Escrito por: CULTURA Literatura Tipps Literatura por Bartleby / Co.

TIPPS LITERATURA by Bartleby & Co – mayo 2015

Fleur Jaeggy

Desde que empezamos a ser libreros descubrimos que la magia de las conexiones bibliográficas y las asociaciones felices no solo sirven para llevarte de una lectura a otra, sino que también nos ayudan mucho a la hora de recomendar libros a las personas que se acercan a la librería. Aquí una muestra de una conexión feliz que conecta a dos autores europeos de primera magnitud, una mujer y un hombre.

Proleterka

Fleur Jaeggy

Editorial Tusquets – Disponible en nuestra biblioteca de Préstamo Bartleby

“A veces, durante la navegación, el Proleterka parecía gobernado por un fantasma. Por una simple y terrible inercia”. Sobre la misma misteriosa y terrible inercia parece fluctuar la prosa de Fleur Jaeggy en Proleterka, premio Viareggio 2002 y nombre del barco yugoslavo en el que un padre y su hija adolescente pasarán los catorce días de vacaciones que les han sido concedidos para conocerse. Durante esos días a bordo del barco, la protagonista, que en ocasiones trasmigra su voz a inquietantes terceras personas, rememora su infancia de pasillos oscuros, jardines solitarios, familiares enfermos y abandono.

La narración parte de la muerte del padre y se despliega en breves destellos que trazan la historia de una familia rota por la pérdida de su patrimonio. Huérfana desde la partida de la madre, una figura de sombra alargada que dispone de la vida de su hija desde la distancia, la joven asiste a su propia versión de esa infancia sesgada. Días de asueto emocional que la niña pasa al cuidado de su abuela materna, la fría Orsola, “Ella no me perdonaba si me equivocaba. En no perdonar se mostraba magnánima, tolerante, ecuánime”.

Mientras, el relato discurre entre su desvirtuada desfloración en el camarote de un marinero y los fugaces encuentros con ese padre desconocido y distante. Un Familienroman construido sobre los restos del naufragio de una existencia corta, desposeída, que a modo de exorcismo revierte con vehemencia en la constatación del vacío de la memoria, “No pienso en nada. La nada es materia de pensamiento. Seres, voces autónomas, memorias desenterradas acompañan el chapotear del agua. La nada no está vacía”.

Este breve periplo oceánico a lo Billy Budd nos remite a Melville no solo en lo marítimo, sino en la parquedad bartlebyana y la contención de la escritura de Jaeggy. La muerte, el miedo a la locura como anomalía genética encarnada en las relaciones con esos padres casi siempre ausentes, la asfixia y las atmósferas de los manicomios de Robert Walser planean sobre el universo púber y fantasmal que retoma en esta novela esta escritora de origen suizo que escribe en italiano. Una obra implacable de frases bellas, cortas y gélidas como los paisajes de esas infancias invernales en internados suizos de Los hermosos años del castigo. No en vano Joseph Brodsky ha dicho de la pluma de Jaeggy que se trata del buril de un grabador.

Fleur Jaeggy ha publicado bastantes libros breves. Tenemos disponibles en nuestra biblioteca El ángel de la guarda y El dedo en la boca, y en nuestra sección de venta podréis encontrar también El dedo en la boca y Vidas conjeturales, este último libro, con un título trasunto de Las vidas imaginarias de Marcel Schwob y en el que la autora hace tres maravillosas semblanzas de tres escritores (Thomas de Quincey, Keats y Schwob) nos da pie para hablar del libro que os queremos recomendar a continuación.


El libro de Monelle

Marcel Schwob

Editorial Hiperión – Disponible en nuestra biblioteca de Préstamo Bartleby

Monelle me encontró en la llanura por donde andaba errante y me tomó de la mano.

– No vayas a sorprenderte, dijo, soy yo y no soy yo;

Volverás a encontrarme y me perderás;

Una vez más acudiré a vosotros; porque pocos hombres me han visto y ninguno me ha comprendido;

Y tú me olvidarás y volverás a reconocerme y me olvidarás.

Y Monelle dijo también: Te hablaré de las niñas prostitutas, y sabrás el comienzo.

Con estas palabras empieza el misterioso y bello Libro de Monelle, publicado originalmente en 1894. El libro se basa en la historia real del amor de Marcel Schwob por una niña prostituta que enfermó de tuberculosis y murió a los tres años de conocer al autor. Schwob mantuvo en secreto este amor durante el tiempo que duró, y cuando la niña murió, se dedicó a vagar como alma en pena por la ciudad y a recalar en las casas de sus amigos escritores y artistas del París de la época. Más tarde, escribió el libro, y como si de un exorcismo se tratara, jamás volvió a mencionar a la pequeña Monelle (cuyo nombre real se supo que fue Louise) hasta el resto de sus días.

Como dijo Borges “En todas partes del mundo hay devotos de Marcel Schwob que constituyen pequeñas sociedades secretas”.  Igualmente secreto y perverso es este poderoso librito dividido en tres secciones: Las palabras de Monelle, Las hermanas de Monelle y Monelle. En su presentación, Monelle nos habla de otras niñas prostitutas amantes de otros escritores: la pequeña Anne, de Thomas de Quincey, o la pequeña Nelly, de Dostoievski, en quien parece inspirarse la inolvidable Sonia de Raskolnikoff. Las hermanas de Monelle se compone de pequeños cuentos delicados y brumosos dedicados a distintos modelos de niñas frágiles y enfermizas: la insensible, la soñadora, la sacrificada… Todas estas niñas son versiones de Monelle, vendedora de lámparas en las frías noches lluviosas, personaje huidizo y fascinante que juega con los niños y carga muñecas, retales sucios y dedales en su delantal, que sermonea al autor y le da lecciones sobre la conveniencia de no aferrarse a las posesiones, a las ideas, a los momentos, a la propia alma, a las formas antiguas.

El libro cobra una fuerza proverbial en estos pasajes: “Y Monelle dijo luego: Te hablaré de la destrucción. He aquí la palabra: Destruye, destruye. Destruye en ti mismo, destruye a tu alrededor. Haz lugar para tu alma y para las otras almas. Destruye todo bien y todo mal. Los escombros son similares. Destruye las antiguas moradas de los hombres y las antiguas moradas de las almas; las cosas muertas son espejos que deforman. Destruye pues toda creación proviene de la destrucción. Para lograr la bondad superior hay que aniquilar la bondad inferior. Y así el nuevo bien parece saturado de mal. Para imaginar un nuevo arte hay que destrozar el arte viejo. Y así el nuevo arte parece una especie de iconoclasia”. Monelle avisa a Schwob de los peligros de aferrarse al pasado, a los recuerdos, a las posesiones. Y sobre todo le avisa de que tal como apareció, ella desaparecerá. Y así fue.

Ana S. Pareja para Berlín Amateurs © mayo 2015
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