Escrito por: Mi Berlín

“Algunos quieren que Berlín no cambie, pero en realidad es la ciudad que más ha cambiado en Europa en los últimos 20 años y lo seguirá haciendo”

Retrato Gonzalo Perez

GONZALO PÉREZ GONZÁLEZ

Llegué a Berlín con 20 años, sin conocer a nadie, y creo que eso me marcó para siempre. Vine con la idea de pasar aquí los meses de verano, aprender un poco de alemán y acabar la carrera en España. La historia de siempre, cuántas veces la habré escuchado. Un mes después ya tenía una entrevista en la que iba a ser mi escuela durante los próximos 3 años, y dos meses después, decía adiós a mi trabajo de friega platos, tan útil en Berlín, con el que te las apañas para sobrevivir trabajando apenas 3 o 4 días a la semana.

Du bist Verrückt mein Kind, du musst nach Berlin

Fue en esta escuela donde me llevé el primer desengaño. Allí me di cuenta de que todo el alemán que creía saber no era más que una mera ilusión. Nunca me olvidaré de esos dichosos «Referate» que tanto gustan en la educación alemana, eso que llaman aprendizaje en conjunto, donde tienes que explicar a tus compañeros la parte de teoría o historia que te corresponde. Jamás había visto personas tan confundidas escuchando su propia lengua materna, lo que me ponía todavía más nervioso.

Después de esos 6 meses en los que me fijé en cada expresión que decían mis compañeros y sus formas de hablar, llegó el día en que sin darme cuenta, era capaz de hablar alemán (o hacer que sabía), tenía una pronunciación bastante buena y hacía uso de sus jergas, pero sin tener ni idea de la gramática, claro. Fue entonces cuando realmente descubrí lo aburrido que son los alemanes. Si se salvan unos pocos es porque están en continuo contacto con extranjeros o han vivido los seis meses reglamentarios en Sudamérica o algún otro país alejado (muy de moda entre muchos jóvenes).

Y es que es cierto lo que dicen de los alemanes, son demasiado serios, y cuando conocen a un grupo de españoles, se enamoran de nosotros tanto como nosotros de la ciudad. Todo esto, en cambio, lo veo como algo positivo; durante mi primer año en Berlín había madurado lo que hubiera sucedido en cinco años si no hubiese vivido esa experiencia.

Berlín, la ciudad que nunca duerme

Vivo desde hace más de 3 años en la Falckensteinstraße, es mi tercera casa en Berlín, y no la cambio por nada. Algunos la tachan de «Neubau», hipsters que sólo saben vivir con techos a 3 metros de sus cabezas. Mi edificio además tiene historia (e incluso un artículo en la Wikipedia). Hasta hace unas semanas lucía en su azotea la frase «Bonjour Tristesse» que escribieron los albañiles en el cemento fresco al comprobar la tristeza que les producía el edificio del arquitecto portugués Álvaro Siza Vieira.

Hace poco han pintado «Bitte Lebn», al más puro estilo berlinés, colgado desde la azotea y con una tipografía cuadrada (cosa que puso de moda un artista callejero de Brasil, creo), y es que esa frase es lo que mejor representa mi Wrangelkiez, uno de los centros nocturnos de la ciudad donde todo puede pasar de jueves a martes.

Todos conocen uno de los atractivos más fuertes de la ciudad, es un secreto tan a voces, que hay gente que se muda aquí sólo por eso. Media Europa llena los aviones de easyJet con destino Berghain, a pasar el fin de semana más increíble de sus vidas. Berlín ha llegado a tal punto que en cualquier esquina te venden bolsitas con polvo de cafeína, es el ritmo de la ciudad durante los cinco días que dura su fin de semana.

Y es que si hay que salir, se sale, si es verano, porque es verano, y las 20 horas de luz diarias nos invitan a ello; y si es invierno, pues porque es invierno, porque estar metido en casa resguardado de los 20 grados bajo cero hace que necesites más que nunca el calor humano que sólo un club berlinés te puede dar.

Die fetten Jahren sind vorbei

Berlín antes molaba más… Sí, la eterna conversación de ascensor, la incansable llegada de españoles y demás europeos que, en principio, vienen a trabajar… Da pena ver cómo cada vez más vienen simplemente a gastarse el poco dinero que le queda a España, ingeniándoselas para cobrar el paro e incluso reclamar ayudas sociales aquí que tanto cuestan a los trabajadores (pagar un 30% de impuestos en un sueldo medio se nota y mucho)… No estoy generalizando, evidentemente, y tampoco diciendo quién debe venir o no a Berlín, porque eso es lo bueno de Berlín, todas y cada una de las personas que viven aquí, y lo especial que lo hacen.

Las ayudas están desapareciendo, los extranjeros ya no acceden a ellas tan fácilmente, los precios suben, los derechos se recortan, cada vez somos más, hay menos dinero… está pasando en todo el mundo y en Berlín no iba a ser menos. Algunos quieren que Berlín no cambie, pero en realidad es la ciudad que más ha cambiado en Europa en los últimos 20 años y lo seguirá haciendo.

El mundo se va a la mierda, y Berlín, dicen, también. Soy de los que piensa que se resiste, que llegará el momento en que explote, pero siempre conservará este encanto que la hace tan particular, al menos durante unos años. Berlín siempre será la ciudad joven y verde de Europa, y con más historia. Un punto de encuentro de jóvenes con inquietudes y mucho talento. Quizás pronto llegue el momento de emigrar de nuevo, a una ciudad destrozada y pobre de Europa del Este, y comenzar allí otra historia.

Silicon Allee

Después de un tiempo en Berlín, llega esa etapa donde los extranjeros se separan. Aquellos que no han conseguido (o no han querido conseguir) nada en esta ciudad, a los que se les acaba el paro, los que están hartos de fregar platos en restaurantes españoles, o también por muchas otras razones, se vuelven a España; y otros, los más instalados, con vínculos, oportunidades laborales, relaciones, metas… se asientan en esta ciudad llena de oportunidades, en la futura capital de Europa.

En este aspecto, creo que los españoles nos estamos haciendo un buen hueco en la ciudad. Somos la segunda nacionalidad entre los inmigrantes. Muchas empresas saben que tienen que cuidar al mercado español, y cada vez hay más puestos de trabajo dedicados a nuestro mercado y a los hispanohablantes, por no mencionar los negocios o empresas gestionados por propios españoles, que también crecen a un ritmo desorbitado. Eso sí, olvídate de querer encontrar un buen trabajo sin dominar el alemán, la llegada masiva de españoles cada vez lo pone mas difícil.

Todo esto es lo que ahora llaman Silicon Allee, el nuevo futuro empresarial de Berlín, y probablemente de Europa. Después de pasar unos meses en continuas luchas entre los ciudadanos y el ayuntamiento de Berlín, en contra y a favor, respectivamente del inmenso proyecto Megaspree, ahora parece que llega la etapa de aceptación, de que no vamos a poder hacer nada por evitarlo, y al fin y al cabo, es lo que da dinero a la empobrecida Berlín, y la gran mayoría de estas nuevas empresas, jóvenes, generalmente vinculadas a internet o a las nuevas tecnologías, se están asentando en la ciudad.

Los precios bajos están atrayendo a muchas empresas, y sumado a la cantidad de gente creativa y emprendedora que ya existe en la ciudad, la convierten en una bomba de nuevos talentos a nivel mundial. La parte negativa: los precios desorbitados, menos pisos, más especulación y mucha más competencia a nivel profesional. La parte positiva, y más importante, el límite lo pones tú. Berlín está abierta a todo, y con un poco de ganas puedes emprender cualquier proyecto que tengas en mente, todo tiene cabida en Berlín.

Desde hace ya algún tiempo, me alegra ver como conocidos empiezan a ser parte de este entramado de nuevos talentos de Berlín, gente que aprovecha el momento y se hace un hueco en esta ciudad.

Dr. PONG

Uno de los mayores atractivos de Berlín es la música electrónica, está en todas partes, y por supuesto, en todos los bares. Muchos de ellos ofrecen regularmente música en directo, y casi todos los que tienen horario nocturno además cuentan con un DJ casi todos los días de la semana. Dios me libre si hablo del Bar25, creo que ya se ha hablado demasiado… Y además de Berghain/Panorama Bar y demás clubs con renombre, esos lugares hay que vivirlos, más que leerlos.

Uno de los primeros bares que visitaba a menudo fue el Dr. Pong, un bar en Eberswalderstr. 21, lleno todas las noches de gente jugando alrededor de una mesa de ping pong. Cerca de ahí está el ACUD (Veteranenstraße 21), un antiguo cine reformado en un bar, un club, un cine, teatro, galería de exposiciones… todo al estilo Berlín: cosas viejas, olor a marihuana, sofás, y cualquier rareza encontrada en un contenedor con una buena capa de pintura e imaginación. Y es que de eso trata Berlín: ser lo más cool de Europa sin un puto duro, y la cosa es que funciona. Berlín tiene estilo.

Otro bar interesante está en la orilla del río, justo en frente del antiguo Bar25 y ahora al lado del renovado Kater Holzig (Michaelkirchstr. 23), una cabañita con música tranquila y una pista de baile a la altura del agua, con embarcadero frente al DJ. Otros bares que reflejan claramente la esencia de la ciudad son Madame Claude (Lübbener Straße 19), bar con muy bien ambiente donde los miércoles hacen un concurso de adivinar temazos de toda la vida, Roses (Oranienstraße 187), Club der Visionaere (Am Flutgraben 1), Mittwoch Club

Cara B

¿Un museo? Freies Museum Berlin (Potsdamer Straße 91)

¿Una experiencia nueva? El laberinto del Renate (Alt-Stralau 70)

¿Un cine? ACUD

¿Unas vistas? Teufelsberg

¿Un festival? Transmediale y Pictoplasma

¿Un parque? Görlitzer Park y Treptower Park

¿Un mercadillo? Boxhagener Platz

¿Un bar? Club der Visionaere

¿Un sitio para comer? Burgermeister (Oberbaumstraße 8)

¿Un lago? Liepnitzsee

¿Una foto? El parque de atracciones abandonado Spreepark

Gonzalo Pérez González para Berlín Amateurs ©  2012

Fotos proporcionadas por Gonzalo ©
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