Escrito por: Actualidad Cine CULTURA OCIO

Estreno de «Los intranquilos», última película de Joachim Lafosse

Los intranquilos es la última película del director belga Joachim Lafosse, conocido por otros títulos como Economía del amor (2016) y por presentar en celuloide relaciones humanas complejas. Esta vez le ha seguido el drama de un pintor con síndrome bipolar alrededor del cual su pequeña familia hace equilibrios para tener una vida lo más fluida posible. Al lado de Damien (Damien Bonnard), el padre pintor, está su esposa Leïla (Leïla Bekhti) y su hijo Amine (Gabriel Merz, nieto de Isabelle Huppert).

Unas vacaciones en la playa en algún lugar del sur: la madre duerme felizmente en la arena, mientras su marido y su hijo practican el buceo. Todo parece lo más normal del mundo hasta que el padre salta repentinamente de la lancha en la que ambos navegan. Quiere volver nadando a la playa y le grita al niño –que quizá tenga siete u ocho años– que debe conducir el barco de vuelta solo. Amine, desconcertado, sale airoso de la situación y comparte su orgullo con su madre. Damien tarda mucho en volver, por lo que al principio preocupa a Leïla. Al anochecer, Damien y Leïla bailan en íntima sensualidad. Todo sigue. El amor triunfa sobre la imprudencia irresponsable del padre. Nadie lo pronuncia.

A partir de entonces empiezan a brotar los primeros síntomas de la enfermedad. Se van generando nudos en la harmonía familiar que accidenta en primer lugar a la pareja, restando horas de sueño y de sosiego. La libertad creativa de Damien y la patología a la que el arte empieza a dar rienda suelta es proporcional a la estoica fortaleza con la que Leïla no baja la guardia en el gobierno de su casa, ocupándose de su hijo, a quien en un principio quiere proteger del comportamiento descarrilado del padre, mientras ella, por otro lado, vigila que Damien siga un tratamiento que solo garantiza una continuidad lo menos conflictiva posible pero sin garantía de cura.

Las tinieblas con las que empieza a penetrar la enfermedad en la tranquilidad de la casa solo queda compensada por la luminosidad de la arquitectura y la naturaleza del sur de Francia. Lo que en un principio conocemos como una unidad familiar que comparte música en el coche, intimidad en la pareja y momentos de la cotidianidad, se empieza a agrietar por la acumulación que supone lo imprevisible en el comportamiento de Damien y así se van generando fisuras en el afecto y la relación entre los tres.

Aun así, la película no pone en el centro el síndrome bipolar y pasa mucho tiempo antes de que aparezca la palabra «bipolar», es decir, la denominación de un trastorno mental en el que los afectados pasan de un extremo a otro, desde la excitación grotescamente exagerada hasta la depresión más profunda. El director se abstrae de utilizar esta etiqueta para centrarse en los vínculos, en qué pasa con la confianza, el amor de pareja y el papel como padre. Incluso cuando Damien acaba por primera vez en un psiquiátrico, la película narra el episodio con enormes omisiones. En cambio, se centra en la actitud de una amante que intenta comprender, perdonar, empatizar, pero que también alcanza sus límites y una desesperación que empieza a resultarle también enfermiza.

Joachim Lafosse ha procesado en este film experiencias biográficas. Su propio padre sufrió la enfermedad y puede que por eso la cámara adquiera una visión de observadora inocencia de la situación, atenta a cada cambio emocional que Damien canaliza y refleja pintando y Leïla acompañándolo. Una buena película para dar a conocer esta condición de forma progresiva y poco invasiva donde prácticamente lo más impresionable es la extraordinaria intensidad y naturalidad de ambos actores.

Reseña: Belén Lucas para Berlín Amateurs © julio 2022
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