Escrito por: Mi Berlín

“¡Bienvenidos a mi Berlín, me lo he pintado rosa!”

Aitziber Ordoñez Gibson

AITZIBER ORDÓÑEZ GIBSON

Una de las primeras cosas que uno aprende es que Berlín no es sólo de uno, sino que se comparte (con 3.496.082 millones de personas para ser exactos), a veces con gente con la que se tiene cosas en común, y a veces con otra con la que jamás cruzarías palabra en otro lugar y en otras circunstancias, con gente superculta, con gente superignorante, gente con sueños y gente que vive en una pesadilla.

Pero eso es lo que le agradezco a esta ciudad, que no conoce de diferencias sociales abismales como las del país del que vengo (México), y donde en un mismo café en Schöneberg pueden coincidir Quentin Tarantino, un grupo de turistas y una persona que recibe ayudas del estado, cada cual en su mesa tomando un café, sin que se inmute una mosca: esto es Berlín, pase lo que pase (guerras, hambrunas, muros) esta ciudad sigue respirando.

No importa cuántas veces se le caiga encima el mundo, Berlín siempre se levanta más y más fuerte, más creativa, más hermosa que nunca. En una ciudad tan única, donde cada barrio tiene su propio sabor, uno puede ser bohemio, alternativo, empresario, actor, drogadicto, asocial o millonario y todos los mencionados acordarían que Berlín es la ciudad perfecta para cada uno de ellos: ¡porque lo es! Tantas caras, tantas facetas, uno decide en cuál vivir o dormir, en cuál crecer o perecer. ¡Bienvenidos a mi Berlín, que me lo he pintado rosa!

Un sábado perfecto en KaDeWe

Un sábado perfecto para mí empieza con un brunch en el KaDeWe (Kaufhaus des Westens), en la hermosísima Plaza de Wittenberg, corazón oeste de la ciudad. Desde su bella panorámica se puede ver todo Kufürstendamm, y depende de donde uno se siente en el restaurante, se vislumbra la Gedächtniskirche. Le tengo tanto cariño a este lugar porque fue el primero que visité cuando llegué a Berlín. Vivía en Savygny Platz y me recomendaron ir a echar un vistazo, ya que la persona que me dio el consejo intuyó que me encantaba ir de compras. Así que el KaDeWe y yo ¡tenemos historia!

Después del brunch, bajamos las siete plantas y nos dirigimos a mi tienda de bolsas favoritas: Longchamp. Últimamente todas las chicas en Berlín llevan la típica bolsa Longchamp que yo puse de moda hace cuatro años. Y mi amado Tiffany´s, donde se puede, no sólo comprar bisutería, sino también diademas preciosas para adornar el cabello, bolsas o abrigos y accesorios diversos. En el KaDeWe compro también mis medias favoritas Falke: calidad alemana y estética francesa, la combinación perfecta. En fin, que una mañana en el KaDeWe a veces se queda corta. 

Mi amado Rossmann

Saliendo del KaDeWe -puerta principal a la derecha- encontramos la tienda American Apparel, marca de ropa básica americana que me enloquece. Sin abandonar Wittenberg Platz nos damos una vuelta por mi amado Rossmann. ¡Si no regreso a México es porque allí no hay Rossmann! Esta tienda es primordial en mi vida con su gran variedad de champúes, jabones de esencias, cremas y curiosidades.

Los champúes alemanes son excelentes; cada vez que voy de vacaciones a México me llevo varios para mis amigas. Y para aquellos que están hartos de que las velas aromáticas no huelan, he aquí uno de los secretos mejor guardados de Berlín: ¡las velas de Vainilla del Rossmann por sólo tres euros! Me encanta que mi habitación huela a vainilla.

De Wittenberg Platz a Hackescher Markt

De Wittenberg Platz nos trasladamos con la U2 hasta la estación de Zoologischer Garten, y cogemos el S-bahn dirección Wartenberg. Bajamos en Hackescher Markt. Paramos en la tienda Lush: jabones para esos baños largos que tanto adoro, con brillitos, sin brillitos, con aroma de chocolate, vainilla… Un mal hábito que contraje en México.

Desde allí, caminamos hacia una de mis calles favoritas: Neue Schönhauser Straße. ¡Seguimos a la caza del outfit perfecto! ¡Siento que muero y que voy directamente al Swedish clothes heaven cada vez que entro en Cos! Suspiro. Justo al lado, la tienda vintange Made in Berlin siempre va bien para curiosear un rato.

El día avanza y el hambre acecha, y como soy medio vasca, pues eso de comer se me da ¡fenomenal! Mi opción favorita siempre es sushi en Surf and Sushi, Oranienburger Straße 17. Para los amantes de la comida mexicana, sin duda, Dolores en Rosa-Luxemburg-Straße 7, donde por ocho euros se puede comer un burrito de mole acompañado por una limonada de fresa con canela. Hmm, lecker!

La noche acecha

Se va acercando la noche y Berlín tiene tanto que ofrecer… Me gusta ir de fiesta pero no es el motor de mi vida. Trabajo para una compañía americana con un enorme crecimiento mundial, lo que significa que de lunes a viernes tengo jornadas de trabajo larguísimas y entre semana mi vida es mi trabajo prácticamente; tengo poco tiempo libre.

De vez en cuando me gusta salir y bailar, quizá a Asphalt en el Hilton Hotel, Stadtmitte, o si estoy con amigos fiesteros, pues se va a Berghain, pero no soy un Stammkunde. Prefiero un sábado low key tomando algo with one of my girls en mi lounge bar favorito de la ciudad: Tausend Bar en Schiffbauerdamm 11, Friedrichstraße.

El domingo, según cómo haya sido la noche anterior, voy o no a la iglesia… Sí, han leído bien: ¡iglesia! Como dije al principio, Berlín es un puzzle gigante, uno va armando la ciudad a su antojo, decide lo que hace y deja de hacer. Yo necesito equilibrio en esta eterna ciudad de Peter Pan, donde parece que la gente no se hace vieja jamás. Pero por eso precisamente amo esta ciudad, porque aquí uno es libre de hacer y deshacer y a nadie le importa, nadie te juzga, si uno decide ir a Berghain y/o a la iglesia. Cada quien decide su camino y en esta ciudad se cruzan intermitentemente todos los senderos en un ciclo eterno…

Aitziber Ordóñez Gibson para Berlín Amateurs © febrero 2013
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