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Una noche en la ópera #3: “Madama Butterfly” (Giacomo Puccini)

Madama Butterfly - Deutsche Oper Berlin - foto promo

(con la colaboración especial de Deutsche Oper Berlin)

Ahora que Valentino (responsable del suntuoso vestuario) y Sofia Coppola (directora escénica-montaje) han puesto tan de moda La Traviata y la importancia de respetar el espíritu que el compositor otorga originalmente a sus obras, conviene destacar la visón vanguardista que Deutsche Oper Berlin impregna en buena parte de sus representaciones. ¿Puede desvirtuar el vestuario y la escenografía una ópera? En defensa del glamour, en detrimento del protagonismo desbordado y en auge de los directores escénicos y en oposición a las puestas en escena modernas, Valentino apunta que “una ópera no se puede representar de cualquier manera. Hay que respetar un cierto ambiente en todo (…), por ejemplo, el vestuario debe hacer bella a la cantante (…) y no se puede vestirla con un impermeable de plástico o un traje ridículo”. Sin embargo, otros optan por recordar que no hay que priorizar el bello envoltorio frente a la profundidad del contenido; que a la ópera no se va por el glamour sino a soñar y emocionarse.

Ópera de tres actos con música de Giacomo Puccini y libreto en italiano de Giuseppe Giacosa y Luigi Illica, con quienes también colaboró en Tosca y La bohème, Madama Butterfly se estrenó en 1904 en La Scala de Milán con escaso o nulo éxito (al igual que La bohème), lo cual no ha impedido que hoy sea una de las piezas clave del repertorio operístico, algo así como el canon occidental de la ópera, y una de las más representadas del mundo. Ambientada en Nagasaki a finales del siglo XIX y basada en el cuento homónimo de John Luther Long y en la novela de Pierre Loti Madame Chrysanthème, Puccini pulió Madama Butterfly hasta quedar satisfecho en la quinta reescritura.

Suspendida en los EE. UU. durante la Segunda Guerra Mundial por las connotaciones negativas del personaje del marine Pinkerton, ¿qué opinaría hoy en Twitter Donal Trump sobre esta ópera? Versionada en cine en ocho ocasiones, también ha pasado por escenarios de teatro y de musical. La de Maria Callas está considerada como la mejor representación de Cio-Cio-San, figura principal de Madama Butterfly.

Puccini, eterno perfeccionista e insatisfecho crónico, intentó siempre mejorar sus obras y lo consiguió retocándolas una y otra vez. La versión revisada vigente de Madama Butterfly, extendida de dos actos a tres, fue estrenada en Brescia, también en 1904. La producción de Deutsche Oper Berlin focaliza la tragedia de una mujer joven que permanece fiel a su amor. El paisaje atmosférico proporciona un telón de fondo impresionante a este trabajo mágico.

Madama Butterfly: seducida y abandonada

Calificada en ocasiones como la heroína más desgarradora, a través de Cio-Cio-San Puccini nos muestra la delicada fragilidad de esta geisha de destino fatal que reniega de su religión, abandona a su familia y renuncia a su cultura, además de insinuar los contrastes entre la cultura occidental y la oriental. Con Madama Butterfly, Puccini también conecta con el exotismo imperante a finales del XIX en literatura y en las artes en general.

Otra historia universal tan vieja como la propia historia. La historia del marine estadounidense Pinkerton que, buscando distracción y desahogo sexual, corteja a la geisha Cio-Cio-San, llamada Butterfly, una chica de 15 años educada en el seno de una familia aristocrática que ha caído en decadencia. A pesar de que el oficial solo desea un matrimonio breve antes de regresar a su patria —algo común entre los europeos y geishas en aquel momento—, la joven se toma su amor por Pinkerton muy seriamente. Sin embargo, la unión con el extranjero conllevará consecuencias dolorosas. Así transcurre el acto I. Y aquí entran en juego las sempiternas expectativas asimétricas que casi siempre afloran en cualquier relación: las diferentes magnitudes del amor entre el que ama y el que es amado.

«Vogliatemi bene»

Pinkerton se marcha a EE. UU. poco después de la boda para regresar tres años después, ya casado con una americana y dejando constancia de que no volverá con Cio-Cio-San, cosa que ella ignora. Más bien está convencida de todo lo contrario —a pesar de las evidencias que se empeña en negar—, en su creencia inquebrantable de que Pinkerton volverá, lo que contrasta con la cobardía de Pinkerton. Hay un hijo de por medio que Pinkerton y su mujer intentan arrebatarle para criarlo en ese gran lugar de las libertades y sueños americanos que son los Estados Unidos de Donald Trump, lo cual irremediablemente culmina en harakiri por parte de Cio-Cio-San. Así se resumen los actos II y III. En esta ópera se perfilan temas como la religión (conversión del budismo al cristianismo), el imperialismo, la ingenuidad, el dolor, el engaño, la sensibilidad, el cinismo y la hipocresía, la humanidad, el desengaño y la muerte.

“Puccini tiene un lenguaje muy directo; musicalmente es muy hermoso… es muy digerible. Butterfly es una maravillosa historia que refleja el triunfo de lo pequeño, la humildad, la paciencia, la abnegación, la generosidad frente al egoísmo, la soberbia, la imposición, el clasismo, el poder. Cio-Cio-San se despoja de la vida en último término y frente a esto, nada tiene que hacer el poderoso. Se extrae una visión de esta ópera: el marine que llega, mantiene relaciones sexuales con la niña de 15 años, la deja embarazada y desaparece. La obra es un homenaje a la dignidad y la esperanza. Pero deja entrever que ese marine es EE. UU.: irrumpe, conquista y solo vuelve a por el hijo. Hoy podría ser el petróleo. Hay que prestar atención al tema. Es una historia maravillosa, ‘pequeña’, pero tiene una profundidad… hasta que tú quieras. Conviene no perder de vista los detalles: el gran aria ‘Un bel di vedremo’, el coro a boca cerrada que refleja la humildad de la cultura oriental… Esa Butterfly cuando aparece el cónsul americano para comunicarle que siga con su vida y ella responde ‘antes muerta que volver a bailar en la calle’ es la dignidad frente a la prepotencia, el imperialismo. Y al final hay un fragmento que si no eres capaz de definir la fuerza de una madre a través de él, Puccini te lo enseña con música”, nos explica el tenor M. Á. Muñoz.

Libreto italiano-español AQUÍ

Cazamariposas profesional

Lejos de la distracción de la ostentosa representación moderna de Don Giovanni, la propuesta de Madama Butterfly para Deutsche Oper Berlin goza, esta vez, de una aplastante sencillez escénica; apenas un único escenario consistente en un sistema de puertas de papel correderas y un saloncito japonés con dos sillas y una mesa en el que se desarrollan todas las escenas. La iluminación está concebida para que detrás de los paneles de papel se reflejen los personajes, reconocibles en su forma y en sus gestos. Un sistema de telas transparentes, vaporosas y etéreas, movidas con ayuda de un ventilador, dejan entrever la luna y las estrellas en los pasajes nocturnos. Con gran habilidad, el mar y el puerto han sido imaginariamente localizados de cara al escenario, recurso que resuelve con ingenio la cuestión de representarlos físicamente en escena, con toda la complejidad que sus elementos acarrearían. El niño que representa al hijo de Cio-Cio-San casi siempre da la espalda al escenario, quién sabe si para proteger la intimidad del menor o más bien para que no caiga en la distracción de mirar a un público al que jamás termina por observar abiertamente. Lo que contrasta con la revoltosa y molesta inquietud de los niños que han asistido a la función.

«Un bel di vedremo»

Una propuesta estática y austera, muy acorde con la ambientación original requerida para esta ópera que oscila entre el exotismo y la naturalidad dramática, aunque no convencional ni carente del inmenso dramatismo que precisa y que resuelve además aspectos complejos de escenografía y que nunca distrae la atención del que la presencia. Cio-Cio-San nos sobrecoge con un canto nada frío ni inexpresivo acompañado por una forma de actuar que varía entre la afinidad al dramatismo-contenido oriental y la impulsiva sensibilidad de esta joven geisha. La verosimilitud de la representación incluso viene acentuada por el hecho de que la soprano Hui He es china. Merecida ovación final con todo el palco en pie para Cio-Cio-San/Hui He en la que recae toda la importancia de la ópera; es ella la que domina todas las escenas durante dos horas y media, si exceptuamos la que abre la obra entre Pinkerton (en la piel del tenor Stefano La Colla), y Sharpless (al que da voz el barítono Noel Bouley), el cónsul norteamericano.

Ya en el primer acto se intuye el destino fatal de la protagonista, cuando Pinkerton compara a Cio-Cio-San con una bella mariposa a la que se quiere cazar, aunque ello implique destrozarle las alas en el intento, que vendría a ser la metáfora perfecta para Madama Butterfly. A través de las telas translúcidas van entrando poco después en escena Cio-Cio-San, su doncella Suzuki (la mezzosoprano Katharina Kammerloher) y toda la comunidad (el coro de unas cincuenta personas, en realidad) que quiere celebrar con ella la boda. La magia se rompe cuando aparece su tío Bonzo y la repudia por haberse convertido al catolicismo. El momento dramático álgido de esta tragedia, al menos al parecer del que suscribe, se desarrolla cuando Sharpless le pregunta a Madama Butterfly: “¿Cómo se llama el niño?”. “Hoy se llama Dolor, pero si Pinkerton vuelve, se llamará Alegría”, responde ella. Lo cual vendría a resumir en un breve fraseo todos los temas expuestos en esta ópera.

Amor y harakiri: otra metáfora muy actual

«Che tua madre dovrà…»

Conducida en Deutsche Oper Berlin por Yves Abel, la faceta emocional de esta tragedia japonesa en tres actos es innegable, lo cual precisaba de una actriz-cantante, dado el cariz de la representación meridianamente dramática. Sobre la interpretación de Cio-Cio-San recae el gran peso de la obra. Dividida entre la intensidad emocional y la explosión dramática, esta mujer-niña con ciertas excentricidades impulsivas nos sobrecoge con su leal enamoramiento abnegado. La dirección, escenografía y vestuario de esta pieza en Deutsche Oper Berlin corresponde a Pier Luigi Samaritani.

Puccini siempre confesó su atracción por las pequeñas cosas en la vida: “Me encanta explorar cosas pequeñas”. Y por eso le gustó Butterfly, porque es una mujer muy transparente y femenina, pero capaz de amar incluso hasta la muerte. Toda su vida Puccini declaró que Madama Butterfly era su mejor trabajo y también el favorito. La obra es un perfecto reflejo de su máxima de «la música de las cosas pequeñas». Los detalles musicales intrincadamente cincelados, las melodías cautivadoras para los papeles de canto, los discretos elementos exóticos y una mezcla sensible de tonos en la orquesta han asegurado la inmortalidad de esta ópera no solo entre el público; el trabajo también ha servido de modelo para muchos compositores de generaciones posteriores, al igual que las otras óperas de Puccini.

TOP ÓPERA/BALLET EN DEUTSCHE OPERA BERLIN, FEBRERO Y MARZO 2017

El lago de los cisnes (Chaikovski): 20 y 22 de febrero; 5, 12 y 14 de mayo; 1 y 5 de junio

Fausto (Charles de Gounod): 23 de febrero; 2, 5 y 10 de marzo

Muerte en Venecia (Benjamin Britten): 19, 22, 25 de marzo; 23 y 28 de abril

Così fan tutte (Wolfgang Amadeus Mozart): 25 de febrero; 3 y 11 de marzo

Paco Arteaga, con la colaboración especial de Deutsche Oper Berlin y del tenor M. Á. Muñoz, para BA © febrero 2017
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