Escrito por: Aire libre Barrios CULTURA Historia OCIO

Wrangelkiez: la vieja mezcla multicultural de Kreuzberg, ahora intensificada

sala de conciertos Lido, Cuvrystr. 7

En Wrangelkiez la vida no pasa de largo. Lo típico que no te apetece ver está en otros barrios: budas decorativos en restaurantes, las típicas personas que se creen mejor que tú que intentan ser simpáticos diciéndote alguna grosería o que te hacen alguna pregunta bastante complicada para parecer inteligentes, los típicos lugares en los que todo parece esculpido y recién estrenado, McDonalds, H&M.

En Wrangelkiez a nadie se le nota la edad porque, aunque no sepamos la que tengan, nadie absolutamente nadie la aparenta. No en vano, es una de las partes más jóvenes de la ciudad: el 35 % de la gente que lo habita tiene entre 18-35 años. Aquí pocos tienen una conducta fija, y ser inmigrante no es un tabú, sino un must.

En Wrangelkiez los cafés y los restaurantes no recurren a esa especie de falso lujo, con todo oscuro y muebles muy pretenciosos, más propios de zonas enaltecidas como Oranienburger Str. o Kastanienallee. Este barrio es la versión mejorada de otras áreas vibrantes de la ciudad como Oranienstr., Simon-Dach-Str. o Bergmannstr. Domina la decadencia de sus establecimientos con cuyo estilo se mimetizan todos los clientes y hasta sus vecinos. Un barrio que ha sabido moldearse a sí mismo, a su antojo.

Wrangelkiez, Schlesisches Viertel en realidad, es el universo metropolitano que gravita en torno a Schlesisches Tor y Wrangelstr. Situado al este de Kreuzberg en el distrito unificado Friedrichshain-Kreuzberg, está delimitado por Skalitzer Str. (noroeste), Görlitzer Park (suroeste), el Spree (noreste) y el Landwehrkanal (sureste). Abundan las casas Altbau saneadas, los patios verdes y las conexiones de transporte óptimas, en gran parte, gracias al programa de renovación estatal llevado a cabo en los ochenta.

El 40 % de sus 12 500 habitantes son extranjeros. Notoria mayoría turca, aunque cada vez con más oscilaciones, dada la afluencia de migrantes europeos y americanos modernos en pos de una segunda juventud, tan socorrida como posible en Berlín a partir de los treinta (o incluso de los cuarenta y cincuenta). Los negocios se reproducen en este barrio en el que es habitual una transformación constante y al que es común un crecimiento imparable.

Wrangelkiez: incisivo, ágil, vital

Sin embargo, la situación del mercado laboral de Wrangelkiez vive un momento difícil. Aunque el barrio ofrece asesoramiento y ayuda a través de diferentes asociaciones o proyectos como cursos de alemán para migrantes, comedores para los sin techo y formación de oficios, sus retos son reducir la pobreza, combatir el desempleo y favorecer la integración de migrantes.

Según datos oficiales del Bezirk, a pesar de que el 30 % de sus habitantes está desempleado y recibe ayudas sociales —porcentaje que en este barrio se sitúa muy por encima de la media de la ciudad (17 %)—, Wrangelkiez se consolida como una de las zonas más incisivas, ágiles y vitales de la capital alemana con estilos de vida alternativos, exóticos y diversos. Menos es más. Lo más chic es no tener nada.

Por eso, a la gente de esta parte de Berlín no le pega ser demasiado engreída, que es lo que le ocurre a las personas  cuando se vuelven muy seguras de sí mismas en barrios de idéntica reputación. En este Kiez, cualquier lugar es perfecto para sentarte por ahí y hablar de idilios propios y ajenos o decir maldades de la gente.

En Berlín la gente suele tener siete novios, uno para cada día de la semana. Razón por la que viene muy bien conocer todos los barrios y sus posibilidades. Salon Schmück (Skalitzer Str. 80, ya desaparecido en la actualidad) es el café prototipo de la zona del que a uno no le apetece moverse: mobiliario de segunda mano con experiencia. Ideal para cafés, desayunos o cervezas. En el Sofia (Wrangelstr. 93), con interiorismo inspirado en una de las películas de la Loren, no te sirven alcohol antes de las 18 horas, dato a tener muy pero que muy en cuenta. Golden Finish (Wrangelstr. 87) es el bar predilecto de los gays.

Los domingos por la tarde, bloody mary obligatorio en Zur fetten Ecke (Schlesische Str. 16) admirando los desastres de la navegación en sus paredes mientras se hace recuento de los otros desastres del fin de semana. Si ya es martes, conviene acercarse al Barbie Deinhoff’s (Schlesische Str. 16), donde te ofrecen un 2 x 1 en todas las bebidas alcohólicas. Cualquier excusa es buena para tomar algo con alcohol en el sofisticado Mysliwska (Schlesische Str. 35) o en los sofás mullidos del interior grafiteado del Cake (Schlesische Str. 32).

La terraza del café Wendel (Schlesische Str. 42) y el jardín de Heinz Minki (Vor dem Schlesischen Tor 3, que hoy ya no existe, por cierto, pues se convirtió después en el club Chalet, que tampoco existe en la actualidad) son los espacios más apacibles del ramo. En todas partes se oye a mucha gente hablando inglés con acento británico o americano y en ocasiones todos pestañean sin cesar, como si hubiera muchos focos iluminándolos.

Ocio y consumo en Wrangelkiez

Las tiendas, con su oferta, suministran de todas las cosas necesarias para el abastecimiento diario. Entre los 150 establecimientos de Wrangelkiez, además de librerías (todos los libros a un euro del ya desaparecido y mítico Bücherfundgrube, Wrangelstr. 46), tiendas de muebles (Komfort 36, antes en Schlesische Str. 38 y ahora en Falckensteinstr.) y ropa, se cuentan restaurantes de cocina internacional como el siempre saturado hindú Amar (Falckensteinstr. 44, esquina Schlesische Str.), el Imbiss de delicias turcas Bagdad (Schlesische Str. 2), la comida asiática del New Friends (ahora Ba Khang en Wrangelstr. 92), las especialidades sudanesas del Nils (Oppelner Str. 4), las hamburguesas únicas del Burgermeister (Oberbaumstr. 8, debajo de las vías de la U1), el inigualable schawarma de Sanabel (Schlesische Str. 36) o las deliciosas paellas, tapas españolas y cócteles del Transit Bar (Schlesische Str. 35a). Ya sabes: si no bebes, las comidas salen muy baratas.

Entre tanto placer mundano, sobresale la iglesia católica Marien-Liebfrauen (Wrangelstr. 50-51), uno de los hitos arquitectónicos del vecindario que por las noches juega al camuflaje con la escena efervescente de Wrangelkiez, gracias a las luces de neón azul metálico que brotan de sus vidrieras. Completan la oferta de ocio, clubs como el Lux (Schlesische Str. 41), el Magnet y el Watergate, en el primer tramo de Falckensteinstr., el Club der Visionäre sobre el canal (Rheinstr. 10), Arena Club (Eichenstr. 4, no existe hoy en día) y la sala Lido (Cuvrystr. 7), cuyos conciertos jamás terminan en anticlímax. Siempre queda bien comprar un helado en Aldemir Eis (Falckensteinstr. 7) y haberlo terminado antes de llegar a Görlitzer Park, tumbarte en el césped de este parque, cerrar los ojos y pensar que cualquier equilibrio será pronto restablecido.

Bienestar y gentrificación en Schlesisches Viertel

La historia de este vecindario se remonta a 1734. El inicio de la construcción del Landwehrkanal en 1845 impulsó el desarrollo urbanístico, industrial y comercial en el territorio Wrangel. Los barrios se originan, se destruyen con las guerras y vuelta a empezar. Sobre todo en Alemania. La destrucción solo sirve para recordar lo frágil que es la vida. Con el levantamiento del muro en 1961, Wrangelkiez se convirtió en una zona fronteriza casi marginal en la que los habitantes perdieron uno de sus espacios de recreo predilectos: Treptower Park. 1964 significó el asentamiento turco, en términos migratorios.

Después del saneamiento del barrio desarrollado en los ochenta, cuando el muro cayó, Kreuzberg pasó a formar parte del centro de la ciudad, Wrangelkiez estaba otra vez en medio de Berlín y el alquiler se fue incrementando hasta alcanzar el 200 %, a causa de los temidos efectos de la gentrificación, tan indeseados como omnipresente en Berlín. Es decir, el desplazamiento de clases sociales, la renovación de casas antiguas cuyos nuevos y elevados alquileres obligan a sus antiguos inquilinos a mudarse al no poder costearse la subida de precios.

A pesar del acecho decisivo y del azote constante de los efectos nocivos de la gentrificación, Wrangelkiez retiene aún gran parte de su encanto provocador y buena dosis de su energía estimulante. Las calles rebosan de pequeños comercios siempre abarrotados, en los que el sentimiento de vida llevadera y agradable lo impregna todo convirtiendo a este Kiez en uno de los barrios más punzantes de la capital alemana.

www.wrangelkiez.de

Paco Arteaga para CAI  © Berlín Amateurs – agosto 2010, revisado septiempre 2014 y mayo 2021
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