivían en el centro histórico con lo que mi percepción de San Luis Potosí se limitaba bastante a las plazas principales del centro, la gente y la vida callejera de esta área de la ciudad. Los olores de las calles siempre me parecieron muy peculiares y distintivos. El mercado desprendía aromas a fruta, verdura, el pescado y la carne; los camiones (buses) que desprendían un fuerte olor a combustible, las casas antiguas del colonialismo con un ligero olor a polvo húmedo. También había un impacto fuerte al ver la desigualdad económica, y por otro lado siempre una amabilidad y simpatía de la gente y el sol constante que siempre se añoraba del otro lado del océano.
Al convertirme en una residente mexicana no fue nada parecido a los viajes que solíamos hacer. Mis padres se sumergieron en un proyecto titánico de una empresa en plena crisis económica y fueron años duros para mi familia. El ir a un colegio en este país me representó un choque cultural en muchas dimensiones, aprender los usos y costumbres del grupo social que me rodeaba fue desafiante. Me sentía como en una obra de teatro en la que simplemente hay que hacer lo que te dicen, sin tratar de entenderlo demasiado.
BA: ¿Esto afectó para elegir el tipo de fotografía que haces?
Rebecca Uliczka: Afectó, porque, a pesar de que en ese momento no era consciente, todos esos momentos me fueron definiendo en mi personalidad y en mi desarrollo. Finalmente, cuando me enfoqué en madurar mi obra fotográfica, me di a la tarea de analizar todas estas vivencias y la manera en la que habían influenciado mi yo presente.
BA: ¿Cuándo te nació la necesidad de fotografiar México?
RU: Mazapanes en agosto es la obra que desarrollé del 2017 al 2021. Es una obra que inicié al retornar a México después de haber vivido fuera trece años. Siempre tuve claro que, eventualmente, tenía que venir a México a realizar uno o varios proyectos. Finalmente, los astros se alinearon de tal manera que tengo siete años continuos viviendo nuevamente en este país.
México es un país de mucha controversia y constantemente hay burbujeo social, político, a pequeña y a gran escala. Esto se vuelve muy interesante a nivel artístico. Me gusta mucho analizar los diferentes escenarios en los que se desenvuelven situaciones puntuales con las que me siento identificada o cuando pienso en “esto en Alemania…” Porque, si bien tengo muchos años viviendo fuera, es verdad que siempre hay un punto de comparación. A pesar de que no hay una raíz común entre los países, sí las hay en mi persona y es ahí de donde parte mi análisis e inspiración para desarrollar mi trabajo.
BA: ¿Crees que de no haber crecido los primeros años fuera de México hubieras visto lo que ahora ves en México?
RU: Con respecto a los primeros años sí, pero creo que es crucial la cantidad de años de los que estamos hablando. Yo me crié en Berlín hasta los 9 años, es una edad avanzada para darme cuenta de muchas cosas. Cómo funciona una ciudad socialmente, la política y la economía. Es probable que, de haber emigrado a una edad más temprana, el impacto cultural hubiese sido menos drástico.
También hay una gran posibilidad de haber tenido oportunidad de volver a Berlín a una edad adulta, pero, por ejemplo, una de las “condiciones” con las que acepté mudarme a México fue que mis padres me prometieran que me darían la libertad de volver a Alemania a estudiar mi licenciatura. Eso fue un acuerdo que pacté con ellos antes de partir de Berlín. Probablemente, no lo hubiera tenido tan claro a una edad más temprana. México tiene muchas cosas buenas, es un país desafiante en muchos sentidos, pero no es algo sencillo de valorar en todas las etapas de la vida.
BA: Hablas de los hábitos culturales que te ayudaron a analizar la obra. ¿A qué hábitos culturales aludes cuando te refieres a adaptación, resiliencia y transformación?
RU: En este aspecto te podría enumerar experiencias puntuales de lo que principalmente me impactó al llegar a México y que de momento han sido ejes de inspiración en mi obra. Adaptación del lenguaje en el sentido de los modismos de una cultura lingüística. Me resultó interesante la forma en la que se expresaba la gente con respecto a la terminología referencial del tiempo. Las tantas maneras de formular un lapso de tiempo para que algo concreto suceda: “Ahorita, en un rato, más tarde, mañana” eran terminologías sin concretarse, lo cual generalmente llevaba a un resultado de algo que no sucedería; o si debía suceder, no había manera de saber cuándo.
Transformación emocional y creencias, llegué a México sin una educación católica, esto generó cierta inseguridad en mí por sentir que no encajaba. Para mí esta parte en la adaptación cultural en México fue de las más significativas. Al desconocer los aspectos culturales-religiosos pero querer ser igual que los demás, me motivó para adoptar las prácticas a mi persona sin entendimiento de lo que estaba haciendo. Es aquí donde, mirando hacia atrás, me veo como una marioneta siguiendo las indicaciones de algo que desconocía pero que a su vez fingía un interés hacia este aspecto cultural.
Finalmente, el tema de la seguridad que viven las personas en las calles. Al llegar a México una de las rutinas nuevas era que mis padres todos los días me llevaban y me recogían en coche del colegio. Esto principalmente porque quedaba descartada la opción de que yo me moviera sola en algún transporte público o andando del colegio a mi casa (a pesar de que, por distancia, hubiera sido posible). La inseguridad con respecto a secuestros, asaltos o robos era muy latente. Y si de alguna manera los padres tienen los medios y las formas para acompañar a sus hijos cuando tienen que trasladarse de un sitio al otro, lo hacen.
Mi colegio se cerraba a las ocho en punto, contaba con muros muy altos y no había acceso después de que los portones se cerraran. Este tipo de medidas de seguridad las desconocía en su totalidad.
BA: ¿Qué vivencias y pensamientos buscas capturar con tu fotografía y en qué medida crees que puede ayudar ese reflejo?
RU: Cuando empecé con mi primer proyecto “La divina comedia”, me pareció un tema muy universal, porque finalmente las religiones son practicadas en todas las culturas, cada individuo cree en algo, o muchos de los que dicen no creer, creen en la ausencia. Poder plasmar esta vivencia personal en experiencias de otras personas, de diferentes culturas y lugares, me dio la oportunidad de conocer diferentes puntos de vista, opiniones y sentimientos que fueron enriqueciendo mi obra.
Esto me ha sucedido con otro temas de una manera muy parecida. Sobre todo cuando te ves en la necesidad de migrar de un país a otro, de una cultura a otra. La mayoría de las personas viven sentimientos muy parecidos a lo que yo viví de niña. Si bien, como he mencionado, la edad influye en la forma en la que la persona absorbe estos choques culturales, he podido entender que en algún punto se asemejan o se encuentran con vivencias de otras personas de distintas edades.
BA: A diferencia de los migrantes que van de un lugar de origen a un lugar de destino que no tiene que ver con ellos, ¿cómo se siente para ti volver a un lugar que no es tu origen pero es tu origen materno? ¿Qué diferencia sentiste en relación con tu madre en este sentido al volver? ¿Y cómo siente ella tu fotografía?
RU: El hecho de haber llegado a un país que no era mi lugar de origen, pero que conocía a través de mi madre y las circunstancias de viaje que mencionaba anteriormente, me dio la oportunidad de conocer la cultura de una manera básica en mis primeros años de vida. Estas ventajas me dieron apertura y facilidad de adaptación en un lapso de tiempo más corto cuando migramos. Mi madre siempre me había hablado en español, con lo cual pude perfeccionar la lengua en un tiempo relativamente corto.
Ella ha encontrado mensajes en mis imágenes, que hasta cierto punto no se había detenido a reflexionar mucho, antes de que yo abordara los temas. Hay una fascinación de su parte por la manera en la que desarrollo los conceptos en mi obra, con los que ella misma se siente identificada. Ella también es migrante, también vivió estos momentos de necesidades, adaptación y sentido de pertenencia, resiliencia, transformación.
Exposición de Rebecca Uliczka en Berlín “La divina comedia”
Horarios:
Jueves 27 junio: vernissage (19 horas)
Viernes 28 junio: visita guiada (17 horas)
Sábado 29 junio: presentación libro de artista en compañía de la directora de Roga Ediciones (13 horas)
www.rebeccauliczka.com
www.instagram.com/rebekunstphoto
www.premarts.de
www.casaroga.com/roga-ediciones
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