Escrito por: Mi Berlín

«Berlín es hedonista y tolerante a partes iguales, para mí sinónimo de vida»

FÉLIX BELTRÁN

Berlín es un oasis en medio de Alemania, distinta del resto de ciudades del mismo país y distinta a cualquier otra ciudad del mundo en la que haya estado, todavía. Sigue teniendo esa magia que la hace especial y que enamora a la gran mayoría de personas que la visitan por primera vez. Berlín es una isla a la que llegas en un vuelo de easyJet con una maleta y un portátil bajo el brazo y que te atrapa con el primer suspiro para no dejarte escapar. Sigue siendo pobre, pero sexy.

Berlín se te mete en los pulmones desde el momento en que aterrizas en uno de sus ‘no aeropuertos’ y te dispones a buscar tu casa en el cielo. Hace poco cumplió 23 años de vida, y eso se nota tanto en su paisaje urbano como en la gente que vive al este y al oeste de lo que era el muro. Las casas coloniales de Savignyplatz poco o nada tienen que ver con los Plattenbauten de Marzahn, por no decir los habitantes que viven en cada uno de estos barrios. Adentrarse en el este es como viajar en el túnel del tiempo y volver a la antigua RDA, tan lejos en la memoria pero tan cerca en el tiempo.

Aparte queda el triángulo de las Bermudas que va desde Kotti a Frankfurter Tor hasta Hermannplatz por el sur. El centro neurálgico de Nunca Jamás y que permite moverte en bicicleta desde la puerta de tu casa a la puerta de tu lugar de destino. La vida de Kiez que tanto me gusta en Berlín. Cenar en casa de amigos, ir a tus bares preferidos, descubrir una nueva plataforma de artistas que han abierto un local al final de la calle o ir a misa los domingos. Todo a un tiro de piedra también caminando, cerveza de Späti en mano.

Y es que Berlín es seguramente una de las pocas ciudades en el mundo en la que resulta más barato comprarte una cerveza que una botella de agua. De la misma manera, será más difícil encontrar un restaurante de comida alemana que otro de cualquier tipo de comida que uno se pueda imaginar, aunque el kebab turco se siga llevando la palma por metro cuadrado.

Estamos en una isla, ya lo he dicho, a pesar de los inviernos largos y la escasez de luz durante meses, pero también se ve el sol. Nunca me he quejado del tiempo en los casi tres años que llevo en Berlín, aunque sea mediterráneo de pura cepa. La ciudad compensa el frío con otras cosas y hay que hacer balanza. En verano perdonas a Berlín por todo lo que te ha hecho en invierno.

Salir a la calle en Berlín me hace sonreír todavía hoy como el primer día en que llegué y como cada vez que vuelvo cuando estoy fuera. Las miradas con desconocidos que duran segundos eternos, encontrarte casualmente con algún amigo por el barrio, saludar a la cajera del supermercado que vive al lado de tu casa o cruzarte con una excursión de niños embutidos en sus trajes de astronautas. Pequeños detalles que marcan la diferencia en esta ciudad tan grande.

“Los rasgos distintivos de Berlín son el tiempo y el espacio”

Un solar sin construir, los espacios abiertos, las zonas verdes… En Berlín todavía no se especula con el suelo como lo hemos hecho en el sur de Europa, aunque supongo que todo está por llegar. El monstruo de la gentrificación amenaza con comerse cada uno de los barrios de la ciudad como trozos de una tarta y me molesta que se culpe de ello a todos los que venimos de fuera. Nosotros somos parte de este nuevo Berlín, sí, pero también añadimos valor a la ciudad con cada una de nuestras aportaciones. El foco de atención se debería situar más bien en cómo se está gestionando el negocio del turismo por parte de las autoridades locales y quiénes son los que se están llevando el trozo más grande del pastel a nivel privado, pero eso es otra historia y debe ser contada en otra ocasión.

Podemos estar tranquilos porque en Berlín sigue habiendo tanto espacio que de momento cabemos todos. Además del espacio, otra de las cosas que hacen de Berlín una ciudad todavía especial es el tiempo. El ritmo pausado de la gente que vive aquí no se encuentra en ninguna otra gran ciudad europea. El tiempo en Berlín es relativo y quizá se debería añadir esta franja horaria tan particular de la ciudad en el reloj de Alexanderplatz, a los pies de la torre que me sigue pareciendo igual de marciana que desde el primer día.

Bitte leben

Una de las imágenes que me vienen a la cabeza cuando pienso en Berlín y que prácticamente leo a diario es la pintada de “Bitte leben” que hay en lo alto del edificio que hace esquina entre Schlesische Str. y Falkensteinstr. “Vive, por favor”, nada más ni nada menos. Berlín es hedonista y tolerante a partes iguales, para mí sinónimo de vida. El vive y deja vivir está más presente aquí que en ningún otro lugar que haya conocido, siempre con el respeto hacia los demás. Berlín no será la ciudad más bonita de Alemania, ni la que más oportunidades laborales ofrezca, pero aquí la concepción de la libertad es única. En Berlín uno tiene la sensación de que todo es posible.

Félix Beltrán es gestor cultural y traductor freelance. Acaba de traducir del alemán al español el ensayo sobre Berlín que lleva por nombre “Aquí Berlín”.

www.facebook.com/AQUIBERLIN
www.amazon.com/Aquí-Berlín-Spanish-Edition-ebook

Félix Beltrán para Berlín Amateurs © mayo 2013
Fotos © Laura Beltrán

www.ohlalau.tumblr.com

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